
El deseado cambio en el modelo productivo de la Comunidad Valenciana es ineludible y decisivo para la evolución de la economía de la región. Las empresas valencianas "se encuentran, en promedio, significativamente por detrás de las madrileñas, catalanas y vascas en especialización sectorial y tamaño; dinamismo empresarial; productividad, recursos y capacidades, y diversidad competitiva", situación que se ha acentuado durante la profunda crisis económica, advierte el Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (IVIE). Puede leer este análisis completo y más noticias en la revista gratuita elEconomista Comunitat Valenciana
Un estudio elaborado por esta institución, junto a la Universidad de Valencia, para la Asociación Valenciana de Empresarios (AVE), recoge estadísticas alarmantes: sólo un 17% de empresas valencianas ha alcanzado un nivel competitivo considerado excelente, frente al 31% en el País Vasco y el 25% en Cataluña y en Madrid (ver gráfico). Más de la mitad de las empresas de la región, en concreto el 58,8%, no alcanza el nivel medio de competitividad, según el estudio, al contrario de lo que sucede en las regiones más avanzadas. En el País Vasco, este porcentaje se reduce al 41%, en Madrid, al 48,7% y en Cataluña, al 48,8%.
Esta debilidad competitiva explicaría, en gran medida, la pérdida de peso relativo de la economía de la Comunidad Valenciana en el PIB nacional y la negativa evolución del PIB per cápita, que se sitúa actualmente en el 89,6%, 10,4 puntos por debajo del nivel medio nacional, así como su menor presencia internacional directa y atracción de inversión extranjera -diez veces inferior a Cataluña y 5,4 veces menor que la del País Vasco-.
Éxito limitado
El estudio atribuye el "éxito limitado" de los intentos de mejorar en competitividad en la región a que "las actuaciones han estado encaminadas, fundamentalmente, a abordar los aspectos más visibles de los problemas, pero no han contemplado suficientemente los elementos que se encuentran en la raíz de los mismos". En este sentido, considera que "hay que actuar en las creencias, cultura y actitudes de las personas que toman las decisiones. Si no se llega a ellos, difícilmente las empresas se plantearán los cambios necesarios en las visiones y las estrategias. Y hay que hacerlo teniendo en cuenta las características y el contexto específico de cada una", indica el documento.
El informe menciona factores que afectan a gran parte del tejido empresarial y sobre los que es necesario trabajar: la escasa profesionalización de la dirección; el alto grado de personalismo y la falta de apertura a perspectivas diversas e independientes; el enfoque cortoplacista; la limitada orientación al aprendizaje, y la intolerancia al error.
Frente a ello, "hay multitud de ejemplos de buenas prácticas" en empresas de la región, que son altamente competitivas. Entre los principales factores y estrategias compartidas por todas o varias de ellas, se destaca la capacidad de autocrítica, con una actitud abierta al cambio y a estrategias más avanzadas y a largo plazo; la concentración de esfuerzos en el negocio principal; actividades más intensivas en intangibles basados en el conocimiento; la orientación al aprendizaje; la mayor diversidad de perspectivas y una profesionalización de los directivos y sistemas de gobierno; la asunción de riesgos controlados, y la expansión geográfica a través de la internacionalización, con modelos que implican "mayor compromiso", como la apertura de filiales comerciales o productivas.
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