
Reformar una casa es una de las opciones más utilizadas por muchas personas -tanto propietarios como inquilinos- para dar una segunda vida al hogar. En el caso de los que viven de alquiler, existe un gran desconocimiento sobre qué mejoras pueden realizar o quién es el responsable de los desperfectos que puedan surgir en el proceso.
Lo primero que hay que tener en cuenta es que la Ley de Arrendamiento Urbano (LAU) es la que establece los derechos y obligaciones de los propietarios e inquilinos. En el caso de las reformas, el artículo 21 de la ley explica que el arrendador debe realizar todas las reparaciones necesarias para mantener la vivienda en condiciones habitables, sin aumentar la renta, a menos que el deterioro sea responsabilidad del arrendatario según lo dispuesto en el Código Civil. Además, las reparaciones menores relacionadas con el desgaste por el uso ordinario de la vivienda y con un coste inferior a los 150 euros, serán responsabilidad del arrendatario, según explican desde la plataforma habitissimo.
Por otro lado, el arrendador puede llevar a cabo obras para mejorar las características del inmueble y aumentar su valor, siempre y cuando no puedan diferirse razonablemente hasta el final del contrato de arrendamiento. En este caso, debe notificar por escrito al inquilino su intención de realizar estas obras al menos tres meses antes, especificando su naturaleza, inicio, duración y coste estimado.
En relación a las mejoras que pueden realizar los inquilinos, previo permiso del arrendador, son principalmente las que implican una mejora estética. Según habitissimo, podemos optar por pintar las paredes, ya que esta intervención mejora significativamente la estética y la calidad de vida en tu hogar.
"La pintura puede proteger tus paredes, mejorar la calidad del aire, reducir el estrés, aumentar la productividad, crear un ambiente más acogedor y mejorar la seguridad en el hogar", indican desde la plataforma", explican.
Por otro lado, podemos reparar o cambiar los grifos de la vivienda. "Este tipo de averías son bastantes frecuentes, los grifos de casa gotean porque se deterioran debido al propio desgaste, al constante flujo de agua que pasa a través de ellos y a un uso inadecuado. Cuando ese goteo incesante no se corrige a tiempo, corremos el riesgo de que provoque una erosión constante en la grifería que puede hacer que deje de funcionar. Nos tocará sustituirla, y cambiar un grifo de ducha o de la cocina siempre será más caro que arreglar esta avería", apuntan.
Discapacitados o mayores de 70 años
Por otro lado, según el artículo 24 de la LAU, el inquilino puede realizar obras necesarias en la vivienda para adaptarla a discapacidades o a personas mayores de 70 años (incluyendo su cónyuge, pareja o familiares que vivan con él), siempre que no dañen las áreas comunes o la seguridad del edificio. Una de las obras que pueden realizarse en cocina y baños, es la instalación de encimeras y lavabos con alturas ajustables para adaptarse a diferentes necesidades.
También pueden instalarse barras de apoyo en la cocina y el baño para proporcionar estabilidad y facilitar el movimiento. Por otro lado, se puede mejorar la iluminación de la vivienda, para mejorar la visibilidad poniendo más puntos de luz. Y finalmente, podemos cambiar el suelo, siempre que el casero lo acepte, por suelos antideslizantes o superficies uniformes que faciliten el desplazamiento y eviten resbalones.
Consentimiento por escrito
Hay que tener en cuenta que antes de emprender cualquier mejora en la propiedad arrendada, es imprescindible obtener el consentimiento por escrito del arrendador. Esto aplica especialmente a cualquier obra que pueda alterar la estructura o accesorios de la propiedad.
"Es muy importante destacar que bajo ninguna circunstancia se deben realizar intervenciones que comprometan la estabilidad o seguridad del inmueble", dejan claro desde la compañía. Si el inquilino realiza obras sin la autorización previa del arrendador, este último tiene el derecho de rescindir el contrato. Además, puede requerir que el inquilino restaure la propiedad a su estado original, o decidir conservar los cambios.