
La industria española del calzado vive desde hace dos años, en plena crisis económica, un renacimiento que parecía imposible desde que quedó arrasado por una competencia asiática contra la que no pocas firmas lucharon, trasladando la producción a China.
La apuesta por el zapato de gama media y media-alta, el cambio en la estructura productiva, la necesidad de servir el producto con prontitud, el encarecimiento de los costes en China y el auge del made in Spain en el calzado han motivado que algunas grandes firmas hayan vuelto a traer su producción a España.
Ésta rozó los 135 millones de pares, la más alta de los últimos diez años; las exportaciones aumentaron un 10,3 por ciento, hasta 2.260 millones de euros -España es el segundo país europeo que más vende fuera, tras Italia-; el número de empresas creció por primera vez desde 2001, y el de trabajadores repuntó ya en 2012, según datos de la Federación de Industrias del Calzado Español (Fice).
Las grandes cifras hacen soñar con un futuro esplendoroso cuando se recupere el consumo. Sólo hay un problema, y no menor: ¿a qué precio?
"Estamos achinando España", asegura Juan Antonio Maciá, secretario comarcal en la zona de Elche (Alicante) de la Federación de Industrias Afines de UGT. Maciá pone el dedo en la llaga de la precariedad laboral y la economía sumergida. Afirma que está aumentando la carga de trabajo, pero el empleo no crece en la misma proporción. Los datos de Fice le dan la razón, hasta 2012, porque la patronal ha decidido dejar de ofrecer el dato de empleo en sus estadísticas "porque no era un dato fiable", según su directora general, Patricia Piñeiro.
"Vemos que aumentan las jornadas y se pide a la gente incluso que vayan a trabajar los sábados. Lo que ocurre es que para estas puntas de trabajo aumentan la jornada o los trabajadores, pero sin contrato", explica Maciá.
En su opinión, "los especuladores están destrozando un sector que es rentable y los trabajadores lo consienten porque no tienen otra cosa. Se les invita a ganar más trabajando de forma ilegal".
El secretario general de Fice, Javier García Lillo, niega que en el calzado haya más economía sumergida que en otros sectores y compara el número de talleres desmantelados por la Policía con el tamaño de la industria.
Una industria que ya no pertenece a las grandes marcas, ya que la mayoría de éstas, sobre todo en las gamas altas, diseñan el producto, controlan los materiales y comercializan, pero la producción la subcontratan. Y lo hacen en España, y en particular en la provincia de Alicante, por su calidad.
Es el caso de la firma norteamericana Stuart Weitzman, la que calzan muchas celebrities de Hollywood, que si fuese española sería la líder del sector, ya que tiene once fábricas en Elda que hacen toda su producción.
Según García Lillo, "hay marcas italianas que también fabrican en España y ponen made in UE" y fabricantes chinos que hacen el acabado aquí para poner made in Spain. De hecho, Fice ha creado una "feria de marca blanca de calzado" para reunir a firmas y fabricantes, cuya primera edición se celebrará en Alicante, en octubre.
Cadena de subcontratos
Según el directivo de Fice, "los talleres clandestinos son de producto de bajo nivel que va a mercadillos y compiten con los productos chinos". Y se pregunta: "¿Por qué no hacen inspecciones en los despachos profesionales, en médicos, abogados...? Ahí sí que hay fraude. En nuestro sector hay muy poco". No obstante, reconoce que "en la industria auxiliar ha habido siempre en todos los sectores, en unas épocas más y en otras menos".
Lillo y los representantes sindicales coinciden en que muchas grandes firmas exigen a sus proveedores que todos los trabajadores estén dados de alta. Según el representante de Fice, estas empresas también son visitadas por Hacienda y tienen que demostrar con facturas que han comprado en talleres legales y que presentan certificados de pago a la Seguridad Social.
Pero Paco Cerdá, de Comisiones Obreras en Elda (Alicante), apunta a que "el problema es que las grandes marcas hacen pedidos a las fábricas habituales y éstas subcontratan a otras, y como tienen tan poco margen, les piden más pares de los que necesitan y sacan lo que sobra por otro lado".
Maciá corrobora que el origen del problema está en el precio: "Algunas grandes firmas van a las empresas subcontratadas a dar charlas y a decirles que tienen que tener todo legal y a todos los trabajadores dados de alta, pero luego les dicen 'esto, a tanto' y les dan un precio de hace 20 años; quieren pagar lo mismo que en China. Sólo hay dos maneras de hacerlo al precio que ellos piden, subcontratarlo a otros fabricantes más barato todavía, que es imposible que lo hagan con todo legal, o hacer contratos de dos horas a gente que trabaja once".
En el último eslabón de esta cadena de subcontrataciones están las aparadoras, mujeres que trabajan en casa o en pequeños talleres y que son capaces de fabricar calzado de muy alta calidad, según Cerdá.
Su colega de UGT sostiene que "el pequeño empresario que quiere ser legal sólo tiene palos, mientras que el grande impone y manda, mira para otro lado y a él no le salpica nada". Según sus cálculos, en la provincia de Alicante hay 14.000 trabajadores legales y unos 8.000 ilegales.
