
Exige valorar sus pisos cada tres años o antes si el precio sufre grandes cambios.
El Banco de España da una vuelta de tuerca a la ley para atajar cualquier injerencia de la banca en las valoraciones de inmuebles y garantizar la independencia de las tasadoras. En un borrador de circular sometido a consulta del sector, el supervisor levanta una muralla china para aislar su trabajo de cualquier intento de influir en el precio con medidas como impedir al tasador tener relación con el empleado que otorga el crédito, fomentar la rotación de valoradores en las entidades financieras o vetar la existencia de ejecutivos cruzados aunque la tasadora sea filial del banco.
"Se pone por escrito -con fuerza legal- lo que las firmas tradicionalmente serias y que venían obrando con integridad" tenían interiorizado en su conducta de trabajo, explicaron en CBRE, la sociedad de valoración y tasación de Richard Ellis.
Rotación de valoradores
El pinchazo de la burbuja inmobiliaria puso a las tasadoras en la mira, al extender la sospecha de que inflaron las valoraciones en pisos a la venta, cebando la burbuja, y se ocultó después la depreciación para evitar los quebrantos que su reconocimiento hubiese provocado en los balances de los bancos. Fuentes bancarias niegan la connivencia y atribuyen la fuerte volatilidad en los precios al cambio radical que mudó el vigor de crecimiento en la economía en una crisis que ya se alarga cinco años. Pero en época precrisis, la tentación era latente porque más de la mitad de las tasadoras eran propiedad de los bancos. Hoy apenas es el 22 por ciento, tras desembarazarse las antiguas cajas de sus firmas (Tinsa, Tasa Madrid...).
Sin embargo, el supervisor trata de cortocicuitar cualquier vaso comunicante que vicie la valoración y aprovecha para impedir a la banca mantener pisos, edificios o locales en cartera con tasaciones infladas. El borrador de circular obliga a las entidades a retasar los inmuebles en balance, al menos, cada año sin son de uso comercial y de tres años si son residenciales. E, incluso, antes, ya que promueve la retasación "siempre que las condiciones del mercado u otras circunstancias indiquen que los precios pueden estar experimentando varaciones significativas".
Para evitar contaminaciones en las valoraciones impondrá a las tasadoras un reglamento interno de conducta, cuyo incumplimiento será causa de "penalizaciones". Entre el extenso abanico de medidas del código figura prohibir a los profesionales tasadores contactos con el cliente, evitar su trato directo con el comercial del banco que otorga el crédito o fijar procedimientos para que las informaciones que puedan recibir, relativas al préstamo o su importe, lleguen a orientar la tasación. No podrán tasar inmuebles vinculados a sociedades del grupo o relacionados con sus directivos ni tener incentivos en su retribución ligados a la concesión de hipotecas o aceptar regalos de clientes. Si efectúan valoraciones previas de cualquier edificio, se les prohibirá ser el tasador finalista, para evitar que el banco sondee a varias firmas y contratar a la que más le favorezca.
"Introduce mayor rigor, transparencia y refuerza la exigencia en la conducta de independencia técnica y económica" con los bancos, subrayan en CBRE, de Richard Ellis.