Es indudable que Segovia es una provincia de las más admiradas de nuestro país. Su riquísimo patrimonio y unos paisajes variados y espectaculares atraen a multitud de visitantes durante todo el año. Pero más allá del Acueducto, El Alcázar, el Palacio de La Granja hay muchos lugares muy interesantes, perfectos para un fin de semana con amigos, una escapada romántica o la celebración de eventos de todo tipo. El Castillo de Castilnovo, totalmente restaurado y convertido en hotel, es un ejemplo perfecto, que tuve la oportunidad de visitar recientemente durante un soleado fin de semana.
Situado en la vega del Río San Juan, esta poderosa fortaleza hunde sus raíces en la Alta Edad Media. Tuvo su origen en una torre de avistamiento en el siglo VIII y ya en el X su fábrica estaba construida. Sus muros han cobijado a ilustres huéspedes, como los Reyes de Aragón, don Álvaro de Luna o los mismos Reyes Católicos. Los siglos transcurrieron, con el castillo pasando de mano en mano entre poderosas familias. El abandono se cebó en sus viejas piedras y en 1976 se hallaba prácticamente en ruinas.
En esa época, un grupo de mexicanos y españoles decidieron comprarlo para convertirlo en sede de la Fundación Hispano-Mexicana Castilnovo, cuyo propósito fundacional es la defensa y difusión de lo hispano en todo el mundo. El castillo fue reconstruido entre los años 1984 y 1989, convirtiéndose desde entonces en marco de exposiciones, festivales, conferencias, etc.
Pero eso no es todo. En otra vuelta de tuerca en la larga historia de Castilnovo se pensó en cobijar entre sus venerables murallas un hotel que se convirtiera en referencia hostelera para la provincia de Segovia. El resultado: la apertura en abril del pasado año del Hotel Castillo de Castilnovo y del Asador del Señor Conde de Castilnovo. Un hotel de ensueño en plena naturaleza, con 19 espaciosas habitaciones todas distintas entre sí, un recinto ferial para nada menos que 1.000 personas, auditorio para 70 y Salón Real con capacidad para 300 invitados. Todo dentro de este soberbio conjunto arquitectónico gótico-mudejar con ventanas de arcos ojivales y con una decoración interior que lo convierte en único, con espacios como la capilla, las bibliotecas Miguel Alemán y Marqués de Lozoya y los museos de tallas de vírgenes de Guadalupe, de pintura y de 'Charrería', con más de 700 máscaras mexicanas (En breve se abrirá también un Museo Taurino).
Otra ventaja que tiene Castilnovo es su situación, que hace de él el mejor punto de partida para excursiones por los alrededores. Mencionaremos dos a tiro de piedra. En primer, para comer y beber excelentemente, el pueblo de Sacramenia, que posee una larga tradición sirviendo una de las joyas de la cocina castellana: el asado de lechazo. Un lugar perfecto para degustar esta maravilla son las Bodegas Zarraguilla, en donde acompañan las viandas con selectos vinos de crianza de la D.O.P. Vinos de Calidad de Valtiendas. Caldos con presencia, serios, potentes, muy adecuados para este tipo de asados. Y después (o antes) de comer, una visita al pequeño pero interesante museo etnográfico sobre la elaboración tradicional del vino en la propia bodega.
Otra localidad muy interesante que visitamos es Fuentidueña. Bañada por los ríos Duratón y Fuentes, esta pequeña villa se alza sobre una ladera empinada del valle del Duratón. En la parte superior del cerro se encuentran los restos del castillo, del que parte la muralla que la circundaba. Varios reyes celebraron allí Cortes y otorgaron privilegios. Al pasear por sus calles se advierte la importancia histórica del lugar. La Iglesia de San Miguel, románica del siglo XII, el Hospital de la Magdalena, declarado Bien de Interés Cultural y unos cuantos palacios, capillas, iglesias y conventos ligados con apellidos como Lara, Luna, Mendoza o Portocarrero dan fe de pasado esplendor y conservan para la villa ese aire noble y austero de la vieja Castilla.
Más información:
Hotel Castillo Castilnovo. www.hotelcastilnovo.es
Bodegas Zarraguilla. www.bodegaszarraguilla.es
Fuentiduña Turismo. www.fuentiduena.com