
Un viaje tiene que ser algo más que un viaje. Debe conseguir que te anime, que te relaje, que te lleve a mundos diferentes, que te haga soñar y que te genere unas ganas increíbles de repetir. Si a eso le unimos la sensación de haber descubierto un pequeño tesoro, la satisfacción resulta perfecta.
Stuttgart es un inesperado descubrimiento envuelto en industria y frío. Con vuelo directo de Iberia Express, desde el pasado mes de octubre, a tan sólo dos horas y 40 minutos desde Madrid, nos espera una ciudad que resulta especialmente atractiva en Navidad.
Con 600.000 habitantes y situada en un valle, Stuttgart es la capital del Estado federado Baden-Wurtemberg y la sexta ciudad más grande de Alemania. Su origen tiene que ver con los antiguos establos del duque Liudof de Suabia, los denominados Stutengarten que con el paso del tiempo terminó derivando en el nombre actual de la ciudad. Además, el caballo se convirtió en uno de los signos de la ciudad y en la actualidad aparece en su escudo.
Para entender la historia de la ciudad alemana tenemos que hablar de dos elementos fundamentales: el vino y la revolución industrial.
Los suabos -nombre que reciben sus habitantes- aman el vino y siempre está presente en todas sus comidas. Son los alemanes que más vino beben al año, duplicando el consumo de sus compatriotas. Dicen que esta costumbre se debe a la mala calidad del agua que en muchas ocasiones obligó a sus habitantes a que el vino manase de sus fuentes sustituyendo al agua. Las viñas abundan en toda la región, incluso se cuelan en el interior de la ciudad.
La llegada de la revolución industrial cambió la vida de los habitantes de Stuttgart. La agricultura dejó paso a la industria y su población aumentó de forma considerable. Existen tres grandes marcas que se asocian a la ciudad: Bosch, Mercedes y Porsche. Robert Bosch fue un empresario diferente, en 1886, abrió su propio "Taller de Mecánica de Precisión e Ingeniería Eléctrica" y un año más tarde, hizo una mejora decisiva en un dispositivo magnético de encendido no patentado generando una chispa eléctrica para encender, es decir, creando la bujía. Durante toda su vida creyó en la importancia de la formación y en el cuidado de sus empleados, introduciendo la jornada de 40 horas.
Mercedes es otra de las marcas emblemáticas de la ciudad y su presencia se hace constante. De visita obligada para los amantes y no amantes de los automóviles, el Museo Mercedes-Benz muestra prácticamente por completo los 125 años de la historia del automóvil desde el primer día. A lo largo de nueve niveles y una superficie de 16.500 metros cuadrados se exponen 160 vehículos y más de 1.500 objetos relacionados con la automoción. El museo está dedicado a la innovación y muestra que Mercedes siempre mira hacia el futuro.
Pero además de tecnología e industria, la ciudad alemana reúne lugares llenos de encanto. Podemos empezar por sus dos palacios. El "Nuevo", residencia de los reyes de Württemberg, fue construido en 1746, en estilo clásico y con notable influencia francesa. Actualmente alberga los Ministerios de Economía y Cultura, así como la llamada "Sala Blanca", una de las más bellas salas de música de cámara germanas. Por su parte, el Palacio "Antiguo" es un edificio de estilo renacentista, con un magnífico patio interior del mismo estilo. Su construcción comenzó en el s. XIII, siendo reconstruido en 1553 y 1578 por los arquitectos Aberlin Tretsch y Blasius Berwart. Hoy en día acoge el Museo Nacional de Württemberg y en su patio interior se realiza la inauguración anual del Mercado de Navidad.
La Navidad es precisamente una de las mejores épocas del año para visitar la ciudad y adentrarnos en su mercadillo navideño, con más de 280 puestos, decorados especialmente con motivos navideños y que ofrecen artesanía típica, gastronomía, productos textiles... A media mañana, al sol, podemos hacer una pequeña parada para tomarnos un vino caliente y un pretzel, un pan inventado por un panadero de la ciudad, mientras admiramos la estatua del poeta decimonónico Schiller, uno de sus ciudadanos más ilustres.
A pocos metros encontramos la Ópera, antiguo teatro de la corte real, construido entre 1909-1912 por Max Littmann en arenisca y restaurado en los años 80. Cada año acoge las mejores obras del ballet y la ópera de Stuttgart. Entre uno y otro edificio existe una pequeña joya, la Fuente del Destino en recuerdo a la cantante de ópera Anna Sutter, quien fue asesinada por su amante, y que refleja los mejores y peores aspectos de la vida.
Situado en el centro histórico, nos llamará la atención un cubo de cristal. Se trata del Museo de Arte de Stuttgart un edificio elegante al que debemos subir para poder disfrutar desde su terraza de las mejores vistas de la ciudad.
Existen numerosos museos en el mundo pero ¿alguna vez habéis estado en el Museo del Cerdo? Este insólito lugar posee una colección dedicada a este animal que reúne 41.000 ejemplares de peluches, artesanía, vidrio, entre otros materiales. Y es que la ciudad de Stuttgart alberga numerosas curiosidades que la hacen especial.
Por ejemplo, encontramos la antecesora de nuestra Torre España o Piruli, la Torre de la Televisión, símbolo moderno de Stuttgart. Creada en 1956 por los arquitectos Leonhardt, Gutbrod y Heinle, alcanza los 217 metros de altitud. También podemos pasear por la calle peatonal comercial más larga de Europa: la Königstraße, en el centro de Stuttgart, que atraviesa importantes enclaves de interés, como la plaza del palacio Schloßplatz, Königsbau, y que atrae a los viandantes con sus grandes almacenes, tiendas de conocidas cadenas de moda y negocios tradicionales.
Además, cuenta con "Wilhelma", uno de los parques zoológicos y jardines botánicos más bonitos de Europa, construido entre 1842 y 1853 por orden del rey Wilhelm I de Württemberg, a modo de jardín árabe. Actualmente, en él viven más de 9.000 animales pertenecientes a más de mil especies distintas.
Y para rematar, ya puestos en Stuttgart, merece la pena dedicarle unas horas a Esslingen, pequeño pueblo al que llegaremos en menos de media hora en tren. Se trata de una pintoresca localidad rodeada de viñedos y vigilada por la fortaleza de Hochwacht. Esslingen -perfectamente conservado, ya que no sufrió daños en la Segunda Guerra Mundial- cuenta también con un mercadillo navideño, que se complementa con un mercadillo medieval hasta el 22 de diciembre. Una ocasión perfecta para regresar al pasado y conocer objetos y profesiones de la época. Recomendamos realizar un paseo por el pueblo para admirar sus casas entramadas, sus iglesias y su torre inclinada de la mano de uno de los mejores guías locales, el español Juan Almansa.
Más información:
Turismo de Alemania: www.germany.travel
Turismo de Stuttgart: www.stuttgart-tourist.de/es
Cómo llegar:
Iberia Express vuela cuatro veces a la semana a Stuttgart (www.iberiaexpress.com)