Comunidad Valenciana

E. Villaescusa: "Hay voluntad política de apoyar la economía social, pero hay que dotar los planes con recursos"

Emili Villaescusa asumió la presidencia de la Confederación de Cooperativas de la Comunitat Valenciana en abril de 2012, tras tres décadas ligado al mundo cooperativo en cargos de responsabilidad en entidades referentes del sector -como Consum o Florida Universitaria, de las que fue presidente-. El sector cuenta en la Comunitat con casi 2.500 cooperativas, que generan unos 75.000 empleos -más del 80 por ciento, indefinidos- y un volumen de negocio anual conjunto que supera los 18.500 millones de euros. (Puede leer otras noticias, reportajes y análisis en la revista digital gratuita 'elEconomista Comunitat Valenciana').

El Consejo Valenciano del Cooperativismo (CVC) -integrado por la Generalitat y Concoval- ha aprobado el primer Plan Bienal de Apoyo y Fomento del Cooperativismo (Fent Cooperatives), en vigor en 2018 y 2019. El objetivo de Fent Cooperatives, que da cumplimiento a un mandato legal de la Ley de Cooperativas de la Comunitat Valenciana de 2014, es mejorar su competitividad a partir de cuatro ejes: el crecimiento sostenible -social, económico y medioambiental-, el incremento del empleo de calidad -estable y productivo-, el avance en presencia igualitaria de mujeres y jóvenes en ámbitos de responsabilidad y la extensión de los valores y principios propios del modelo cooperativo al resto del tejido empresarial. Su ejecución principal corresponde a la Conselleria de Economía, aunque hay importantes partidas que se gestionarán desde el resto de consellerias.

El presupuesto para el ejercicio 2018 se cifra en 6,5 millones de euros.

¿Qué supone para el sector cooperativo la aprobación del Plan Bienal?

Hemos sido capaces, en el marco del Consejo Valenciano de Cooperativismo -órgano con participación pública y privada- de plantear una serie de ejes, objetivos estratégicos y actuaciones concretas. Ahora hay que dotarlo con los medios y recursos suficientes. Se trata de un plan transversal, porque la acción de las cooperativas no afecta solo a Economía, sino al conjunto de consellerias. Es fruto de un gran trabajo interno de todo nuestro equipo técnico y los de las consellerias. Tenía que ser útil, y lo es, para mejorar la competitividad de las entidades e impulsar el desarrollo del sector. Se han incluido seis ejes: desarrollo empresarial sostenible, societario, financiación, promoción y fomento del cooperativismo, consolidación institucional y diálogo social y empleo y desarrollo territorial. Creemos que el crecimiento debe abordarse siempre desde la perspectiva de la cohesión social y la sostenibilidad; preferimos hablar de desarrollo que de crecimiento. El gran reto es que los principios y valores que sustentan el mundo cooperativo formen parten del conjunto de la sociedad y del tejido empresarial. Si fuesen integrados por el conjunto de los agentes económicos, mejoraría mucho nuestra sociedad. Tenemos que enfocar la actividad económica a lograr, alcanzar los Objetivos de Desarrollo (ODS), porque la pobreza y la exclusión están en todos los lados. Se puede construir un mundo mejor a través de la actividad económica. El plan bienal se alinea con otros proyectos impulsados por el Consell, como la estrategia de Transformación del Modelo Económico, el RIS3, el programa de Desarrollo Rural, la Estrategia Territorial o el compromiso con la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible. Se hará un seguimiento semestral y se revisará cada dos años, introduciéndose nuevos objetivos, iniciativas y actuaciones.

¿Tienen garantías de financiación para dar cumplimiento a las estrategias y actuaciones definidas en el nuevo plan?

