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Ingerir arsénico y otros trucos de belleza terroríficos del siglo XIX

  • Algunos de los muchos tratamientos de belleza impensables hoy en día
  • Trucos de belleza que se utilizaban durante los siglos XVII, XIX y XX
Mujer con corsé. Imagen: IStock

Tratamientos cosméticos que queman la piel de la cara, supresores del apetito que tienen riesgo de insuficiencia cardíaca, cirugías cosméticas "naturales" que cambian la constitución de cualquier tipo de cuerpo... Estos son algunos de los muchos trucos de belleza que se utilizaron en el siglo XIX que abarcan desde las físicamente dolorosas, hasta las médicamente peligrosas.

Apretar la cintura con corsés

En la década de 1800, la invención de corsés con ojales de metal permitió a muchas mujeres ajustarse la cintura con consecuencias terribles. Aunque no todas las mujeres se apretaran sus corsés hasta el punto de ahogarse o lesionarse, probablemente ninguna de ellas consiguió la cintura de 35 centímetros que anunciaban muchas revistas de moda del siglo XIX.

Corsé. Imagen: Gettyimages

Sin embargo, la ropa interior se entrelazaban a menudo con tanta fuerza, que restringía la respiración de las mujeres. A ello le sumamos que a largo plazo, usar corsés causó atrofia muscular, deformando la caja torácica y desalineando la columna vertebral.

Ingerir arsénico

Productos químicos. Imagen: Gettyimages

En el siglo XIX y antes, algunas personas consumían arsénico para "una tez floreciente, ojos brillantes y una apariencia irresistible". Existían algunas precauciones de seguridad como tomarlo durante luna creciente o ingerir una dosis del tamaño de un grano de mijo. Si tomabas más de lo recomendado antes de que el cuerpo construyera una tolerancia, las consecuencias eran tales como un doloroso síndrome de abstinencia y síntomas como vómitos y espasmos musculares.

Aplicarse crema radiactiva en la cara

A principios del siglo XX, antes de que nadie tuviera idea sobre los terribles riesgos para la salud ante una exposición radioactiva, este tipo de cremas estaban de moda. En la década de 1930, un médico llamado Alfred Curie capitalizaba su asociación con los famosos investigadores radioactivos para lanzar Tho-Radia, una marca de cosméticos francesa cuyos productos presentaban sustancias radiactivas como el cloruro de torio y el bromuro de radio.

Crema 'Tho-Radia'. Imagen: Wikipedia

Los anuncios de esta crema para la cara afirmaban que la fórmula radiactiva podría estimular la "vitalidad celular" de la cara, reafirmar la piel, curar los forúnculos y las espinillas, eliminar arrugas, detener el envejecimiento y conservar la "frescura y luminosidad de la tez".

Maquillaje de plomo

A fines del siglo XVIII, aproximadamente más de 400 mil europeos morían de viruela por cada año que pasaba. Si tenías la suerte de sobrevivir, la enfermedad dejaba cicatrices severas, razón por la que se originó el maquillaje de plomo. La mejor manera de cubrir las marcas de la viruela y otras imperfecciones, fue el polvo de cara hecho de plomo y lo utilizaban tanto hombres como mujeres.

Maquillaje de plomo. Imagen: Wikipedia

Era económico, fácil de fabricar, recubre bien las imperfecciones y tiene un acabado sedoso. Incluso entonces se sabía que era tremendamente tóxico; no solo causaba inflamación ocular, pudrición dental y calvicie, sino también hacía que la piel se ennegreciera con el tiempo, requiriendo más polvo de plomo para tapar la cara, los hombros y el pecho que estaba tan de moda.

Comer huevos de tenia

Huevo de tenia. Imagen: Gettyimages

A principios de la década de 1900, varias cuentas periodísticas informaron que algunas mujeres estaban comiendo píldoras llenas de huevos de tenia como una forma efectiva de perder peso. Los huevos de tenia supuestamente ecolosionarían y se instalarían en el intestino de su huésped, consumiendo los nutrientes que de otro modo serían digeridos por la persona en cuestión. Este método mantendría a la persona desnutrida y delgada, pero a la larga sufriría de insuficiencia cardíaca y moriría.

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