Economía

De ministro 'milagro' a ser diana de todos los males políticos y financieros

  • En los últimos meses casi todos sus allegados se han distanciado
Ilustración: Pedro de Vicente

Rodrigo Rato ha pasado de ser el ministro milagro a uno de los personajes más indeseados por la opinión pública, la clase política y el mundo empresarial. En los últimos meses casi todos sus allegados se han distanciado de él. Su partido, al que estuvo a punto de presidir y por el que, según sus propias palabras, "había dado la vida", le ha retirado el carné de militante.

El exvicepresidente llegó a su máximo prestigio por su labor al frente del Ministerio de Economía en el Gobierno de José María Aznar, cuyas medidas posibilitaron la entrada de España en el euro. Papel que ha sido reconocido internacionalmente.

Muy diferente es la situación actual de Rato. Desde su salida de Bankia ha vivido un auténtico viacrucis, no sólo judicial. También personal, porque la inmensa mayoría le hacen responsable de la caída de Bankia, de haber permitido el uso de las tarjetas opacas de la entidad durante su mandato y de, incluso, la petición del rescate financiero.

Todo ese prestigio, que le llevaron en 2004 a dirigir el Fondo Monterio Internacional (FMI), se ha dilapidado. Y si quedaba algún ápice se borró de un plumazo. Su detención, tras el registro de su vivienda por un presunto delito de blanqueo de capitales, alzamiento de bienes y fraude fiscal, han sido el colofón a una historia tan real como desgraciada, pero de la que el propio personaje ha contribuido de manera muy importante.

Escándalo de las tarjetas opacas

El escándalo de las tarjetas opacas de Bankia, destapado el pasado octubre, colocó a Rato al borde del precipicio. Desde entonces, vive en una auténtica soledad. O al menos así lo sentía.

Hasta el estallido de este caso en los círculos cercanos al exvicepresidente del Gobierno se le defendía y apuntaban hacia el clan de Guindos como el responsable de los ataques, que le habían puesto en el disparadero de la opinión pública por el rescate millonario de Bankia.

Pero las visas, con las que Rato derrochó más de 90.000 euros en menos de tres años, le dejaron sin defensores. Nadie confiaba ya en él. Del dinero gastado con las tarjetas 'B', más de 2.200 euros fueron gastados en bares y discotecas en sólo trece días. No había justificación para tales desmanes. Ni legales ni éticos. Bankia había pedido unas ayudas públicas de 22.500 millones para sobrevivir.

El ministro milagro había llegado a la entidad después ser desbancado por Aznar para ser el candidato a La Moncloa en 2004, de su periplo por el FMI y de su paso por varios grupos financieros (Lazard, La Caixa y el Santander). Rajoy, al que Aznar designó como su sucesor en el PP, le llamó para levantar la Caja Madrid que dejaba en ruinas Miguel Blesa tras un año de luchas internas.

Reestructuración de Caja Madrid

Pero Rato cometió el error ya no sólo de aceptar el cargo, sino de poner en marcha los proyectos guiados por el Banco de España de Miguel Ángel Fernández Ordóñez de liderar el proceso de reestructuración bancario, con la integración de Caja Madrid con Bancaja y cinco entidades más, por el que nació BFA y, posteriormente, Bankia.

La situación de la entidad era insostenible meses después de su nacimiento y constituía un riesgo para el país. Salió a bolsa y, según los expertos judiciales, la operación se realizó con las cuentas falseadas, una tesis que ha sido publicada el pasado diciembre, que obligado a Bankia a provisionar 780 millones y que hundió más si cabe el prestigio de Rato.

Sus problemas con la justicia le han apartado del mundo político y también del empresarial. El Santander, que le había acogido de nuevo tras su salida de Bankia, decidió destituirle de su cargo a raíz del escándalo de las tarjetas opacas. El fondo TPG, dueño de la inmobiliaria de La Caixa, también hizo un movimiento similar. De momento sólo le queda la confianza de César Alierta, presidente de Telefónica, que le mantiene dentro de su consejo asesor internacional.

Hasta el suceso ocurrido ayer, Rato se enfrentaba a delitos de entre 10 y 30 años de comprobarse los indicios por el caso Bankia. Ahora la cifra podría ascender. Todo dependerá de lo que determinen las pruebas y la investigación del nuevo escándalo que ha sacudido la vida política y social en nuestro país.

A lo largo de esta semana la preocupación del que fuera el ministro más brillante se ha ido acrecentando. Las palabras de Montoro de caiga quien caiga tras conocerse las actuaciones del Sepblac hacían sentir a Rato que la cacería emprendida contra él iba a terminar. Para mal y a pesar de que su caída en nada pueda beneficiar al PP en las elecciones.

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