Ambas partes compartimos una coincidencia plena en el discurso. El cooperativismo se ha contemplado, desde el principio, como elemento clave para apoyar la recuperación y en la transformación del modelo productivo, hacia un sistema más eficiente, sostenible, sustentado en un compromiso con los valores éticos, con el medio ambiente y las personas, que genere una mayor cohesión social. Ha habido voluntad política y se nos ha dado participación activa. Pero ha habido factores, como la infrafinanciación, que han dificultado que se puedan llevar a cabo los planteamientos. Los recursos son muy limitados y hay que dar cobertura a los servicios básicos; para el resto, queda muy poco. Los presupuestos no han acompañado a esa voluntad política, aunque sí es cierto que han ido creciendo. En 2017, el presupuesto público directo para el mundo cooperativo ha crecido un 50 por ciento -hasta 6,3 millones de euros- y para 2018 se plantea un incremento del 20 por ciento. Además, en los dos últimos años se han pagado los problemas burocráticos y administrativos que se venían arrastrando. Una cosa son los presupuestos, y otra la ejecución. Este año se ha hecho mucho mejor que en 2016 -cuando se quedaron sin adjudicar gran parte de las ayudas previstas-, pero aún hay convocatorias pendientes de resolver. Se nos ha dicho que es algo inminente. Hay que mejorar mucho la financiación y mucho la gestión. El Gobierno del tripartito es consciente.

Las cooperativas han demostrado su fortaleza en los peores años de la crisis y el sector vive un momento dulce.

Estamos en el buen camino, generando empleo neto positivo. Por las propias características de las cooperativas, se trata, en su gran mayoría, de empleo estable y a tipo completo. La actividad económica, en general, en la Comunitat Valenciana está registrando una evolución positiva. En tiempos de crisis, el mundo cooperativo -y la economía social, en general- aguanta mejor -en la última crisis, la destrucción de empleo fue diez puntos menos que en otro tipo de empresas- y, en tiempos de recuperación, participa de los crecimientos. Además, en los últimos años, nos estamos consolidando como un agente social reconocido en la interlocución tanto con la Administración como con el resto de actores, como la patronal (CEV) y los sindicatos. Creemos que hay que dar un paso más en el diálogo social, que implique a las cooperativas, los autónomos y otros agentes.

La reforma de la ley de contratos públicos pone en valor a las entidades de la economía social. ¿Qué impacto real se espera en el sector?

La patronal nacional del sector (Cepes) ha participado en la elaboración de la nueva ley de contratos del sector público, para poner en valor la economía social dentro de las cláusulas. Sólo para presentarte a un concurso, se pide, en muchos casos, unos niveles de solvencia que, por las características del sector, suponen una barrera de entrada, ya que, ni los tenemos, ni los podemos tener. Estamos viendo cambios importantes. Por ejemplo, en el caso de la Comunitat Valenciana, se han licitado grandes contratos por lotes  -como en el caso de suministros energéticos-, lo que ha permitido a las cooperativas eléctricas participar en las subastas, por primera vez. Otro ámbito en el que se están abriendo las puertas es la atención a dependientes. La Conselleria de Agricultura está trabajando, por su parte, en un plan de desarrollo del cooperativismo agrario y se están generando oportunidades en ámbitos como el turismo de interior. Crear paraguas que hagan posible la colaboración y el acceso de las entidades de la economía social a los concursos públicos va a dar mucho juego. Las cooperativas somos un buen aliado en materia de cooperación público-privada, sobre todo en aquellas actividades orientadas al servicio a las personas. En esta línea, tenemos también que destacar que las cooperativas valencianas hemos sido pioneras en el desarrollo de políticas inclusivas en el ámbito empresarial.

La Comunitat Valenciana es la tercera por número de cooperativas y empleos. ¿A qué se debe este peso y cuál es la principal diferencia del sector cooperativo de la región frente a los de otros territorios?

La mayor presencia responde a varios factores. El primero, por tradición; contamos en la región con cooperativas centenarias y una larga historia de mutualismo, que está en la base del movimiento cooperativo. Ha habido dos momentos claves, uno con el desarrollo agrario y, el segundo, en la década de los años 70 del siglo XX, con el nacimiento de gran número de iniciativas en este ámbito -como Consum, Caixa Popular o Florida- de mayor volumen de las que había hasta entonces que, junto a las cooperativas agrarias y las eléctricas, lideran este sector. El cooperativismo valenciano destaca por su pluralidad, pues está presente en todo el territorio, tiene empresas de todos los tamaños y actúa en todos los sectores y actividades económicas. Posiblemente sea el más rico en cuanto a diversidad de sectores donde está presente esta fórmula: agricultura, consumo, trabajo asociado, servicios y transporte, consumidores y usuarios, electricidad, vivienda y de crédito. Se cubre todo el abanico de actividades económicas. Esto solo pasa aquí. Además, es un sector que está muy organizado, con una gran colaboración interna y con una estructura como la confederación. Otro factor que contribuye a esta implantación es la existencia de grandes empresas cooperativas -como las mencionadas anteriormente-, que ayudan a dar visibilidad. Entre los cinco primeros grupos empresariales de la Comunitat, dos son cooperativas. También se ha demostrado como una buena fórmula de reconversión de empresas en crisis o sin relevo generacional. Se trata, en todo caso, de buscar nuevas fórmulas económicas que canalizan inquietudes sociales. El objetivo final es la redistribución de la riqueza.

