La cooperativa ADU Mediterráneo, liderada por el presidente de los contratistas valencianos, José Luis Santa Isabel, se ha impuesto en la puja por Mestalla y será la adjudicataria de las parcelas de la Avenida Aragón si fructifica el acuerdo en el que trabajan ambas partes. Así lo precisan a elEconomista fuentes conocedoras de la operación, que explican que el Valencia CF y la firma ya trabajan en la redacción de un contrato para sellar el compromiso. Como explicó este diario, oferta de la cooperativa, de más de 100 millones de euros, es la más elevada que ha recibido el club.
Preguntadas al respecto, fuentes de ADU subrayan que siguen a la espera de confirmación oficial. "Si se deciden por nuestra oferta, como deseamos, estamos preparados para asumir el proyecto. Tenemos mas del 50% de las suscripciones comprometidas en un mes y medio. Todo dependerá de que el Valencia CF tome su decisión final en las condiciones que nos imponga en el contrato, a suscribir en su caso", afirman.
La preadjudicación del Valencia CF pone fin a un proceso de venta de casi un año en el que el club ha trabajado codo con codo con Deloitte para tratar de encajar las piezas del complejo puzle de su situación patrimonial, legal y financiera. El objetivo es dejar Mestalla para cumplir con la sentencia que exige su demolición, vender las parcelas a buen precio para acabar el estadio de Cortes Valencianas en los ajustados plazos que restan para acometer el traslado, y hacerlo todo con el visto bueno de Bankia, el gran acreedor de un club con un elevado endeudamiento.
Deloitte abrió un proceso privado para tratar de resolver esta encrucijada. Elaboró un dosier que llegó a las mesas de los principales actores del sector inmobiliario de la Comunitat Valenciana y del conjunto de España, pero la complejidad de la operación fue motivando descartes a medida que avanzaba el proceso. ¿Las razones? El riesgo de toda iniciativa promotora en este caso se multiplicaba por que los plazos eran mayores, ya que el Valencia CF no tiene intención de irse de Mestalla hasta tener acabado el nuevo coliseo. Además, un 40% de la edificabilidad en el espacio es terciaria, con lo cual los interesados necesitaban también un importante proyecto comercial.
Y a este par de factores se sumaban otros dos: el coste de derribar el campo, que corre a cuenta del comprador; y las aspiraciones de precio al alza del Valencia CF, que valoró sus terrenos en 120 millones de euros cuando en el mercado se le atribuía un precio de alrededor de los 90. Todas estas cuestiones llevaron al grueso de los aspirantes a echarse a un lado, hasta el punto que solo trascendieron dos propuestas firmes llegado el momento de presentar las ofertas vinculantes: la de la cooperativa ADU Mediterráneo y otra de importe inferior a los 100 millones de euros, presumiblemente de Grupo Lar.
El modelo cooperativo fue clave para la presentación de una oferta más adecuada a la cifra a la que aspiraba el club, todo gracias a que este tipo de promociones, al impulsarlas directamente los futuros propietarios, excluyen el beneficio que se embolsan las promotoras convencionales. En consecuencia, ADU pudo pujar más por el suelo.
Pero en su virtud estaba su debilidad: las garantías de la operación, cuyo compromiso de pago se reparte entre centenares de pequeños propietarios, lo cual sumó un nuevo escollo a resolver en un proceso ya de por sí complejo. El Valencia CF, no obstante, ha optado finalmente por dar una oportunidad a la compañía y trabaja en cerrar el acuerdo con ADU.