Narbona, situada al sureste de Francia, en la región de Occitania (concretamente en la provincia de Aude País Cátaro), se encuentra a 100 km. de la frontera española; y está a 2 horas de Barcelona y a 5 horas de Madrid con la conexión directa en tren de alta velocidad entre España y Francia.
Una vez situada en el mapa, lo mejor es empezar dando un repaso a su transcurrir existencial... porque la ciudad, con más de 20 siglos de historia, ofrece un importante patrimonio para descubrir. Fue la primera ciudad de la antigua Galia, fundada por los romanos en el 118 a.C. con el nombre de Narbo Martius. De aquella época se conserva, en la plaza del Ayuntamiento, un trozo de pavimentado de la Via Domitia (camino que comunicaba Italia con España), y el Horreum Romano, una galería subterránea de almacenaje de provisiones, que podemos visitar como preámbulo al recorrido cultural. Continuamos la ruta urbana por el barrio del Bourg, la parte de la ciudad que prosperó en la Edad Media y que mantiene la huella de su pasado, aunque ahora los negocios medievales se han convertido en tiendas de vinos ¡que tampoco está mal el cambio!
Otras visitas recomendables del centro urbano son: La Catedral de San Justo y San Pastor y El Palais Neuf. La catedral es gigantesca... pero no lo grande que tenía que haber sido porque está inacabada, aunque da igual... ya que lo que está terminado es sorprendente. En su interior, hay que mirar de abajo a arriba para aventurarnos en calcular las proporciones de la sillería y el órgano situados debajo de vertiginosas bóvedas que se alzan a más de 40 metros de altura. También tiene interés visitar el tesoro de la catedral, ya que posee una profusa parafernalia de objetos litúrgicos, es decir: cosas de oro, plata y marfil..., testimonio del poderío de los arzobispos de Narbona -¡a la Iglesia ya se sabe que le gusta lo caro!-. A la salida no olvidar mirar otra vez hacia arriba... para ver sus inquietantes y grotescas gárgolas. Impresionantes.
Para bajar la temperatura del lujo de los fastos religiosos, podemos pasar al pecado, o sea: a ver odaliscas (pintadas) y visitar los museos del Palacio Nuevo, que alberga varias colecciones de arte. La más atractiva es la sala inspirada en la Mezquita de Córdoba y decorada con cuadros de pintores orientalistas. Es una colección muy personal -con obras de Benjamin Constant y Hippolyte Lazerges-, rara de ver en un lugar público, ya que el tema 'odalisca' suele estar a buen recato en colecciones particulares. El placer es lo que tiene.
Otra visita eclesiástica es La Abadía de Fontfroide (fontfroide.com), situada a las afueras de la ciudad (14 km.) y sin circulación de hermanos legos desde el siglo XIX. Constituyó uno de los centros más poderosos de la Edad Media y hoy queda como un notable ejemplo de arquitectura cisterciense.
Y volvamos al contexto lúdico porque Narbona tiene un restaurante famoso en todo el mundo, con un estilo único. Se trata de Les Grands Buffets (lesgrandsbuffets.com). Abierto todo el año y con un precio único (37,90 euros). El restaurante rinde homenaje a la tradición francesa que (desde siempre) fue comer de buffet. Ineludible... ¡pantagruélico! ¡Pecado de gula seguro!
Frente al gran comedor multitudinario se encuentra La Table Saint-Crescent (la-table-saint-crescent.com), el restaurante dirigido por el chef Lionel Giraud (dos estrellas Michelin en 2020) que además tiene a Albert Malongo Ngimbi, el mejor sumiller de Francia (2019). Una experiencia gastro para el recuerdo.
En otro contexto, la excursión que podemos hacer una vez visitada la ciudad, su catedral, sus museos... y después de haber comprobado que la oferta culinaria de Narbona es de las más excitantes del mundo, puede ser embarcarnos y navegar por El Canal de Midi, una de las infraestructuras hidráulicas más extraordinarias de la Era Moderna, reconocida como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
De Narbona parte el Canal de la Robine, el río que fluye por el corazón de la ciudad, que conecta con el Canal du Midi y va hasta el mar Mediterráneo. El canal tiene una longitud de 32 kilómetros, y durante su recorrido nos encontramos con 4 muelles para el amarre de las embarcaciones: Central, Vallière, Alsacia y l'Escoute. A 14 km. sentido norte, se encuentra Le Somail, pintoresco pueblecito donde hay que detenerse obligatoriamente... para ver su puente de piedra, su pequeña iglesia, su noria, su glacière (hielera), su espectacular librería 'de viejo' (le-trouve-tout-du-livre.fr); y parar para comer sano en Le Comptoir Nature; para practicar enoturismo durante el crucero por el canal catando los caldos de los viñedos del Château Cabezac (chateaucabezac.com). Y cuando la luz del día decaiga y empiece a hacer fresca, quedarse a dormir en el Hotel Le Neptune (chambresleneptune.com), un B&B encantador. Felices -y tranquilos- sueños.
Turismo de Narbona: www.narbonne-tourisme.com; www.visit-lanarbonnaise.com