Economía

La actividad de las fábricas chinas frena en seco y el petróleo evidencia el rápido deterioro de la economía

Ya se veía venir hace unos días, pero hoy ya es oficial: la maquinaria industrial de China ha comenzado a griparse. El índice oficial de gestores de compras (PMI) del sector manufacturero se ha hundido hasta los 49 puntos en abril, marcando su peor nivel desde diciembre de 2023. El dato, publicado este miércoles por la Oficina Nacional de Estadísticas del país asiático, no solo queda por debajo del umbral que separa expansión de contracción (50), sino que rompe bruscamente con la lectura de 50,5 del mes anterior y supera en negatividad las previsiones del mercado, que esperaban 49,7. Es una señal inquietante del daño que la nueva guerra comercial con EEUU ya está provocando en el corazón productivo de la segunda mayor economía del planeta. Además, el golpe queda reflejado también en los precios del petróleo, que rompen la barrera de los 60 dólares en el West Texas y cae a los 62 dólares en el caso del Brent, lo que evidencia que la demanda de crudo se está reduciendo a marchas forzadas. Este descenso del precio del crudo es un claro síntoma de la debilidad que se espera a partir de ahora en la demanda china y probablemente a nivel mundial, derivada de la guerra comercial y el impacto sobre la confianza y expectativas de los agentes.

A este deterioro se suma el debilitamiento del sector no manufacturero (construcción y servicios), cuyo índice ha descendido hasta 50,4 desde 50,8, también por debajo de lo previsto. Las cifras confirman que la economía china está perdiendo tracción en un momento delicado, con Washington imponiendo aranceles de hasta e 145% sobre productos del gigante asiático. Este movimiento, impulsado por la administración Trump, amenaza con asfixiar a un sector que fue responsable de casi un tercio del crecimiento del PIB chino en 2024, según publican desde la agencia Bloomberg. Algunos analistas ya anticipan que los envíos de carga al exterior se han desplomado hasta un 60%, en lo que podría ser una señal temprana de la gravedad de la situación. Una gravedad que confirman los precios del petróleo.

Con todo, el mercado del petróleo ha reaccionado con rapidez al deterioro del panorama macroeconómico chino. En la sesión de este miércoles, el precio del crudo Brent sigue cayendo más de un 1% (después de corregir un 2,5% en la sesión anterior) y se apoya en los 62 dólares por barril, mientras que el West Texas Intermediate (WTI) pierde incluso la barrera psicológica de los 60 dólares. El debilitamiento de la actividad en China, uno de los principales consumidores de energía del mundo y el mayor importador de esta materia prima, añade presión bajista a un mercado ya afectado por expectativas de superávit a medio plazo. El temor a una desaceleración más profunda en Pekín amenaza con hundir aún más la demanda global de crudo, en un contexto en el que la oferta sigue en expansión por parte de la OPEP+ y otros grandes productores. Mientras tanto, Pekín ha anunciado tímidas medidas para apoyar a las empresas exportadoras y estimular el consumo interno, pero sin recurrir, por ahora, a un estímulo fiscal agresivo.

El petróleo evidencia la caída

Aunque es hoy cuando se ha hecho oficial el 'parón' de las fábricas chinas con estos malos datos que se analizarán en detalle en párrafos posteriores, lo cierto es que el petróleo ya venía anticipando este escenario. Este martes, la empresa estatal PetroChina advirtió durante su publicación de resultados de una menor demanda de productos petrolíferos por la previsible desaceleración de la economía. Además, PetroChina no dudó en admitir que los precios del crudo iban a ser más bajos en la segunda economía más grande del mundo, según recogía The Wall Street Journal.

Por otro lado, y al mismo tiempo, Sinopec, la mayor refinería de petróleo del país, anunció una caída del 28% en sus beneficios trimestrales, debido a la caída de los precios del petróleo y a una menor demanda de productos petrolíferos refinados. La compañía intensificó sus esfuerzos de exploración y producción, lo que contribuyó a un aumento del 1,7% en la producción de petróleo y gas respecto al año anterior. "Ante el difícil entorno externo, la compañía intensificó la optimización de la integración y las operaciones regionales, expandió el mercado y las ventas para aproximarse a la demanda del mercado, y reforzó el control de costos y gastos", declaró Sinopec. Un importante nubarrón se ha colocado por encima de la industria china, que es uno de los grandes consumidores de petróleo del mundo, no solo para hacer funcionar sus fábricas, sino que también por su elevada demanda de productos petroquímicos. El parón de la industria en un país que importa de media 11 millones de barriles diarios de crudo es una muy mala noticia para el petróleo y para la economía mundial en general.

