
Es tiempo de reflexión, después de las Pruebas de Acceso a la Universidad, comúnmente conocida como Selectividad y que este año es la última vez que se realiza este examen (incluso minutos después del propio examen), muchos se preguntan: ¿he escogido bien esta lectura sobre esta otra? ¿Será la opción B más fácil que la A? Normalmente, solemos pensar que la que no hemos escogido, podría haber ido mejor.
Lo creemos así porque no confiamos lo suficiente en nuestras posibilidades: sí es cierto que muchas veces focalizamos nuestro fuerzo en una materia sobre la otra, o creemos que un tema tiene más posibilidades que otro en aparecer en el examen, así que preferimos escoger que abarcar, ya que la primera opción requiere, en el fondo, menos estudio que la segunda.
En la Selectividad, como en la vida, no existe la suerte: existe el esfuerzo, la constancia, el error y el acierto. Existe la perseverancia y las dudas, las ayudas y las reclamaciones, y existen las soluciones y los nuevos planteamientos.
Son pocas las veces que nos sentimos afortunados, ya que la suerte esconde, tras de sí, una sensación de no-merecer, o no-esperar aquello que nos ha sorprendido.
Nervios e inseguridad
Al final, los que estudian esperan que nada salga mal, y los que no, que algo salga bien. No deben confundirse los nervios con inseguridad, ya que son difíciles de separar delante de un examen, pero sí podemos reflexionar, posteriormente, de si es cosa de aquella opción que hemos escogido el día del examen o si es aquello que escogimos hacer (o no hacer) tiempo atrás.
Cada uno de nosotros debe capaz de asegurarse su propia "suerte", aun sabiendo que a veces no hará malas pasadas las incertidumbres. Pero dejemos de especular con la incertidumbre y aseguremos nuestros pasos con el trabajo y el talento que día a día se va fraguando.
Alfonso Cebrián, director general de CEDEU, Centro de Estudios Universitarios