
En casi 50 años la sociedad ha pasado de poder realizar la primera llamada de teléfono sin cables a desarrollar coches de conducción autónoma. Esto último será posible gracias a la tecnología que está llamada a revolucionar el mundo: el 5G.
Se trata de la quinta generación de tecnologías de conexión móvil que permitirá, como en su día lo hicieron sus hermanas, lograr grandes avances. El 1G, por ejemplo, posibilitó hacer llamadas, el 2G enviar mensajes de texto (SMS), el 3G navegar por Internet y el 4G ver vídeo bajo demanda, lo conocido como streaming. El 5G, por su parte, está llamado a ser la conexión del futuro.
A este respecto, ¿cuáles serán las principales ventajas de la quinta generación? En primer lugar, se producirá una mayor velocidad de la red. Actualmente, las redes 4G alcanzan velocidades de hasta 1 giga por segundo, mientras que las redes 5G superarán los 10 gigas. Traducido en un caso práctico, implicará que, por ejemplo, la descarga de un contenido que hoy en día tarda minutos se hará en segundos.
Otro de los beneficios más destacados de esta tecnología es lo que se conoce como baja latencia, es decir, el tiempo que los datos tardan en recorrer la distancia entre el emisor y el receptor. Aunque en la actualidad la latencia ya es baja, las redes 5G prometen reducirlas hasta una horquilla de 1-2 milisegundos, lo que quiere decir que las interacciones con Internet o la nube serán casi instantáneas.
Esta baja latencia permitirá desarrollar industrias como la telemedicina, posibilitando que puedan realizarse operaciones, por ejemplo, a distancia. En el marco de la última edición del Mobile World Congress (MWC) 2019, celebrado en Barcelona, Antonio de Lacy, jefe del Servicio de Cirugía Gastrointestinal en Hospital Clínic, dirigió desde una sala una operación que se estaba produciendo en el quirófano de última generación Optimus del Hospital Clínic de Barcelona. Asimismo, desde Vodafone recuerdan que "el control remoto de dispositivos mejorará los servicios y procedimientos médicos que de otra manera no estarían disponibles para las comunidades rurales".
La baja latencia también es esencial para sectores como el de la conducción autónoma, que requieren del análisis de los datos en tiempo real. De hecho, desde 5G Automotive Association (5GAA) estiman que, con la llegada de esta tecnología, el riesgo de accidentes se podría reducir entre un 65% y un 68%.
Otras de las aplicaciones que se verán impulsadas, como señalan desde Vodafone, son el control a distancia de maquinaria pesada que hará que las situaciones peligrosas sean más seguras para las personas; la inspección industrial remota: líneas eléctricas, antenas de radio, oleoductos y gasoductos, ferrocarriles o detección de metano; o la energía, ya que gracias a las comunicaciones de datos 5G y de baja latencia las empresas de servicios públicos pueden mantener un suministro equilibrado en la red.
Millones de dispositivos conectados
Con las redes de quinta generación aumentará exponencialmente el número de dispositivos que podrán estar conectados a la red. Esto será posible gracias a la tecnología Massive MIMO, que soportará más de 1 millón de dispositivos conectados (wearables) por kilómetro cuadrado, a diferencia de los 100.000 dispositivos por kilómetro cuadrado que posibilita el 4G. Por tanto, el 5G permitirá la explosión del Internet de las Cosas (IoT).
Según las previsiones de IDC, para 2025 habrá 55.700 millones de dispositivos conectados en todo el mundo, el 75% de los cuales lo estarán a una plataforma de IoT. Actualmente, más de un 50% de la población mundial tiene acceso a Internet, según los datos de la Unión Internacional de Telecomunicaciones de las Naciones Unidas, si bien entre los jóvenes de 15 a 24 años esta cifra se eleva a casi el 70%.
Uno de los máximos exponentes del Internet de las Cosas serán las ciudades inteligentes o smart cities. Naciones Unidas prevé que en 2050 la población mundial alcance los 9.700 millones de habitantes, de los que un alto porcentaje vivirá en centros urbanos. Por ello, muchas ciudades apuestan por transformarse digitalmente para dar respuesta a los grandes desafíos que se plantean: polución, escasez de recursos, gestión de los recursos como el agua o la energía...