Buscar al más barato
La empresa de calzado deportivo Munich, fundada en Capellades (Barcelona) en 1939, es un exponente de cómo ha evolucionado el sector del calzado. Esquivó la crisis gracias a la apuesta de su propietario, Xavier Berneda, por la zapatilla deportiva ligada a la moda, que ha llegado a mercados como Holanda, Irlanda o Italia.
Sin embargo, la internacionalización de las ventas fue posterior a la de su producción. Actualmente, Munich vende alrededor de un millón de pares al año. De esta cifra, el 25 por ciento las fabrica en China, donde concentra la producción de calzado deportivo. Pese al auge de las huelgas y el incremento de los salarios, fabricar allí sigue siendo muy rentable. "Un zapato fabricado en China y transportado a Barcelona, nos cuesta lo mismo que importar las materias primas aquí", explica Berneda.
Como alternativa a China, fabrica en Indonesia y Camboya otro 21 por ciento de su producción. El objetivo es evitar depender de un solo país, donde una huelga puede bloquear la producción. Otro 25 por ciento lo produce en fábricas de Túnez y Marruecos, donde se hacen las series más cortas de producto de moda. La cercanía con España permite una mayor flexibilidad que los países asiáticos.
En España, Munich apenas produce un 19 por ciento de los pares que vende. De este porcentaje, la fábrica de Barcelona cose un 15 por ciento y el resto lo montan varios talleres de Elche. "En Elche producimos básicamente la línea baby", explica Berneda. La compañía también produce algo en Bulgaria para el mercado italiano.
Sobre la proliferación de talleres en Alicante, Berneda asegura que se trata en muchos casos de autoempleo. "Antes una empresa de esa zona tenía director, financiero, patronista, montador, etcétera, y ahora ese mismo señor que cerró, abre con su hijo y hacen de todo, son el hombre orquesta". En su opinión, esa es la única salida que tienen aquellos fabricantes que no cuentan con una marca comercial. En cualquier caso, estos fabricantes están especializándose en moda de hombre y mujer de gama media-alta con series muy cortas, por lo que no sale a cuenta producirlas fuera.
En cuanto a la proliferación de talleres que trabajan en negro en la zona, Berneda asegura: "No es así, yo no pago ni una sola vez en negro", ya que "ocultar operaciones te cierra la puerta del crédito bancario".
Aumentan las inspecciones
La economía sumergida en las comarcas del sur y oeste de Alicante está siendo combatida con intensidad desde finales de 2013 por la Generalitat, que puso en marcha la operación Ecosub para desmantelar talleres clandestinos de textil y calzado.
La iniciativa surgió de los propios agentes, que en 2012 habían iniciado una campaña en talleres de automóviles -inspeccionaron 1.700 y desmantelaron 248- y se dieron cuenta de que en Alicante lo que había eran talleres de corte y confección. Los agentes han desmantelado 44 y han detenido a 26 empresarios.
Según el inspector jefe de la Policía autonómica, César Ochoa, la detención se produce "cuando hay circunstancias especialmente graves, como la falta de seguridad para los trabajadores o delitos contra el medio ambiente, porque estas empresas trabajan con aceites, colas o disolventes que a lo mejor tiran a la alcantarilla".
Para el responsable policial, "quien no tiene de alta a sus trabajadores suele funcionar también sin licencia, sin alta en la compañía eléctrica, sin medidas medioambientales" y sin cumplir ninguna obligación que le suponga un coste.
La sanción suele ser administrativa, sobre todo de la Seguridad Social, lo que choca con el problema de la solvencia, ya que las empresas suelen estar descapitalizadas. De hecho, es una práctica habitual que las empresas intervenidas desaparezcan y renazcan en el mismo sitio con otro nombre y la misma maquinaria alquilada. En Elche hay una empresa que ha tenido tres nombres en cuatro años, y algunas ahora están trabajando por la noche para que la Inspección no les pille, según Juan Antonio Maciá, que ha presentado numerosas denuncias. "Uno de los problemas es que no hay miedo a que te cojan", concluye el dirigente sindical.
Redadas en talleres clandestinos
La Policía autonómica valenciana, en colaboración con Inspección de Trabajo, ha desmantelado en los últimos siete meses 28 talleres clandestinos de calzado en la provincia de Alicante, de un total de 44 empresas con irregularidades.
Muchas operaciones son verdaderas redadas, ya que, según el inspector jefe de la Policía de la Generalitat, César Ochoa, "hay que montar un dispositivo y cuando se actúa, cubrir todas las puertas, porque los propios trabajadores intentan salir corriendo".
Ochoa recuerda el caso reciente de un trabajador que se ocultó en un bidón vacío y otro que se escondió debajo de las pieles. Otros colaboran con el empresario, asegurando que están "de visita".
Información elaborada por Javier Alfonso, Jordi Sacristán y Eva Sereno.