
Cada vez más jubilados comparten piso para ahorrar gastos y combatir la soledad, según un estudio de pisos.com sobre el dinero que destinan los trabajadores retirados al pago de la vivienda. Muchos mayores ya no reciben ayudas económicas, tienen pensiones muy bajas y, en ocasiones, se han convertido en apoyo económico para sus hijos.
Al otro lado de la pirámide poblacional están los más jóvenes, los universitarios que también se ven afectados por la coyuntura económica a la que se le suman la reducción de becas, el endurecimiento de requisitos para acceder a ellas y la subida de tasas universitarias.
Varias generaciones compartiendo gastos
Ambos necesitan compartir gastos, por ello, cada vez son más los jóvenes que se apuntan a vivir con mayores. Programas que vienen de fundaciones, asociaciones, ONG, ayuntamientos o de las propias universidades. La ventaja para los estudiantes es que no les supone un gran coste el alojamiento en la ciudad donde realizan sus estudios, a cambio de hacer compañía a la persona, así como acompañarla al médico o realizar tareas administrativas, entre otros quehaceres.
Las personas mayores son bastante independientes, pero necesitan un ingreso extra. Ellos pueden ofrecer alojamiento a cambio de alquiler o una combinación de renta y servicios.
El perfil socioeconómico de los estudiantes suele ser clase media y media-baja. Entre los nietos postizos, son más frecuentes los de Latinoamérica (como Brasil, Ecuador, Perú...), seguidos por los de España, África, Asia y el resto de Europa. El primer año de carrera está protagonizado por la convivencia con un mayor. Conforme van superando cursos, los estudiantes prefieren vivir con otros jóvenes. En la Comunidad de Madrid, la universidad que más alumnos tiene compartiendo piso es la Complutense, seguida de la Autónoma, la Politécnica, la Rey Juan Carlos y la de Alcalá de Henares.
Mayoría de 'abuelas postizas'
Hace unos años, entre los solicitantes había mayoría de mujeres procedentes de países como Marruecos o Sudamérica, pero ahora la balanza se ha igualado y hay un 50% de nacionalidad española y extranjera. En cuanto a las personas mayores, el 90% son mujeres, sus edades oscilan entre 61 y 92 años y la mayoría viven solas. Esto se explica porque la pensión media de las mujeres españolas es de 659 euros, un 38% menos de los 1.067 euros que perciben los hombres, según un estudio del IESE. Con este tipo de programas, las personas mayores recibirán una asignación mensual para cubrir gastos.
Ambos perfiles se eligen a través de entrevistas personales. A los mayores se les visita en sus propios hogares para evaluar si sus condiciones de vivienda son adecuadas. Una vez que conocen a todos los candidatos, se hace una selección para ver quiénes son más compatibles, aún así, se someten a un periodo de prueba para verificar que se cumplen los objetivos.
Múltiples son las organizaciones que tienen programas que relacionan mayores y estudiantes: la asociación Conex se encarga de formar grupos de personas mayores dispuestas a convivir, les ayuda a buscar piso y les facilita los avales del alquiler o la adquisición de muebles. La Fundació Llars Compartides tienen el programa Viure i Conviure de la Fundació Catalunya-La Pedrera o el programa de Convivencia estudiantes-mayores del Ayuntamiento de San Sebastián. De igual manera, las universidades públicas y privadas tienen iniciativas similares.
Cada vez más interesados en esta forma de convivencia
Solidarios para el Desarrollo trabajan conjuntamente con estas instituciones. En su programa el estudiante no realiza ningún aporte monetario en concepto de alquiler, pero deberá aportar una compensación por los gastos luz, gas o agua hasta un máximo de 70 euros mensuales. Desde esta ONG, indican que cada año se duplican las solicitudes de inscripción en el programa.
Otro tipo de programas son los Homeshare que se desarrollan de manera internacional a través de organizaciones sin ánimo de lucro. Por ejemplo, en Alemania y Austria, los más jóvenes ofrecen una hora de ayuda al mes por cada metro cuadrado de su habitación, además de un pequeño alquiler. En la República Checa, los mayores reciben una combinación de renta y servicios. En EEUU, donde este programa está muy integrado, los intercambios son diversos e incluyen tanto un pago de alquiler y servicios.
En España, los programas Homeshare se ejecutan en las universidades, donde de vez en cuando incluyen a las personas con discapacidad y las familias monoparentales. Las personas mayores de todos los niveles de ingresos son elegidos para el programa, pero los que tienen bajos ingresos tienen prioridad.
Todos los programas de la UE comparten las mismas dificultades de funcionar con una financiación mínima y financiación insegura. Las fuentes de financiación son diferentes, aunque la mayoría sobrevive con una mezcla de recursos públicos y privados. En los programas de Reino Unido, algunos de los costes son pagados por los propios beneficiarios que pagan una cuota mensual.
En conjunto, según las evaluaciones, casi todos los participantes están satisfechos o muy satisfechos con su participación en el programa. Los jóvenes aportan su frescura y los mayores su experiencia, se proporcionan beneficios como mejorar la autoestima, la calidad de vida, comprensión, conocimiento, enriquecimiento personal y la solidaridad entre los participantes.