Comunidad Valenciana

Corporación Dermoestética no logra estar en forma pese a la cura de adelgazamiento

El fundador y presidente de Corporación Dermoestética, José María Suescun, se acaba de quedar como único socio de referencia en la compañía tras la salida hace un mes del tercer accionista, el fondo QMC, y la del segundo, Banco de Valencia, que vendió el pasado 6 de julio su 8,67 por ciento al propio Suescun a precio de saldo, poniendo en evidencia la filial de Bankia su problema de liquidez (vendió por 2,34 millones de euros con minusvalías de 3,56 millones).

No es la mejor carta de presentación para una cotizada que no levanta cabeza desde hace cuatro años no tener más inversores de peso que su dueño -controla el 59,09 por ciento-, a pesar de lo cual desde la compañía afirman que el deseo de Suescun no es sacar Dermoestética de bolsa ni mucho menos venderla.

Los problemas para la compañía líder en el sector empezaron cuando los españoles redujeron su gasto en cirugía estética en los albores de la crisis, a finales de 2007. Corporación Dermoestética entró en pérdidas ese año, en plena expansión internacional, lo que la obligó a recoger velas rápidamente. En 2008 cerró su filial italiana, paralizó la mexicana y vendió la inglesa, Ultralase. Por esta última obtuvo unas plusvalías de 193 millones que le sirvieron para volver a beneficios, repartir una generosa paga entre sus accionistas y tener un colchón para la larga crisis.

Además de frenar su expansión internacional, excepto en Portugal, Dermoestética llevó a cabo medidas de ajuste que supusieron el cierre o traslado de clínicas no rentables, la reducción de más de la mitad de la plantilla y un crecimiento de su red mucho más lento. A finales de 2010 disponía de 59 clínicas, frente al casi centenar que llegó a tener.

Proyectos fracasados

Otro proyecto, la alianza con Puig para lanzar una línea de productos cosméticos, fracasó y la compañía acabó comprando su 50 por ciento a la firma catalana. Tampoco consolidó la cadena Obesity Medical Center, creada en 2007 para tratamientos contra la obesidad, cuyas cuatro clínicas se integrarán este año en la red de Dermoestética.

Las medidas de ajuste no compensan, de momento, la caída de la facturación a la mitad en cuatro años, que la compañía atribuye a la atonía del consumo. La consecuencia es que el ebitda (resultado bruto de explotación) siguió en números rojos en 2010, y las pérdidas ordinarias se duplicaron (sin contar las extraordinarias de 2009, debidas a una dotación de 27 millones por el impago de parte de la venta de Ultralase, que tantos beneficios le había dado en 2008).

A la caída de la facturación pudieron contribuir el recorte de inversión publicitaria -llegó a ser una de las primeras anunciantes del país-, y las dificultades de financiación para los particulares, ya que muchas operaciones se pagan a crédito. Para facilitar el pago aplazado, Dermoestética participa desde 2007 en Adquiera, la financiera del Banco de Valencia.

Recuperación paulatina

La compañía valenciana no espera una mejora de la facturación en 2011, pero sí "una reducción significativa de las pérdidas de explotación como consecuencia de la consolidación de los efectos de las medidas adoptadas de reducción de costes", según su último informe de gestión. En el primer trimestre de 2011 ya redujo un 36 por ciento las pérdidas a pesar de que la facturación siguió bajando.

En los siguientes tres ejercicios, Dermoestética prevé una paulatina recuperación hasta alcanzar, "a partir de 2014, niveles de actividad y rentabilidad similares a los existentes en los años previos a la actual crisis". Un trienio que afronta con la tranquilidad de disponer de pulmón financiero hasta 2014.

La compañía cerró 2010 con una tesorería de casi 30 millones y una deuda con entidades financieras de solo 12 millones. Este año destinará 8 millones a cancelar deuda y en 2012 prevé devolver los 4 millones restantes, con lo que quedará sin deuda y con una posición financiera neta de unos 10 millones -si mantiene el gasto anual con cargo a la caja-, lo que la haría muy atractiva para posibles compradores por su nulo apalancamiento. Claro que para eso haría falta que el principal accionista quisiera vender la compañía, algo que ya negoció en 2007 con el Grupo 3i.

¿Venta o exclusión de bolsa?

La hipotética venta, que exigiría una opa, es el único atractivo bursátil de una compañía que prevé una recuperación lenta, sin dividendos a la vista, y cuyas acciones perdieron mucha liquidez con la opa de 2009. Su cotización ha caído más de un 60 por ciento en los últimos dos años, aunque en el año 2011 sube un 25 por ciento.

Si quisiera excluir Dermoestética de bolsa para luego venderla, Suescun no tendría problemas de financiación, ya que el 41 por ciento en manos de los minoritarios vale en bolsa 12,7 millones, y él se embolsó 54 en la opa de 2009. Ese año, con las plusvalías obtenidas por la venta de Ultralase, los accionistas se repartieron 100 millones por medio de una opa de la propia compañía sobre el 47 por ciento de los títulos, que después amortizó. A Suescun le tocó más de la mitad.

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