Viaje del mes

La India en la mente

Un habitante de la ciudad de Jaipur.

Delhi, Agra y Jaipur forman el llamado Triángulo de Oro, el clásico viaje por el que recibiremos el 'bautismo indio'. Sus monumentos: el Fuerte Rojo, el Taj Mahal y el Palacio de los Vientos quedarán ya como postales imborrables en nuestra memoria viajera. A la vuelta, estaremos ya pensando en volver... porque la India es mucho más.

Mucho más que ver fotos de elefantes pintados de colores o que escuchar cuentos sobre serpientes encantadas, la India es el escalofrío que recorre nuestro cuerpo cuando la visitamos por primera vez.

La India no decepciona. Todo lo que hemos visto en los documentales es cierto (lo que hemos leído no tanto): calles abarrotadas de gentío que forman un arco iris de turbantes y de saris; de vacas flacas a la deriva deambulando por las anchas avenidas o por los angostos callejones (o por donde se les antoje); de bengalas festivas, de antorchas ceremoniales, de velas votivas... Todo puede que lo hayamos visto ya varias veces en la 'planitud' de la pantalla de televisión, pero allí, en su terreno, se percibe de otra manera, quizá por el olor penetrante del sándalo quemado, de las especias, del perfume de pachulí o por el ruido de los cláxones y los pitos de los gendarmes de tráfico. Vivirlo es otra cosa.

En la ciudad de Delhi.

También hacer constar que aunque ningún turista busca deliberadamente las estremecedoras imágenes de la miseria, esta sale a nuestro encuentro y clava su mirada en nosotros... ¡ricos turistas! El sistema de jerarquización social -las castas- impuesto en la antigüedad por una oligarquía religiosa dominante, no ha evolucionado en nada. Las normas de convivencia las siguen impartiendo los descendientes de los primigenios sacerdotes.

En primer lugar están los brahmanes, los que hablan con Dios a solas, los (supuestamente) eruditos conocedores de lo metafísico; después sigue la casta de los kchatrias, es decir: el ejército con medallas y cuerpo administrativo; luego vienen los vaishyas, la casta de los comerciantes y artesanos con pedigrí; la cuarta casta es la de los sudras, los artesanos pobres y trabajadores; y a la cola, por debajo de las cuatro castas, están los intocables, los que se encargan de los trabajos de baja categoría, es decir: barrer la calle o limpiar las letrinas. Además están los que no quieren limpiar nada y se autocalifican como renunciantes, son los desheredados, los parias. Aquello de "los últimos serán los primeros", en estas latitudes tampoco se practica.

La India es tal y como la vemos allí, que parece una obviedad, pero no lo es. Algunos podrían pensar que van a realizar un viaje hacia un lugar dotado de un cierto valor sagrado, que puede tener incluso un componente purificador... o cuanto menos espiritual. Pues nada de eso, porque 'eso' sólo está en los libros, ni siquiera en las películas antiguas... ¡por no hablar del fenómeno de cine actual llamado Bollywood!

Las calles de Dehli.

El pasado y el presente existen simultáneamente y podemos pasar del siglo I al siglo XXI. Increíble India. Lo que sí tiene la India son las claves que activan los resortes de nuestros sentidos, nos enreda en su estética y la parafernalia de sus espectaculares imágenes religiosas, nos seduce con su música envolvente y nos asombra con sus miles de colores. ¡Cómo no extasiarnos ante esos dioses con cabeza de elefante, o con la cara de mono, o con la piel azul! Todo un mundo mágico que nos sorprende a cada paso y que incrementa la emoción de sentir que estamos descubriendo otra visión surrealista del Universo que no podíamos imaginar y que sólo viviéndola en persona podremos percibir.

Déjese llevar por el guía... pero póngale límites. Un recorrido por los históricos monumentos vacíos de vida pero abarrotados de grupos de turistas se puede convertir en una pesada gymkhana. Escúchele bien porque todo es cultura y tome nota: que si los informáticos indios también tienen ya que emigrar, que si la corrupción generalizada es también el pan nuestro de cada día, etc... En fin, le contará las mismas penas que tenemos nosotros en nuestro país, pero en versión hindú. Para seguir tomando nota: en India se inventó el preservativo, aunque ahora en tiempos de crisis, el uso de bolsas de plástico, que resultan mucho más baratas, contribuye eficazmente a incrementar la superpoblación del país: ya van por los 1.200.000 millones de habitantes.