Por tanto, las ciudades inteligentes aplican las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) para interconectar diferentes áreas como gobernanza, economía, movilidad, medio ambiente, energía, sanidad, seguridad... con el objetivo de ser más eficientes y prestar mejores y nuevos servicios. Para ello, integran cada vez más tecnologías como la sensorización, el IoT, los algoritmos, la cloud, el big data, la Inteligencia Artificial (IA) y el blockchain en sus sistemas.
A este respecto, destaca el caso de la ciudad de Lalín en Pontevedra, cuyo uno de sus principales problemas es la escasez de infraestructuras tecnológicas. Por ello, ha puesto en marcha el proyecto Smart Lalín. Utilizando la plataforma inteligente Vodafone Smart Cities, el municipio ha implementado ya los primeros servicios controlados desde la nube como wifi de acceso libre y gratuito en los principales lugares públicos, un servicio de cartelería digital para mejorar la comunicación con los ciudadanos (por ejemplo, informando sobre eventos culturales o deportivos) y otro de control y gestión de plazas en los parkings públicos, de tal manera que los lalinenses puedan saber en todo momento cuál es la disponibilidad de los aparcamientos.
Este es el primer paso de un proyecto más ambicioso, ya que con la llegada del 5G también se pretende tener sensorizados los contenedores de basura a través de dispositivos conectados y ofrecer a los ciudadanos la posibilidad de realizar cada vez más gestiones de forma telemática. Como explica Xosé Crespo, alcalde de Lalín, el objetivo es convertirse en "una smart city de referencia en el mundo rural".
Tener una ciudad conectada a diferentes niveles lleva aparejada una cantidad ingente de datos almacenados y procesados. Y es en este punto donde la tecnología de quinta generación también supondrá una revolución. Actualmente, el volumen de información que genera el Internet de las Cosas no es abarcable por las infraestructuras existentes. Es aquí donde entra en juego el Edge Computing que, de la mano del 5G, abrirá un nuevo mundo de aplicaciones de baja latencia que hasta ahora no eran posibles.
Se trata de un nuevo paradigma de computación en el que los datos del IoT son procesados en la periferia de la red (cloud edge), en la misma fuente que los genera o tan cerca de ella como sea posible. Para entenderlo con un ejemplo práctico, cuando un usuario consulta su bandeja de entrada en su correo, esa petición viaja por la red hasta un centro de datos que puede estar, por ejemplo, en Estados Unidos. Ese viaje de ida y vuelta de los datos no suele suponer un problema, pero en determinados casos puede ser demasiado largo para la rapidez e inmediatez que se podría obtener si la nube estuviese más cerca. En el caso de un coche autónomo, que tiene que procesar información sobre semáforos, peatones, señales de tráfico, etc., esta tecnología podría suponer la diferencia entre sufrir o no un accidente.
Por ello, es necesario que el procesador que opera con la información esté lo más cerca posible. El Edge Computing podría asemejarse a los gobiernos regionales establecidos en un país para evitar que toda la gestión pase por el gobierno central. De este modo, esta tecnología reduce el consumo de energía, de ancho de banda y de latencia que se genera al enviar tanta información para que sea procesada en centros de datos remotos.
Adaptarse al entorno
Una de las mayores revoluciones que traerá el 5G es la posibilidad de personalizar la red, es lo que se conoce como network slicing. En este sentido, se podrá segmentar la red en función de las necesidades. Un coche autónomo no requerirá las mismas características que un servicio en streaming. Por tanto, el network slicing ofrece la posibilidad de personalizar la latencia, el ancho de banda o la cobertura, entre otros factores.
"Un automóvil autónomo se basará en la comunicación V2X (vehículo conectado) que requiere baja latencia, pero no necesariamente un alto rendimiento. Un servicio de transmisión de vídeo visto mientras el automóvil está en movimiento requerirá un alto rendimiento y una latencia constante para garantizar una experiencia de visualización aceptable. Ambas secuencias de comunicaciones podrían darse a través de la misma red física común, pero en diferentes segmentos de red lógica o virtual. Esto optimiza el uso de la red física y proporciona las características específicas requeridas por la aplicación", explican desde Vodafone.
En definitiva, el 5G va a ser una tecnología llamada a impulsar el crecimiento y la innovación en diferentes industrias y cuyo despliegue supondrá una auténtica revolución tecnológica. Desde compañías como Vodafone se ayuda a identificar cómo sacar el máximo partido de esta nueva tecnología analizando las necesidades actuales y buscando soluciones para la era del milisegundo que lo cambiará todo.
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