Turismo y Viajes

Los museos insólitos de Zagreb

Museo de las Relaciones Rotas. (Fotos: Pedro Grifol)

En verano, las playas de Croacia llevan años registrando un número creciente de visitantes en busca del clásico sol mediterráneo. Los complejos hoteleros de 'sol y playa' de la Costa Dálmata son el principal reclamo turístico; pero el interior tiene otro tipo de atractivos. Zagreb, la capital desde que alcanzase su independencia de la antigua Yugoslavia en 1991 se jacta de ser una de las ciudades más antiguas de Europa con los museos 'más nuevos' (entiéndase 'nuevo' en cuanto a temática, que no en cuanto a su aspecto arquitectónico).

Zagreb es una ciudad ideal para visitar en un fin de semana otoñal... o también en pleno invierno, donde la temperatura invita más a meterse en un museo que a pasear por su Jardín Botánico, aunque tampoco es mala idea porque los colores de otoño siempre son impactantes, y porque debajo de un paraguas, a las parejas de enamorados les ocurren muchas cosas. Y aquí viene al caso el Museo de las Relaciones Rotas (www.brokenships.com), único en el mundo por su rareza... que nada tienen que ver con la extravagancia, sino con la parte más afectiva de la condición humana.

Inspirados en la idea de darle a la gente la oportunidad de liberarse de la carga emocional a través de la donación de la herencia tangible (e intangible) de las relaciones amorosas, los creadores del museo recorrieron el mundo recopilando las reliquias que siguen a la ruptura de una relación. Los objetos expuestos en el museo, acompañados por un breve texto explicativo, tocan la fibra sensible del espectador más inconmovible... a pesar de la frase que reza en su entrada: "Tómate una cerveza tan fría como el corazón de tu ex".

Es un museo sencillo, con paredes blancas y vitrinas iluminadas ante las que desfilan los asombrados visitantes -70.000 en 2014 (90% extranjeros)- que permanecen abstraídos por espacio de algunos minutos ante los cartelillos que narran sucintamente la 'relación rota', y que hacen saltar las lágrimas a más de uno: dos copas de champagne rotas en una caja forrada de raso: "Durante 22 años, mi marido y yo brindamos cada aniversario de boda con estas copas unidas entre sí por una cinta blanca. Ahora, ya divorciados, yacen sus cortantes cristales"; un par de zapatos de tacón rojos: "Nos conocimos hace veinte años. Yo me enamoré a primera vista. Más tarde o más temprano -como suele pasar- los romances acaban. Los zapatos los compramos en un sex shop de Pigalle"; un coche de niño a pedales: "Este coche, recuperado de un contenedor de basura, representó el amor entre nosotros. He tardado 40 años en comprender el significado de la palabra Amor". Y un disco de vinilo, un pendrive, un corcho de cava, llaves de coche, un vestido de novia ("Él sólo hablaba y hablaba. Yo lo pagué todo: mi vestido de novia y sus deudas")... hasta una nota de suicidio ("Escribir una carta en estas circunstancias es casi imposible. Os deseo mucha felicidad. Mamá") son algunos de los objetos que forman parte de la original y sobrecogedora colección de la muestra.

La introversión y la reflexión parecen ser el efecto que más dura entre sus visitantes, según afirman sus creadores, una joven pareja croata que discutió cómo repartir todo lo que habían acumulado juntos; y concluyeron que todos esos objetos no eran sólo objetos, que a través de ellos renacían historias, recuerdos y pensamientos. Tenían claro que no querían que fuese un museo del desamor; pretendían explorar las historias que se ocultan tras los objetos cotidianos y ofrecer a sus dueños una manera de superar una crisis emocional. Su idea mereció el premio Kenneth Hudson al museo más innovador de Europa en 2011.

Otro tipo de objetos, absolutamente distintos, se pueden contemplar en otro peculiar museo inaugurado este mismo año. Se trata del Museo de las Ilusiones (www.muzejiluzija.com). Aquí el porcentaje mayor es el de visitantes lugareños (65%), y se comprende... porque es ideal para visitar con niños. El museo ofrece una intrigante experiencia visual, sensorial y educativa. A través de las ilusiones ópticas los visitantes pueden aprender mucho acerca de la visión, la percepción, el cerebro humano y la ciencia, y así podrán comprender mejor por qué los ojos ven las cosas que el cerebro no entiende.

En una habitación oblicua se resiste la fuerza de la gravedad, y los visitantes aumentan y disminuyen de tamaño. Holografías y juegos de dilemas, hacen que nuestro cerebro haga gimnasia y cavile. La tienda del museo ofrece objetos 3D y juguetes didácticos para todas las edades. Todo lo que los visitantes puedan llevar consigo como experiencia del asombro no desaparece al salir de este imperio de ilusiones.

Después de tanta intensidad cerebral, lo mejor es darse una vuelta por la calle Tkalca, una vía peatonal con mucha vida, llena de tiendas, restaurantes y cafés. El elemento lúdico de la calle es el monumento a las prostitutas, ya que probablemente Zagreb fue la primera ciudad en la que se legalizó este quehacer (1833). Se recomienda ver el monumento también por detrás.

Y siguiendo con el aspecto epicúreo, no puede faltar la recomendación a la hora de comer de un nuevo restaurante a tono con el recorrido cultural, su nombre es Waves (www.wavesdenimbar.com), cuya propietaria nombró así porque piensa "que la vida es como las olas del mar". Su chef, Valter Lalic, en su cocina de imaginación-fusión advierte que cocina según se siente: "Si me siento 'confuso' pongo un jalapeño en el plato"; así que lo mejor es ir a lo seguro y ordenar un clásico plato croata: Maturo ramstek u crnoj pivi, es decir: filete de vaca a la cerveza negra. Espectacular... como todo lo vivido en un día lluvioso en Zagreb.

Más información
Turismo de Zagreb: www.zagreb-touristinfo.hr

WhatsAppFacebookFacebookTwitterTwitterLinkedinLinkedinBeloudBeloudBluesky