Uno de los principales retos del sector empresarial, en general, es la innovación y la digitalización. ¿Cómo lo afronta el sector cooperativo?

Necesitamos mucho más apoyo, porque el futuro pasa por la innovación y ésta necesita recursos. En la última época, hemos ganado en interlocución. Estamos en el Instituto Valenciano de Competitividad Empresarial (Ivace), estaremos en la AVI, pero aún no sabemos cómo, y formamos parte del comité de dirección autonómico de la RIS3 (Estrategia Regional de Especialización Inteligente) y de diversos observatorios. Hay que trabajar la innovación desde todos los ámbitos, desde la tecnología y la digitalización, que es importantísima, al ámbito organizativo, social y educativo. En todos esos campos tenemos competencias, pero tenemos que explotarlas más. La digitalización es esencial, pero necesitamos no solo un plan, sino recursos. Las directivas europeas no quieren estrategias, quieren planes con objetivos, recursos asignados e indicadores de cumplimiento. Las grandes empresas cooperativas ya están trabajando en este ámbito con muy buenos resultados. En el caso de las de menor tamaño, en muchos casos la digitalización se ve como una amenaza y tenemos que ser conscientes de que es una oportunidad. Nos tiene que hacer cambiar procesos, y eso da miedo, pero si queremos ser competitivos, tenemos que entrar.

Valencia se ha consolidado como uno de los principales centros de emprendimiento a nivel nacional. ¿Qué papel juegan las cooperativas?

Entre los objetivos del plan están acercar la fórmula cooperativa a la sociedad -desde la base del sistema educativo hasta los niveles superiores- y a los emprendedores, y mejorar la burocracia y los trámites administrativos. Los plazos para crear una cooperativa son de dos o tres meses, frente a 24 horas de una sociedad limitada. El emprendimiento colectivo permite compartir conocimiento, capital y riesgos. Plantea una alternativa, otra manera de hacer las cosas. Una de las líneas contempladas en el Plan Bienal es la colaboración con entidades que trabajan con los emprendedores, como las incubadoras y aceleradoras, pero tenemos que llenar los huecos que existen en el sistema educativo. Que tengamos integrada la fórmula cooperativa como una opción de articular y organizar la actividad económica, algo que hoy no ocurre; en la mayoría de los casos, la cooperativa no entra en el proceso de decisión. Una acción muy interesante es la iniciativa de Fevecta -federación de cooperativas de trabajo asociado- y el Ayuntamiento de Castellón de poner en marcha un espacio para emprendedores con proyectos cooperativos, que se ha inspirado en una experiencia navarra. El objetivo es dar apoyo a cada proyecto en todas sus fases: antes, durante y después de su puesta en marcha. Es una iniciativa buena, que se ha planteado como experiencia piloto en Castellón. Si funciona, es perfectamente aplicable a otras zonas y a diferentes ámbitos de actividad.

En los últimos meses, han salido a la luz las posibles irregularidades de las falsas cooperativas de autónomos, contra las que el sector ya había advertido. ¿Está afectando a su imagen general?

Vemos este fenómeno con preocupación, porque se podría dar el caso de que una mala actuación provoque un daño reputacional en el sector. En el caso de las orientadas a autónomos, existe un problema real al que se ha querido buscar una solución, pero no es la fórmula adecuada, porque no existe una actividad cooperativa real. Ya se ha empezado a poner algo de control por parte de las autoridades, pero tendrán que dar vueltas para encontrar una solución real al problema de las cotizaciones.

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