
Como destino del mes, en esta ocasión viajamos a Petra, el enclave arqueológico más importante de Jordania, famoso por la grandeza de su arquitectura tallada en piedra arenisca. Las ruinas de esta antigua ciudad nabatea impresionan a todo aquel que las visita y entusiasman a quienes todavía no las conocen.
La "ciudad rosada", como es conocida por el color que adopta la piedra a primera hora de la mañana o al caer la tarde y que hace más soberbia su belleza, fue creada por los nabateos, los nómadas beduinos que procedían del norte de Arabia, hace más de 2.000 años. Partiendo de cuevas en la roca, construyeron una increíble ciudad fortificada, cuyas fachadas corresponden -en su mayoría- a tumbas de las familias más ricas de la época.
Llegamos a esta ciudad escondida a través del Siq, un desfiladero de color rosado de 1,5 kilómetros de longitud, que desemboca frente al Tesoro o Al-Khazneh, el monumento más suntuoso de Petra y el primero que el viajero tiene el honor de visitar. Con 43 metros de alto y 28 metros de ancho tallados en la sólida roca, se encuentra rodeado de cuevas, templos, tumbas y el Teatro Romano.
Existen otras formas de llegar al Tesoro, pero perdería gran parte de su encanto. Tras esta construcción, la ciudad comienza a abrirse entre tumbas y diversas edificaciones talladas en roca por la Calle de las Fachadas, hasta llegar al Ninfeo, una fuente dedicada a las ninfas, las diosas acuáticas, cuyos restos todavía son visibles en la vía Columnada, con varias columnas reconstruidas que hacen honor a su nombre. Hacia el sur de esta calle damos con la zona de los mercados, dividida en tres: Mercado Bajo, Mercado Medio y Mercado Alto.
Si vamos hacia el norte llegamos al lugar donde descansan las ruinas del poco reconocible Palacio Real. Contiguos a éste, se encuentran la Iglesia Bizantina y el Templo de los Leones Alados, construido en el año 27 d.c. para homenajear a la diosa de la fertilidad, Atargatis. Fue un importante templo con una columnada en la entrada y arcos y pórticos que se extendían hasta la parte de abajo. La piedra y el yeso que lo conformaban están hoy en el Museo Nabateo, situado a pocos metros de la Puerta de Temenos, donde termina la Calle Columnada.
Cerca de esta vía principal se encuentra el Gran Templo de Petra, que desde 1993 ha sido objeto de múltiples excavaciones, gracias a las cuales se han obtenido espectaculares resultados de esta edificación nabatea construida en el siglo I a.C.
Una de las excursiones más atractivas que hay que realizar obligatoriamente en Petra es la ascensión al Monasterio (Al-Deir), uno de los muchos tesoros. Situado en la cima de las montañas de la ciudad nabatea, su construcción, en el siglo III d.C., es muy similar a la de Al-Khazneh, pero de mayor dimensión. La ascensión hasta el monumento es muy dura y lleva una hora aproximadamente, por lo que es aconsejable hacer este camino en camello o burro. Durante el mismo, se puede disfrutar de los muchos rincones y restos de construcciones que formaban antiguamente la ciudad: los restos romanos, su anfiteatro, los templos, la Tumba del León, etc. Subir al Monasterio tiene una de las mejores recompensas: disfrutar de una bebida refrescante en un pequeño puesto de bebidas cuyos asientos están colocados estratégicamente, de forma que puedes disfrutar al mismo tiempo de unas vistas alucinantes del valle del Aravá.
El más accesible de los lugares de sacrificio en las montañas de Petra es el Monte del Sacrificio, conocido por los habitantes de la zona como "Al-Madbah" ("altar"). Aunque sus altares no son de lo más impresionantes, las vistas que desde allí pueden divisarse sí que lo son. La subida dura unos 45 minutos y pasa, ya en la cumbre, por dos obeliscos dedicados a los dioses nabateos: Dushara y Al-?Uzza. Desde allí, lo ideal es hacer el recorrido hasta el Monumento de la Serpiente, y regresar por el Qasr al-Bint, más conocido como el "Castillo de la Hija del Faraón". Esta excursión tiene una duración aproximada de tres horas, por lo que es aconsejable ir bien provisto de agua y protegido del sol.
El mejor momento para visitar Petra es a primera hora de la mañana, hasta mediodía, o a última hora de la tarde, cuando la inclinación de los rayos del sol resalta el color rosado natural de las rocas y hace aún más increíble la experiencia de viajar a este lugar.
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