Turismo y Viajes

El Brexit o la "vergüenza a volar", entre las incertidumbres a afrontar por el turismo español

Iniciado ya el segundo semestre del año, la Mesa del Turismo advierte del panorama confuso que afronta el mercado turístico español, caracterizado por contradicciones y amenazado por incertidumbres. La agrupación empresarial ha analizado las paradojas a las que se enfrenta el sector, para ver si son reales o aparentes, diagnosticando tres variables que pueden afectar negativamente.

Cambio de paradigma en la demanda de destinos españoles

Según la Mesa del Turismo, existe una contraposición de las cifras oficiales de crecimiento del número de turistas (+2,8% en turistas entre enero y junio) y de gasto e ingresos turísticos, frente a las manifestaciones de las asociaciones hoteleras que reflejan la caída de la demanda para algunos de los destinos principales y que se traduce en una notable presión sobre los precios.

En las cifras oficiales, algunos destinos de sol y playa, como Baleares y Canarias, han experimentado un descenso de la demanda durante los primeros seis meses del año, debido, principalmente, a la competencia de otros destinos mediterráneos y la disminución de la capacidad aérea.

Por otro lado, la estadística FRONTUR indica que el turismo urbano está creciendo, con cifras que en Madrid alcanzan un aumento del 14,5% en junio. Asimismo, crece Cataluña, incluida Barcelona, que parece resistir de momento a las manifestaciones de rechazo al turismo y de los graves incidentes -robos y hurtos, en ocasiones con resultados fatales- que afectan a mercados tan sensibles como el chino y el coreano.

"Este somero análisis pone de relieve que el turismo hacia España está cambiando ya desde hace tiempo. El sector hotelero es plenamente consciente de ello, con las grandes cadenas diversificando su oferta con nuevos establecimientos en ciudades españolas, al tiempo que renuevan los que se encuentran en destinos de sol y playa. Esta renovación debería acompañarse por la inversión pública en servicios e infraestructuras en los destinos maduros" comenta el secretario general de la Mesa del Turismo, Germán Porras.

Un Brexit sin acuerdo

Las consecuencias de una salida de Reino Unido de la Unión Europea sin acuerdo van más allá de una cuestión de libre circulación de personas y capitales dentro de la UE. Aunque éste todavía no ha tenido una traducción directa en el ámbito turístico, en 2019 se ha empezado a percibir una desaceleración de la demanda británica que se agrava con la fuerte caída de la libra esterlina.

El representante de la Mesa del Turismo augura una catástrofe para el turismo británico, ya que al debilitamiento de la economía británica se suma una falta en la regulación de cuestiones tan básicas como el transporte aéreo, el régimen de visados, la asistencia sanitaria al viajero, el "roaming" o el viaje con mascotas, entre otras.

"Vergüenza a volar"

El flygskam o "vergüenza a volar" surgió en Suecia como un movimiento que se opone a los viajes en avión, argumentando que contribuyen de manera significativa a la emisión de gases invernadero, proponiendo su sustitución por otros medios de transporte menos contaminantes. Esta inclinación ha encontrado eco en Holanda, Bélgica y Francia, que ya han diseñado medidas fiscales para gravar los viajes de avión (impuestos al billete, al queroseno o aumento del IVA).

Un estudio de la Comisión Europea señala que, si bien el impacto de los nuevos gravámenes que propone para los viajes de avión implicaría una reducción del 11% en el volumen de negocio del sector aéreo, el impacto final en el PIB de la UE sería neutro, dado que se compensaría con el aumento de la actividad en otros sectores.

Sin embargo, Porras advierte que "es difícil de entender esta afirmación desde un país como España, que ocupa un lugar geográficamente periférico y cuyo turismo llega en un 82% por vía aérea". La Mesa del Turismo argumenta que para poner freno al cambio climático es preciso abordar con racionalidad un tema como es el de la "vergüenza a volar". En primer término, porque las estimaciones generales coinciden en que la aviación contribuye en un limitado 5% a la emisión de gases invernadero; y, en segundo lugar, porque la aviación está realizando su debida contribución a frenar el cambio climático. Tanto los fabricantes de aeronaves, con motores cada vez más eficientes, como las aerolíneas sustituyendo los aparatos más antiguos por nuevos que suponen menos emisiones y a la vez son más rentables por su menor consumo de combustible.

"Frente a este esfuerzo del sector de la aviación, los Gobiernos y la Comisión Europea sólo piensan en medidas fiscales, en vez de afrontar la congestión del espacio aéreo europeo que supone un aumento del 30% en el tiempo de vuelo", critica el secretario general de la Mesa. De hecho, los problemas estructurales del sistema europeo de control del tráfico aéreo han provocado un incremento del 5,8% en las emisiones de CO2 y la revisión del marco regulatorio del Espacio Único Europeo lleva 18 años pendiente.

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