
Joan Mir llegó a Anecoop en 1997, como subdirector, tras una sólida trayectoria en puestos de responsabilidad en el sector privado y público -fue director del Instituto Valenciano de la Exportación, Ivex-. En 2009, asumió la dirección general y, bajo su liderazgo, Anecoop se ha consolidado como el primer grupo hortofrutícola español. En la campaña 2015-2016, comercializó 930.000 toneladas de cítricos, frutas, hortalizas y vinos, con una facturación consolidada -incluidas sus filiales internacionales- de 802 millones, un 30,4 por ciento más que en la anterior. Sus empresas y cooperativas en España aportaron 639 millones, un 10,7 por ciento más. (Puede leer la entrevista completa y otras noticias, reportajes y análisis en la revista digital gratuita elEconomista Comunitat Valenciana).
Anecoop ha cumplido 40 años con los mejores registros en cuanto a socios, volumen de ventas y facturación de su historia. ¿Cuáles son los factores clave en los que se apoyan estos crecimientos?
Los 40 años de éxito continuado se deben, básicamente, a las cooperativas y al personal que han integrado Anecoop, que son el pilar sin el que no habría podido desarrollarse. En cuanto al resto de factores, ha tenido siempre un sentido de adaptación: en la medida en que el mercado ha cambiado, ha evolucionado con él, afrontando las estrategias necesarias para satisfacer a los clientes y seguir siendo competitivos. Otro elemento a destacar, es la diversificación en zonas de producción. El origen de Anecoop está en 31 cooperativas de Valencia y Castellón, y hoy somos 69, de diez provincias de cuatro comunidades -Comunitat Valenciana, Murcia, Andalucía y Castilla y León-. Siempre tuvimos claro que, si queríamos ser competitivos en el ámbito internacional, necesitábamos diversificar la base productiva. Es ese enfoque internacional el que ha definido nuestro desarrollo. Hoy en día hablar de internacionalización es algo asumido por casi todos los sectores y empresas, pero hace 40 años plantear que nuestro desarrollo tenía que hacerse en el exterior fue algo innovador y diferenciador. A todo ello ha contribuido el esfuerzo en investigación y desarrollo, tanto en cultivos y productos, como en procesos y gestión. Hace unas décadas, poca gente en este sector tenía clara la inversión en I+D. En base a estos factores -sin duda hay muchos más, pero estos son los más relevantes- hemos conseguido construir una potente base de clientes y también de socios. En 2016, incorporamos cuatro nuevos y tenemos abiertas varias negociaciones. Normalmente, trabajamos con las cooperativas y vamos conociéndonos y, si las relaciones y resultados son satisfactorios para ambas partes, se produce la incorporación. Una de las estrategias es la integración empresarial de las cooperativas socias, en la que vamos avanzando, aunque aún queda mucho por andar. La dimensión es importante en un mercado como el actual, pero no el tamaño por el tamaño, sino una dimensión bien gestionada en toda la cadena de valor.
¿Cómo se articula ese esfuerzo en I+D de la organización?
Contamos con un departamento propio de I+D, con personal altamente cualificado, y todos los años dedicamos una parte del presupuesto a estas actividades, que en los últimos ejercicios se ha situado, de media, entre 1,6 y 1,7 millones de euros. Tenemos dos campos de experimentación, la Masía del Doctor (en Museros, Valencia), donde trabajamos, sobre todo, cítricos y cultivos al aire libre, y otro con la Universidad de Almería, centrado en cultivo en invernadero. Estas líneas se completan con una larga tradición de convenios con instituciones y centros de investigación en diversas partes del mundo -universidades, bancos de semillas, el instituto tecnológico Ainia, el Ivia...-. Estamos trabajando en varias líneas. Por un lado, queremos seguir creciendo y mejorando nuestros productos tradicionales -cítricos, hortalizas, frutas con hueso, pérsimon y sandía-, los básicos de la hortofruticultura española. Mantenemos un enfoque continuo de mejora continua de la calidad, la seguridad alimentaria, el sabor... Por otro, estamos trabajando en el desarrollo de la oferta de exóticos, que no es un reto fácil. El consumidor está cada vez más concienciado, demanda más frutas y hortalizas, y quiere más diversidad, a lo que se une la tendencia creciente a la compra de productos bio. Nuestra filial Solagora, con sede en Francia, está dirigiendo la estrategia en este ámbito. El grado de implantación de los productos bio es diferente según el mercado y hay un gran potencial. En algunos países ya supone el cinco o seis por ciento del consumo. No nos marcamos límites en este segmento. Dentro de esta filosofía de adaptar nuestro producto al consumidor, en enero creamos una nueva filial, Janus Fruit, centrada en fruta preparada, en la que llevábamos dos años trabajando, tanto para marca propia como marca blanca para distribuidores.
¿Anecoop se ha sumado también al proceso de digitalización?
Sí, y creemos que es fundamental. Toda la política de calidad y seguridad alimentaria se basa en la trazabilidad del producto. Cada vez tenemos más y mejores fuentes de información y tenemos que aprovechar su potencial.
