
Sin lugar a dudas, una de las cosas que más nos han impactado. No sólo en nuestro viaje al Nepal, sino de todos los viajes que jamás hayamos hecho. Es una visita dura, muy dura.
Estamos hablando del principal templo hindú de Nepal. Se encuentra a orillas del río Bagmati y está rodeado de un mercadillo donde los fieles pueden comprar todo lo que necesitan para sus ritos y oraciones. Es un hervidero de vida. Si puedes, dedícale unos minutos y da un paseo. Merece la pena. Es muy auténtico y sin turistas. Como a nosotros nos gusta.
Las cremaciones que se realizan a diario y casi a cualquier hora, es lo que llama la atención y por lo que Pashupatinah merece una visita.
En Nepal se venera a Siva en su forma del destructivo Bhairab, pero aquí, se le venera como Pashupati, que es el señor de las bestias. De ahí viene el nombre del templo.
La entrada para los extranjeros cuesta 1.000 rupias, que son unos 10 euros. Esto no te da derecho a entrar en el templo. Sólo está permitida la entrada a los hindúes. Te da derecho a estar por el recinto viendo las cremaciones.
Sobra decir que hay que actuar con mucho respeto y educación. La gente que está allí velando a los cadáveres está por lo que está y no podemos molestarlos y estar con nuestras cámaras encima retratándolos sin parar. La cosa en muy sencilla. ¿A nosotros nos gustaría que estando en un funeral de algún conocido o familiar hubiera turistas sacándonos fotos y grabándonos vídeos? A mí, no.
Esto no quiere decir que no se puedan sacar fotos o hacer vídeos. Sí se puede pero a una distancia prudencial y sin molestar a nadie.
El río Bagmati, a pesar de estar tremendamente sucio y de desprender un olor nauseabundo, es el equivalente al río Benarés o al Ganges. En sus orillas se realizan las cremaciones.
Los cuerpos se cubren con mortajas. Se ponen sobre unos pilares con madera y arden durante unas cuatro horas. Una vez finalizado este tiempo, los restos se tiran al río. No es necesario que el cuerpo entero se haya hecho cenizas. Cuando finalizan las cuatro horas, quede lo que quede y cómo quede, se tiran los restos al río. El olor que hay es fuerte y se hace complicado respirar si estás cerca de las hogueras.
La orilla opuesta del río, es una zona muy buena para poder ver todo el ritual. Está lo suficientemente lejos para no molestar y lo suficientemente cerca como para no perderte un detalle de la ceremonia.
Grupos de santones, llamados sadhus, deambulan por el recinto ataviados con extravagantes ropas esperando a que los turistas quieran fotografiarlos y así sacarse unas rupias. Nosotros no pudimos negarnos...
En la entrada principal se pueden contratar guías. Nosotros cogimos uno para que nos llevara a los mejores sitios y para que supiéramos dónde podíamos entrar y dónde no. Pagamos por una hora de visita unos 5 euros. Mereció la pena.

Del blog tuyoymimochila