La caída en picado del PMI manufacturero

El repaso a las cifras 'internas' del PMI manufacturero oficial es especialmente revelador. Su disminución a 49 puntos (por debajo de los 50 que separan la expansión de la contracción) se debió a una caída en la producción y en los nuevos pedidos, que también cayeron en terreno negativo. En particular, los nuevos pedidos de exportación cayeron drásticamente a 44,7 desde 49,0 anteriormente. Este es el nivel más bajo desde diciembre de 2022, lo que constata que los exportadores chinos han comenzado a verse afectados por los aranceles estadounidenses.

Como han venido recogiendo la prensa financiera internacional, las exportaciones chinas a EEUU cayeron drásticamente en los últimos 10 días de abril, tras una mejora observada en la primera mitad del mes, probablemente debido a la concentración anticipada de los envíos. Los puertos de la costa oeste de EEUU y las reservas de contenedores marítimos también prevén una fuerte caída de dos dígitos a principios de mayo. Las salidas en blanco (cancelaciones de travesías) desde China a EEUU se han multiplicado y ya se han visto imágenes de buques portacontenedores zarpando casi vacíos.

La guerra comercial está estallando poco a poco y algunos analistas estadounidenses ya visualizan estanterías vacías en los supermercados del país. Desde la administración americana, el presidente Donald Trump y el secretario del Tesoro Scott Bessent han adoptado recientemente un tono más conciliador. Se ha informado de que la Casa Blanca podría reducir los aranceles a China del 145% al 50-65%, y que Pekín también podría reducir los aranceles para determinados productos estadounidenses de los que China sigue dependiendo. Sin embargo, Pekín no parece tener prisa por negociar con Estados Unidos y cunde la sensación de que en China están dispuestos a aguantar la marejada. Su 'capacidad para sufrir' ha vuelto a salir a la palestra.

"Nuestra estimación sugiere que los aranceles entre EEUU y China reducirían el PIB de China en un 2% o más durante los próximos dos años. Los aranceles adicionales de EEUU podrían reducir las importaciones directas de América desde China en más del 80%. Ya sea del 145% o del 50% al 65%, el nivel arancelario es prohibitivo y bloquea las importaciones a menos que no se encuentren sustitutos en otros países", se muestran pesimistas los analistas de Commerzbank en una nota para clientes de esta misma mañana.

Pekín busca soluciones... casi imposibles

Según glosan estos analistas, las autoridades chinas quiere contrarrestar parte de este 'agujero' espoleando la flaca demanda interna. En la reunión del Politburó de abril, Pekín reiteró su compromiso de apoyar la economía y ejecutar el plan de estímulo aprobado durante la reunión anual de la Asamblea Popular Nacional en marzo, a la vez que prepara nuevos planes de estímulo para implementarlos cuando sea necesario. Queda claro que el fortalecimiento del consumo es la prioridad principal este año. La novedad de la reunión de abril es que los funcionarios se comprometieron a brindar mayor apoyo a los exportadores. Posteriormente, varios ministerios definieron políticas para ayudar a las empresas exportadoras, incluyendo planes para garantizar que las empresas en dificultades obtengan los préstamos que necesitan y para impulsar el consumo interno.

Sin embargo, dados los actuales desafíos internos, incluido el débil consumo, las débiles perspectivas de empleo y la crisis del mercado inmobiliario, la economía china enfrenta un riesgo a la baja significativo de que podría perder rápidamente su impulso de crecimiento si las medidas de estímulo no impulsan la demanda interna con la suficiente rapidez, avisan desde el banco alemán. "Como reflejo de nuestras preocupaciones, revisamos nuestro pronóstico de crecimiento del PIB de China al 3,8% y 3,6% respectivamente para 2025 y 2026, por debajo del 4,3% y 4% respectivamente y en comparación con el 5% en 2024", agregan. "Si bien el gobierno está intensificando el apoyo fiscal, es poco probable que esto compense completamente el lastre, y prevemos que la economía se expanda solo un 3,5% este año", señalan desde Capital Economics.

Salvo que llegue una tregua o paz rápida y contundente, parece poco probable que la situación pueda revertirse. El escenario es complejo para China y para EEUU, lo que demuestra que el comercio internacional no es un juego de suma cero donde unos ganan y otros pierden, sino que es un juego en el que con la colaboración y el intercambio todos pueden ganar, mientras que con la destrucción y el proteccionismo todos acaban perdiendo.

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