El grueso del negocio de Anecoop está en los mercados internacionales. ¿Cómo está afectando el complejo contexto geopolítico actual en su negocio y en sus previsiones?
Es cierto que nos encontramos en un entorno geopolítico muy complejo, de los más intensos que yo recuerdo dentro de los países occidentales. Están pasando muchas cosas. En las dos últimas campañas, hemos tenido notables crecimientos en el mercado internacional, pero también en el nacional. De cara al exterior, además de profundizar en los mercados donde tenemos presencia, estamos abriendo otros nuevos, no tradicionales, para seguir diversificando. Vamos avanzando en la buena dirección, pero con mucho cuidado. Podríamos ir a muchos más países, pero en algunos casos nos encontramos con barreras, como las diferencias en normativa o la inseguridad jurídica. No hay un proceso de internacionalización definido; en cada mercado, la estrategia se diseña en función de las características del mismo. Dentro de nuestros mercados tradicionales, estamos siguiendo con la máxima atención el proceso del Brexit. Hay muchos factores condicionantes, algunos de los cuales se resolverán en los próximos meses -como varios procesos electorales, entre ellos, el de Alemania-, que determinarán un Brexit más duro o más blando. Hasta final de año no vamos a saber cómo nos va a afectar. No es bueno que se pongan barreras. A veces se critica a la UE con mucha ligereza, sin darnos cuenta de lo que nos ha aportado. Si se da el escenario de un Brexit duro, nos daremos cuenta de la repercusión que para nuestro sector y para la economía en general tiene que un país deje la UE. En cuanto a Trump, es otra gran incógnita. Que se hable de un impeachment -proceso de destitución- a los cuatro meses de su investidura es algo que nunca habíamos vivido. Es una persona poco predecible y para los negocios en el ámbito internacional se necesitan menos sobresaltos y más estabilidad.
En este sentido, desde el sector se han criticado algunos acuerdos comerciales de la Unión Europea con terceros países, que afectan a los productores agrícolas comunitarios. ¿Cuál es su visión?
En muchos casos nos encontramos con un problema de reciprocidad en cuanto a relaciones comerciales, un problema que estamos trabajando con la Unión Europea, el Ministerio de Agricultura y las asociaciones internacionales del sector. En la UE pueden entrar productos de muchos países con los que se negocia un acuerdo global, pero los productores europeos tenemos que ir uno a uno a negociar la entrada en esos otros mercados. Esto va en contra del sector exportador europeo. Además, se permite la entrada de productos que no cumplen con las mismas exigencias de seguridad, laborales y medioambientales que los europeos. El comisario de Agricultura, Phil Hogan, y el Ministerio han mostrado su sensibilidad en este sentido. Uno de los más perjudiciales, por su posible impacto en los cultivos, es el acuerdo con Sudáfrica. No entendemos cómo se ha permitido. Hay que analizar dónde estuvieron los fallos en la negociación.
El veto de Rusia a los productos europeos cerró uno de los mercados en los que Anecoop veía gran potencial. ¿Cuál es la situación actual?
Cuando llegó el veto, teníamos la opción de cerrar nuestra filial y abandonar este mercado, pero creemos que la internacionalización no puede ir a golpes, sino que la vemos como un proceso continuado y con visión a medio y largo plazo. Hemos asumido que estamos en Rusia y optamos por seguir allí, reajustando nuestra empresa. Vendemos productos de otros destinos y entendemos que un día se levantará el embargo y retomaremos la actividad.
Anecoop es uno de los grandes defensores del Corredor Mediterráneo...
Desde el minuto cero apoyamos esta iniciativa. Una zona tan exportadora como la mediterránea necesita este eje de conexión para llegar al este y al norte de Europa de la forma más económica y más sostenible. Las políticas en la UE son cada vez más restrictivas y el transporte en carretera puede tener problemas. Además, en un producto con precio ajustado y poco margen, 2 ó 3 céntimos más en transporte pueden ser definitivos. Es imprescindible abordar el Corredor como elemento de desarrollo a medio plazo.
Desde las organizaciones agrarias se culpa a las grandes cadenas de distribución de hundir los precios en el campo. ¿Qué opina Anecoop?
Nuestra relación con los distribuidores es buena. Es cierto que hay momentos puntuales en los que no nos gustan algunos precios, pero eso no puede justificar la descalificación general. Gracias a las cadenas nuestro producto llega a toda España y también a mercados internacionales. Nos aportan una mayor capilaridad y para nosotros es un socio imprescindible. La principal razón de ser de Anecoop es obtener una rentabilidad justa y adecuada para los socios agricultores. Tenemos muchos productos, de muchas zonas, y a veces unos tienen mejor evolución que otros, en función de muchos factores. El balance general de los últimos años es de aumento y mayor reparto entre los agricultores y el objetivo es seguir en esa línea.
(Puede leer la entrevista completa y otras noticias, reportajes y análisis en la revista digital gratuita elEconomista Comunitat Valenciana).