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¿Por qué decimos "¡Jesús!" cuando alguien estornuda?

  • Todo comienza con una sensación de cosquilleo en las fosas nasales
  • La respuesta a esta gran pregunta se remonta a tiempos pasados
Imagen: iStock

Cualquier estornudo comienza con una sensación de cosquilleo en las fosas nasales. Poco después respiramos hondo, inclinamos la cabeza hacia atrás y finalmente cerramos los ojos para expulsar violentamente aire por la nariz. Estornudar es un mecanismo de defensa para evitar que agentes extraños entren en el interior de nuestro cuerpo. Pero, ¿por qué decimos "¡Jesús!"?

La respuesta a esta gran pregunta se remonta a tiempos cuando la sociedad era mucho más supersticiosa que ahora, justo cuando se creía que el estornudo separaba el alma de nuestro cuerpo. Para evitar que el diablo nos la robara, se pronunciaba "¡Jesús!" a modo de conjuro para liberar el alma de las garras del mal y para devolverla a su legítimo propietario.

Pero todo esto no termina aquí, porque también se cree que el ya clásico "¡Jesús!" que escuchamos después de cada estornudo tiene su origen en épocas de grandes epidemias como la peste. Y dado que los estornudos continuados suelen anunciar el principio de alguna enfermedad, antiguamente era una forma de bendecir a la persona afectada.

Una costumbre que se ha heredado de generación en generación

Finalmente, y para que veáis que esta es una costumbre que se ha heredado de generación en generación, nuestros antepasados también creían que el estornudo era un mecanismo de defensa del cuerpo para librar las malas influencias del diablo. El acto de bendecir a alguien con un "¡Jesús!" era una forma de actuar como salvaguardia contra la posesión de un demonio. Sin embargo, si la persona que había estornudado no daba su agradecimiento a la bendición, se pensaba que ésta invitaba al diablo entrar en su cuerpo.

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