Turismo y Viajes

Palermo... barroca y canalla

Plaza de San Doménico. Fotografías: Pedro Grifol

Tras la caída del Imperio Romano, a Sicilia llegaron vándalos, ostrogodos y bizantinos... Después, en el siglo X, desembarcaron los árabes. En el siglo XI, con los normandos, llega el primer esplendor arquitectónico con la construcción de las catedrales de Palermo, Monreale y Cefalú, que ostentan espléndidos pantocrátores (representaciones de Cristo como juez en el juicio final) realizados en mosaicos dorados. Posteriormente, el elaborado ritual barroco de la corte del virreinato español (siglos XVII y XVIII) puso broche final al progreso con sus extravagantes palacios. El bucle urbanístico se cierra con el fin de la Segunda Guerra Mundial, cuando la mafia hizo su negocio construyendo miles de viviendas para el pueblo llano.

Tras la caída del Imperio Romano, a Sicilia llegaron vándalos, ostrogodos y bizantinos… Después, en el siglo X, desembarcaron los árabes. En el siglo XI, con los normandos, llega el primer esplendor arquitectónico con la construcción de las catedrales de Palermo, Monreale y Cefalú, que ostentan espléndidos pantocrátores (representaciones de Cristo como juez en el juicio final) realizados en mosaicos dorados. Posteriormente, el elaborado ritual barroco de la corte del virreinato español (siglos XVII y XVIII) puso broche final al progreso con sus extravagantes palacios. El bucle urbanístico se cierra con el fin de la Segunda Guerra Mundial, cuando la mafia hizo su negocio construyendo miles de viviendas para el pueblo llano.

Capilla.

Ahora, cuando visitamos Palermo contemplamos una arquitectura desestructurada en flagrante estado de decadencia, con abandonados palacios a la venta y calles llenas de ropa tendida en los balcones; escenas que contrastan con los edificios de la Via Libertá o de la Via Chiavettieri, calles limpias de basura donde pasea la gente guapa 'engalanados a la moda italiana'; calles con relucientes escaparates donde las grandes marcas del lujo global nos incitan a un despiadado consumo. Pero nadie duda que ese contraste insufla a la ciudad un peculiar encanto, que sin él, no sería lo mismo... no sería la indómita Palermo, barroca y canalla.

Música callejera en Palermo.

Como turistas, lo normal es que pasemos por alto los problemas de la ciudad; a ningún lugareño le hace gracia que le pregunten por la mafia, pero cuando estemos ante las escaleras del Teatro Massimo será imposible no recordar a Michael Corleone hundido por la muerte de su hija en El Padrino III, porque fue allí donde se rodó la secuencia final de la famosa película. Hay un tour guiado en español para visitar el interior del teatro. No se lo pierda.

Después de las obligadas visitas a los escenarios religiosos como a la Capilla Palatina y a la Catedral, donde se encuentran, guardados en una rimbombante tumba de plata, los pocos huesos que encontraron de Santa Rosalía, patrona de la ciudad, ya podemos pensar en comer y beber... porque Palermo ofrece una de las ofertas más atrayentes en lo que se refiere a la llamada street food; incluso existe un tour guiado llamado Passaporto del Mangione (streaty.com) que recorre varios puestos de los espectaculares mercados palermitanos para disfrutar de todo aquello que usted desearía conocer y que no sabe cómo encontrar.

Carro típico con imagen de Santa Rosalía.

Dicen los lugareños que en los mercados el ambiente y el 'procedimiento de venta' no ha cambiado en trescientos años: De buena mañana llegan los vendedores en motocarro (antes venían en burro), aparcan donde pueden, y empiezan a vocear el género. Los precios están marcados... pero da igual, se regatea en todo. Algunos pagan impuestos municipales... y otros no.

Mercado Il Capo.

Están abiertos todos los días excepto los domingos. El más conocido, por pintoresco, es La Vucciria. Allí podrá encontrar de todo: pescado, fruta, carne, verduras... Es como deambular por las calles de un zoco árabe. Tome nota de lo que podrá comer: pannelle (buñuelos de garbanzos); cazilli (croquetas de patata); arancina (carne empanada con arroz); sfincione (una especie de focaccia alta y suave rematada con una salsa de cebollas, tomate, orégano). También hay cosas más raras: pani ca' meusa, que son panecillos rellenos de bazo de vaca salteado; o frittola (cartílagos de vaca). Más familiar nos resultará la caponata (pisto de berenjenas, tomates, apio, alcaparras aceitunas y cebolla). Entre los puestos puede que haya un grupo de música en vivo... o un altavoz a todo volumen. Y no faltan las tabernas centenarias donde se despacha vino ¡solo vino!

Taverna Azzurra.

Como estamos en verano puede que nos cansemos del duro ajetreo que lleva el turista corriendo entre el asfalto de monumento en monumento, así que puede que nos entren ganas de darnos un baño.

Playa de Cefalú.

Estamos en el norte de Sicilia, donde el Mare Nostrum baña pueblos con callejones y rincones de ensueño, y sería buena idea visitar alguno de estos históricos enclaves marineros. Cefalú, a 67 km. de Palermo es uno de ellos. Desde el siglo V a.C. llevan los lugareños bañándose en sus aguas, que afortunadamente ¡aún lucen azzurras! Una muralla divide el casco antiguo de la arena de la playa, pero la muralla tiene arcos que sirven de pasadizo al mar. Todo es como hace cien años. Incluso un lavadero medieval que nos encontramos en una esquina nos recuerda que estamos en un viaje al pasado. Será un día fascinante de verano que puede concluir degustando un cuscús de pescado en alguno de los restaurantes que tienen terraza con vistas al mar. Inolvidable.

Cómo irIberia Express (iberiaexpress.com) tiene vuelo directo a Palermo dos veces por semana, los jueves y sábados. Los vuelos, con un precio por trayecto a partir de 49 euros, operarán hasta el 22 de septiembre.

Más informaciónwww.ulissetouroperador.com
www.palermo2018.it
www.italia.it

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