
Margarita Albors, ingeniera industrial formada en la Universidad Politécnica de Valencia, decidió dar "un giro" a su vida y su carrera profesional hace ocho años, cuando estudiaba un Máster en Gestión de Empresas en Harvard y chocó con los contrastes y la desigualdad entre estudiantes universitarios y personas sin hogar. Decidió entonces hacer de su inquietud personal su vocación profesional, confluencia que cristalizó en la primera incubadora de empresas sociales de España, Socialnest.
¿Cómo llega una ingeniera industrial con experiencia en la empresa privada y estudiante de Harvard al mundo del emprendimiento social?
Había trabajado en España y en Inglaterra -en la multinacional GlaxoSmithKline- y, en 2008, estudiando en Harvard, viví dos polos muy opuestos de la realidad. Me sentía muy afortunada de poder estudiar en una universidad tan estimulante y, por otra parte, me sorprendió ver cómo grupos de personas sin hogar, que no tenían nada, dormían en la librería donde los estudiantes comprábamos los libros. Decidí intentar poner un granito de arena frente a esas desigualdades. Inicialmente, no sabía cómo contribuir de alguna forma. Pero en la universidad descubrí el emprendimiento social como fórmula con gran potencial para dar respuesta a necesidades sociales y muy desarrollado ya en algunos países, como Estados Unidos. Me formé en este ámbito y colaboré con Women's Initiative, una organización social que apoyaba a mujeres en California, junto a Sillicon Valley, dando microcréditos para emprender. Me gradué en 2010 y volví a Valencia con la idea de poner en marcha el proyecto de Socialnest, para dar apoyo a emprendedores, personas organizaciones y empresas, con proyectos sostenibles con impacto social para desarrollarlos con éxito y fomentar una sociedad más participativa socialmente. Es un modelo que se sitúa entre la empresa privada y la ONG, con un arco de actuación amplio. De hecho, al emprendimiento social se le considera ahora como un cuarto sector.
¿Son rentables los proyectos de empresas sociales?
Claro que es posible la rentabilidad. La clave es qué entendemos por ser rentable. Si alguien buscar enriquecerse, no es su sector. El emprendedor social busca generar rentabilidad social y excedentes económicos, pero, normalmente, para reinvertirlos en el proyecto. Que es posible, desde luego. Socialnest lo que persigue es crear un ecosistema de apoyo al emprendedor social en todos los ámbitos, trabajando con personas, empresas y entidades.
¿Cuál era la situación del emprendimiento social en España?
En plena crisis, había un crecimiento de las desigualdades y una caída de los fondos públicos para proyectos con contenido social. Al principio, no sabía ni cómo ni dónde encontrar a los emprendedores sociales. Se trataba de la primera incubadora de empresas sociales en España; no había nada igual. El primer programa de Socialnest se presentó en 2011, desarrollado con fondos propios, que aportamos otras dos personas y yo. Era muy sencillo y lo hemos ido desarrollando. Nos sirvió para empezar a conocer a los emprendedores sociales y comprobar si el proyecto tenía sentido o no. Nos encontramos mucho interés y mucha voluntad en apoyar el emprendimiento social. Se han ido sumando entidades y empresas que han dado apoyo a través de su responsabilidad social corporativa o su obra social (entre ellas, Teléfonica, Esic, Grant Thorton y Caixa Popular). Siempre han existido este tipo de iniciativas, pero, como movimiento, se está configurando ahora. Estamos aún muy lejos de otros países más desarrollados, como EEUU o países del norte de Europa. Desde la UE se está fomentando este tipo de iniciativas, con un marco que favorece la creación de estas empresas, que dan respuesta a necesidades sociales de forma sostenible. En España, hay una evolución muy importante desde 2009. Es un sector que va a más y está en auge.
¿Cómo se selecciona a los proyectos a los que se da apoyo?
Buscamos proyectos que busquen provocar un cambio social positivo como razón de ser, no como algo tangencial, con un modelo de sostenibilidad económica basado en la propia actividad de la organización y que lo hagan de forma ética y respetando siempre unos valores. Si van a depender siempre de aportaciones externas, no son viables. En algunos casos, el modelo no está definido y se les apoya para configurarlo. Además, valoramos que aporten un carácter innovador, que se aproximen a los problemas que intentan abordar de una manera diferencial. Esta innovación no tiene que ser sólo en productos o servicios, sino en enfoque, gestión, etc. Una cuestión básica en el caso de los emprendedores, en general y en el de los emprendedores sociales, en particular, son las personas. Quienes empujan los proyectos son quienes van a poder sacarlos adelante o no. Muchas veces nos interesa más la persona que el propio proyecto. Que tenga compromiso, visión, capacidad para superar obstáculos, de manejarse ante la incertidumbre que supone emprender. Los proyectos pueden tener éxito o no, y se pueden ir modificando y adaptando, pero, si apoyas a las personas correctas, van a continuar en esa trayectoria.
