
Las lavanderías de monedas de toda la vida están más relacionadas con el término "lavado de dinero" de lo que pensamos. La expresión no solo se refiere al hecho de transformar dinero negro de negocios más que sospechosos en riqueza legal, si no que está relacionada con una de las muchas inversiones del mafioso Capone para mantener sus beneficios en constante movimiento.
Al Capone, icónico mafioso estadounidense famoso por aprovechar las grandes oportunidades que se presentaron con la Ley Seca en los años 20, llegó a amasar una fortuna valorada en 100 millones de dólares de la época (alrededor de 1.400 millones de dólares actualmente). Pese a la dudosa procedencia de toda su riqueza, debido a la legislación del momento la única forma que se encontró de llevar a prisión a Capone fue por evasión de impuestos.
Con inmensos beneficios floreciendo día a día de sus negocios, el imperio del crimen de Capone se las tuvo que ingeniar para mover constantemente su riquezainvirtiendo en nuevos negocios. Una de estas redes en la que entraba y salía capital eran las lavanderías, de donde según cuenta Delena D. Spann, de TED-Ed, nació la expresión "lavado de dinero" que aún hoy en día permanece en el vocabulario popular.
Aunque en la actualidad existen técnicas mucho más avanzadas de lavado de capital que en la época de Capone (como las offshore o las divisas digitales), según cuenta Spann, se sigue utilizando el mismo sistema de tres pasos que usaba el conocido criminal. En primer lugar es necesario mover el dinero negro invirtiendo en propiedades y negocios, para lo que son de gran utilidad los testaferros y compañías anónimas.
En segundo lugar entra en juego la estratificación, efectuando múltiples transacciones con transferencias de una cuenta a otra, compra venta de bienes de lujo o inversión en negocios como casinos para que cada vez sea más difícil identificar el origen del dinero. La fórmula concluye, según cuenta Spann, con la integración en el sistema: el dinero negro se vuelve a introducir en la economía, directo al bolsillo del criminal y normalmente se invierte en en negocios legales, e incluso en caridad para de paso lavar también la imagen.
El lavado de dinero no se identificó como crimen federal hasta 1986 en Estados Unidos, con el fenómeno del narcotráfico en su máximo apogeo. A partir de este año, solo era necesario demostrar que el investigado estaba ocultando dinero para poder confiscar su riqueza, siendo de esta forma mucho más fácil perseguir a las grandes organizaciones criminales.
Aunque es complicado hablar de datos exactos por razones más que obvias, se estima que cada año el lavado de dinero a nivel global alcanza cifras de cientos de miles de millones de dólares.