Los objetos de usar y tirar que utilizamos diariamente, con el tiempo, se descomponen en microorganismos y se dispersan por los diversos rincones y grietas que conforman el ecosistema. Sin embargo, cada desecho que no se recicla termina en el medio ambiente liberando toxinas, las cuales ponen en peligro la salud de las personas y a la vida silvestre.
Cada uno de los objetos que utilizamos en nuestro día a día tienen el potencial de contaminar de una manera diferente y, según el material con el que estén hechos, pueden tardar más o menos en descomponerse. Por ejemplo, todos sabemos el daño que provocan los productos plásticos al medio ambiente, pero estos otros artículos permanecen el tiempo suficiente como para causar estragos en nuestro planeta.
Botellas de plástico: entre 70 y 450 años.
Bolsas de plástico: entre 500 y mil años.
Latas de refresco: aproximadamente 50 años.
Latas de conserva: 200 años.
Algodón: entre uno y cinco meses.
Cuerda: entre 3 y 14 meses.
Colillas: entre uno y doce años.
Cartón de leche: aproximadamente 5 años.
Toallitas húmedas y pañales: entre 500 y 800 años.
Sprays: entre 200 y 500 años.
Botellas de vidrio: 4.000 años.
Servilletas de papel: entre 2 y 6 semanas.
Suelas de zapato: entre 50 y 80 años.
Ropa de nailon: entre 30 y 40 años.
Pilas: 100 años.
Vasos y productos para envasar de polipropileno: no es biodegradable.
Chicle: cinco años.
Lámparas y bombillas: 50 años.
Mecheros: más de 100 años.
Cajas de cartón: un año.
Bastoncillos para las orejas: 150 años.
Desechos orgánicos: cuatro semanas.
Pañuelos: 3 meses.
Tapones de plástico: más de 100 años.
Baterías de móvil: entre 450 y mil años.
Tampones y compresas: más de 800 años.
Cinturones de cuero: 50 años.
CDs: no son biodegradable.
Tarjetas SIM y de crédito: mil años.
Corchos de plástico: 100 años.