¿Cuántos emprendedores han participado en los programas de Socialnest hasta ahora?
Desde el primer programa, en 2011, hemos trabajado con 34 emprendedores sociales, en 23 proyectos. La mayoría de ellos, en fase temprana, con apenas la idea y alguno un poco más avanzado, ya en funcionamiento. De los 23, quince proyectos siguen en funcionamiento. Varios ya están constituidos legalmente y operando en el mercado. Emprender no es sencillo y pocos proyectos salen adelante. Emprender socialmente tiene dificultades añadidas. Por ejemplo, la escasez de fórmulas de financiación o que los proyectos van dirigidos a personas con pocos recursos.
¿Qué aporta Socialnest al emprendedor social?
Los emprendedores conocen bien la realidad social sobre la que están trabajando, pero, en general, necesitan conocer más y tener apoyo en temas de emprendimiento y gestión de empresas. El primer paso, es la participación en un programa formativo de más de 120 horas, que abarca un espectro muy amplio, desde estrategia y modelo de negocio, hasta marketing y comunicación, finanzas, RSC, etc. Contamos con colaboradores que participan de forma altruista. En 2014, Esic se implicó en el programa, haciéndose cargo del 50 por ciento de la parte formativa. La formación es común a todos, pero luego cada proyecto es distinto, por ámbito de actuación, fase de desarrollo, capacidad del emprendedor... Ahí entran los mentores, profesionales expertos en diferentes ámbitos, que acompañan a los proyectos allí donde lo necesitan. Se les da apoyo individualizado. Los docentes y mentores que respaldan a los emprendedores aportan valor a través de aquello que mejor conocen y se muestran encantados de conocer otras realidades y personas con tanta pasión. Es también un aprendizaje motivador para ellos. Para facilitar la operativa, estamos trabajando en nuevos programas, que verán la luz a finales de año, para poder agrupar a emprendedores que se centren en ámbitos similares, en diferentes categorías de trabajo, así como por fases de desarrollo del proyecto. Algunas necesidades serán comunes y otras distintas, en función de estos aspectos. Intentamos aportar un valor más individualizado a los proyectos, por ámbito de actuación y fase de desarrollo. Esto facilitará la participación de empresas y fundaciones que den apoyo, ya que pueden sentirse más implicadas con la misión de los emprendedores. Se trata de abrir nuevas líneas de colaboración con empresas.
Uno de los principales retos para los emprendedores es encontrar financiación. ¿Cómo les ayuda Socialnest?
Socialnest no da financiación directa. Tenemos ya colaboradores y mentores que acompañan a los emprendedores en la búsqueda de financiación, pero estamos trabajando también en esta línea, para dar un paso más. Se está creando una red con potenciales financiadores o partners financieros, que incluirá a organizaciones como entidades financieras, business angels, fondos de inversión en empresas sociales, empresas que busquen oportunidades e, incluso, personas particulares. Lo importante es que haya un sistema de acceso a la financiación más consolidado. Una vez al año, celebramos el evento SocialGo, como cierre de los programas, donde se da visibilidad a los proyectos ante potenciales financiadores del mundo de la empresa, académico y social, para poder darles apoyo. Además, también estamos trabajando en el desarrollo y consolidación de otras iniciativas, como los cafés que celebramos una vez al mes, que están planteados como encuentros abiertos e inclusivos, con charlas, diálogo y networking en torno a diferentes temas, como el crowdfunding, la economía colaborativa...
¿Qué les diría a las personas que están pensando en iniciar un proyecto de emprendimiento social?
Hay muchos retos y necesidades en nuestra sociedad. Algunos ya estaban y otros han surgido o se han potenciado con la crisis. Las administraciones tienen su responsabilidad, pero nosotros podemos hacer mucho. Emprender es difícil y no hay muchos proyectos sociales grandes, pero sí con un impacto social muy positivo. Uno de los valores principales que aporta Socialnest a sus participantes es poder estar en contacto con otros emprendedores sociales. Sentirse parte de una comunidad que les acompaña y les apoya. Haciendo pequeños cambios, la suma de muchas acciones puede tener grandes impactos.