Economía

El recorte de jornada pactado por Sánchez y Díaz puede lastrar el empleo y elevar la inflación

  • Los mayores costes laborales frenarán la contratación  
  • Los estudios apuntan a que amplificará el efecto de una subida del SMI  
  • Las empresas que reducen jornada suben los precios 
Foto: iStock

El pacto entre PSOE y Sumar con el que aspiran a reeditar el Gobierno de coalición recoge la propuesta electoral de la formación que lidera Yolanda Díaz de reducir la jornada laboral sin rebaja proprocional de sueldo. Esto supondrá reducir de 40 a 37,5 el máximo legal de horas semanales de trabajo en 2025, para a partir de ahí seguir estudiando nuevas reducciones a lo largo de los años siguientes, tal y como defendía la vicepresidenta segunda en funciones. Pero las dudas sobre los efectos en la economía y el empleo de esta medida, decidida al margen del diálogo social, son muchas.

Los estudios académicos que han analizados los efectos de las reducciones de jornada que se han producido en otros países europeos en las últimas décadas permiten inferir tres efectos: las empresas afrontarán un aumento de los costes laborales, que lastrará la creación de empleo y, en muchos casos, se verá traslada a los precios, lo que puede agravar la crisis inflacionaria.

El enfoque impuesto por Díaz se olvida del programa para 'estudiar' la aplicación de la jornada de 4 días en algunas empresas, que fue pactado por el ala socialista del Gobierno con Más País (formación hoy integrada en Sumar). A la convocatoria, impulsada por el Ministerio de Industria al margen del de Trabajo, solo se apuntaron 41 empresas. Un tipo de prueba piloto como la que también se aplicó en Valencia y que, pese a sus publicitados resultados, ha sido cuestionada por muchos expertos por su ineficacia real para comprobar los efectos de esta medida. Pero también por los sindicatos, que piden que una reducción de tiempo de trabajo para todos los trabajadores y sin tocar sus sueldos.

Esta es la vía que Díaz ha pactado finalmente con líder el socialista y candidato a la investidura, Pedro Sánchez, una reducción del máximo de jornada de trabajo. Sus análisis consideran que esta media hora diaria menos en el trabajo a la semana tendría un inmediato efecto positivo en la conciliación, sin penalizar la economía, ya que es la jornada que los trabajadores del sector público, pero también en el sector privado, 1,6 millones de asalariados ya la han pactado en sus convenios.

A largo plazo, llegar a las 32 horas con el mismo sueldo tampoco sería un problema. De hecho, los sindicatos y Sumar sostienen que contribuiría a un "reparto" del empleo que reduciría el paro. Esta cuadratura del círculo será posible gracias a una mejora de la productividad de la economía española, a pesar de que los datos macroecnómicos revelan que España tiene un serio problema en este ámbito, precisamente por la caída de horas trabajadas.

¿Pero son tan positivos a nivel económicos los efectos de una reducción de jornada? Para comprobarlo, más allá de pruebas piloto y otro tipo de estudios que no tienen en cuenta las variables macroeconómicas del conjunto de la economía española, bastaría con comparar lo ocurrido en otros países que han practicado una reducción de jornada similar. Sin embargo, la literatura académica es escasa en este ámbito, al menos en España.

Por ello cobran especial relevancia dos estudios del Instituto de Investigación para la Evaluación de las Políticas Públicas (IRVAPP) de la Fundación Bruno Kessler que analizan los impactos de una serie de reformas legales implantadas en Francia, Italia, Bélgica, Portugal y Eslovenia entre 1995 y 20007 que condujeron a reducciones en el tiempo de trabajo.

El empleo no se comparte

El primero de estos informes, firmado por Cyprien Batut, Andrea Garnero, Alessandro Tondini analiza la evolución a nivel sectorial, y las conclusiones son contundentes. "La reducción de las horas de trabajo no se tradujo en un mayor empleo. Además, encontramos un efecto positivo pero insignificante sobre los salarios por hora y el valor agregado por hora trabajada", afirman.

Evolución del empleo tras la reducción de jornada

Esta idea parece ser un jarro de agua fría sobre la tesis de que una menor jornada conduciría a un beneficioso "reparto del empleo". Pero tampoco avalan la tesis opuesta: que las reformas de la jornada laboral no tienen un efecto negativo significativo sobre el empleo en términos de oferta y demanda. Aunque en este caso apuntan que las reformas estudiadas se produjeron en un entorno de crecimiento económico que pudieron absorber estos efectos negativos. Algo que podría ocurrir en nuestro país en un primer momento, si las previsiones económicas se cumplen en 2024.

Pero una de las observaciones del estudio encaja en el caso español siembra dudas en este aspecto. Y es que el análisis destaca que, al tratarse de una cuestión de oferta y demanda del mercado laboral, la reducción de horas sin merma de sueldos puedo tener un efecto similar al de la subida del SMI en un mercado laboral en una situación casi de "monopsonio": es decir, en la que hay muchos parados (demandantes de empleo) y pocos empleadores que lo oferten. Un escenario que no es precisamente desconocido en España, aunque en nuestro caso se suma el desequilibrio de que a pesar de la tasa de paro cada vez más empresas dicen no encontrar trabajadores.

En el caso del acuerdo entre PSOE y Sumar llevará un nuevo Gobierno, la reducción de jornada coincidiría, previsiblemente, con una nueva subida del SMI con el objetivo de mantenerlo por encima del umbral del 60% del salario medio, aunque su importe no se ha concretado por ahora, l lo que implica que la repercusión en el empleo puede amplificarse, lastrando todavía más su evolución.

Las empresas no pierden

Los autores dejan claro que su análisis se centra en los impactos directos de la reducción de jornada, y no los beneficios que derivan de manera "indirecta" del aumento en el "bienestar" de los trabajadores. Una mejora de la productividad puede llegar también por la mayor satisfacción de los trabajadores, si bien señalan que los análisis de este aspecto son poco concluyentes y requieren otros estudios.

En lo que sí entran de lleno es en el impacto en las empresas. Lo hacen estudiando el caso concreto de Portugal, cuya reforma de 1996 se tradujo en una reducción del tope de jornada de 44 a 40 horas. El estudio, firmado en este caso por Tondini y Marta Lopes analiza cómo las empresas asumen la imposición de una reducción de jornada sin bajar sueldos. Lo que se traduce en salarios proporcionalmente más altos (aunque el trabajador no lo perciba) y mayores costes laborales.

Pero lo que el estudio revela es que el descenso de las horas trabajadas 'per cápita' no se compensó contratando más trabajadores, sino subiendo los precios para evitar sus pérdidas.

Evolución de los precios tras la reducción de jornada

"Claramente, el mayor coste laboral resultante de los salarios más altos se traslada a los precios", indica el informe. En este sentido, el impacto de una reducción de jornada que no ha sido negociada con las empresas puede traducirse en mayores pérdidas de poder adquisitivo para los trabajadores.

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