
La ministra de Vivienda, María Antonia Trujillo, se ha quedado desfasada. Su propuesta de ofrecer pisos de 30 metros cuadrados puede parecer una broma al lado de las tendencias que empiezan a adoptar algunos ayuntamientos e instituciones ante el problema de la vivienda.
La última ha partido del consistorio del municipio catalán de Mataró. Su concejal de vivienda, Francesc Teixidó, viajó hasta Londres para interesarse por los proyectos de la empresa británica Urban Space Management, dedicada al diseño de espacios habitables, entre ellos, el uso de contenedores marítimos.
Mi casa es un contenedor
La intención del ayuntamiento es convertir los contenedores en viviendas de alquiler para jóvenes debido a la larga lista de espera para acceder a una vivienda en esta localidad, "para abordar el problema de la vivienda desde otra perspectiva y aprovechar la posibilidad de construir un parque de viviendas más rápido y a un menor coste", según Teixidó.
El último grito tiene una superficie media de 60 metros cuadrados y la idea del consistorio es alquilarlos por entre 200 y 250 euros mensuales.
El uso de estos contenedores marítimos, que ya funcionan como viviendas, centros cívicos o guarderías en otros países europeos, permite acceder a la vivienda a un coste más bajo del habitual de manera "rápida, innovadora y sostenible". El ayuntamiento asegura que es la única manera de hacer frente al "encarecimiento de los pisos y a la falta de espacio" y su montaje es cuestión de días.
No es el único ejemplo
Éste no es el primer caso en España de uso de contenedores como alojamiento habitual. El verano pasado la Xunta gallega apoyó la construcción de viviendas, oficinas o albergues en el Camino de Santiago con contenedores de transporte.
En este caso, la justificación no fue la dificultad por acceder a una vivienda sino "redundar en la innovación, favorecer el trabajo del sector naval y paliar los altos precios del sector inmobiliario", aseguró Fernando X. Blanco, consejero de Innovación e Industria de la Xunta de Galicia.
De momento, el proyecto, conocido como Nuevos espacios habitables, sólo se ha llevado a cabo en el Centro Tecnológico Rural en la localidad de Marrozos.
Poco persupuesto
Construir una vivienda contenedor no es especialmente caro. El precio de la construcción, excluyendo la cadena de producción y el coste del suelo, se acerca a los 300 euros por metro cuadrado, según Rafael Novio, uno de los arquitectos encargados del proyecto gallego.
Francesc Teixidó apunta que el precio de la construcción, excluyendo el coste del suelo, "es entre un 30 y un 50 por ciento" de lo que cuesta un bloque de viviendas tradicionales. Algunos de los beneficios de usar un contenedor como espacio habitable, según sus defensores, es la autonomía de cada uno de los bloques de hierro en el reciclaje de agua y electricidad y la posibilidad de recubrirlos con aislantes acústicos y térmicos.
Frente a la maraña de papeleo que supone la construcción de auténticas viviendas, la construcción de los contenedores sólo necesita un proyecto visado por el Colegio Oficial de Arquitectos y una licencia de obras del ayuntamiento correspondiente.
También en contra
"El derecho a una vivienda digna está recogido en la Constitución. Esto de los contenedores está bien como una solución experimental, para un campamento o algo parecido, pero es una vergüenza que pretendan que los jóvenes vivan allí... ¡es un contenedor!". Miguel Font es el gerente de la Asociación de Promotores Inmobiliarios Aproin, una de las pocas asociaciones que se ha posicionado en contra de esta tendencia inmobiliaria.
Entre sus argumentos: "Los ayuntamientos nunca expropian sus terrenos para hacer pisos para jóvenes, el no cumplimiento del Código Técnico de Edificación" y la necesidad de dar dignidad a la vivienda. El hecho de que este tipo de vivienda se destine a los sectores más jóvenes de la sociedad también levanta ampollas: "¿Por qué tenemos que condenar a la gente joven a vivir en contenedores? ¿Vale todo para ellos?".