Visitas guiadas

Pero vayamos a las visitas, que a eso hemos venido. En Delhi, la gran capital, en la nueva y la vieja Delhi, cuando llega la hora punta -que es casi todo el día- la megaurbe se transforma en un gran megáfono ensordecedor, momento ideal para visitar sus monumentos históricos: el Fuerte Rojo, la Mezquita de Jama Masid, el arco conmemorativo de la I Guerra Mundial (Puerta de la India), el Qutub Minar... y una curiosa columna de metal que data del siglo IV DC, a la que llaman Columna de Hierro, pero que no debe ser de hierro porque permanece sin corroer.

Agra. Taj Mahal.

Huelgan las palabras para sintetizar por escrito una vez más el monumento más extravagante que jamás se haya construido por amor: el Taj Mahal de Agra. Las lágrimas del emperador Sha Yahan, transformadas en mármol blanco que convirtieron a su esposa Mumtaz Mahal en un canto a la vida. No es recomendable entrar al recinto cerrado de la tumba porque es angustioso verse rodeado de cientos (cifra aproximada) de lugareños que circulan alrededor del catafalco, sin embargo sí es recomendable hacer tiempo merodeando por sus jardines hasta que el crepúsculo tiña de melancolía el río Yamuna. Fatehpur Sikri es una ciudad abandonada a medio camino entre Agra y Jaipur, que también está en el recorrido turístico. Todos los turistas la visitan (vive de eso)... ¡por qué no ir! Allí podremos comparar la arquitectura hindú con la musulmana y aprender alguna lección de historia. Está lleno de vendedores pesados, compre algo por un dólar y le dejarán en paz.

Jaipur es el tercer punto del triángulo dorado. Es una ciudad llena de atractivos, y no sólo antiguos... sino también atemporales. Mejor callejear por el Bapu Bazar que esperar el momento de iluminación adecuado para hacer la foto del Hawa Mahal (Palacio de los Vientos). Aprovechemos una tarde completa para hacer compras porque -además de divertido-, es la ciudad indicada del norte de la India para comprar cualquier cosa autóctona: joyas, quincalla, tallas en madera, alfombras, saris, etc... Y no olvide que todos los precios se regatean, hay que entrar en el juego.

Al día siguiente, de mañana y con sol, puede visitar el Jantar Mantar de Jaipur, el observatorio astronómico mayor del mundo construido en 1728, y que aún tiene instrumentos en condiciones de funcionamiento. Todo un placer para los interesados en conocer los artefactos para medir la posición de las estrellas.

Nos queda otro plato fuerte del viaje, el obligado paseo a lomos de un elefante que nos subirá por una soleada pendiente hasta el Fuerte Amber, situado a las afueras de Jaipur. La entrada -subidos al elefante- por la 'Puerta del Sol' (Suraj Pol, en hindi) es otro de los momentos para tener en un documento gráfico y presumir de viaje.

Jaipur. Fuerte Amber.

Insista en que el guía le lleve por los mercados ¡menos tiendas turísticas y más mercados callejeros! Insista para que le lleve a pasear por las calles llenas de colores, de olores y de monos... Súbase también a un rickshaw y sienta el vértigo del endiablado tráfico... y abandone por unas horas el aire acondicionado del hotel. Cuando vuelva pensará que ha visto más cosas de las que recuerda, pero recordará más cosas que las que ha visto.

Cómo viajar a la India
No hay vuelos directos desde España, pero la compañía india Jet Airways es la que ofrece más y mejores conexiones. Tiene 7 vuelos diarios con enlaces desde Bilbao, Madrid y Barcelona (vía Londres o Bruselas).

La duración del viaje es de aproximadamente 8 horas si la conexión se hace -por ejemplo- desde Bruselas, a las que habrá que añadir 2.30 h. del vuelo Madrid-Bruselas ó 1.30 h. si el viaje se inicia en Barcelona.

Jet Airways es la compañía aérea que ofrece el mejor servicio 'business class' según los premios "Business Traveller Awards".

Es recomendable ponerse en contacto con una agencia especializada en el recorrido del 'Triángulo de Oro' como LPTI Le Passage to India, que seleccionará los mejores hoteles según su presupuesto. Teléfono de contacto: 93 429 96 25 ó en la dirección de correo electrónico: lepassage@eresmas.net

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