
Durante siglos, la mar —femenina en su gramática, masculina en su historia— ha sido territorio casi exclusivo de hombres. Esa desigualdad aún se refleja con fuerza: las mujeres representan solo el 18,7% del total de trabajadores del sector marítimo a nivel mundial, según el informe Women in Maritime Survey 2024 elaborado por la OMI y WISTA International. En ámbitos como la marinería profesional, el porcentaje es incluso menor: apenas un 1% de la gente de mar empleada en las organizaciones encuestadas son mujeres. Aunque los datos están empezando a mejorar, el mar sigue siendo un bastión masculino en la economía global.
En España, las cifras tampoco son alentadoras. La presencia femenina en el sector logístico-portuario apenas alcanza el 22%; en la estiba, cae al 9,5%; y en las tripulaciones de la flota pesquera, solo representa un 6%. Por contraste, en las industrias relacionadas con la pesca —transformación, procesado, distribución— las mujeres alcanzan el 60%. La media general de empleo femenino en todos los sectores de la economía española está en el 47,3%. El contraste es tan evidente como estructural.
Sembrar vocaciones desde la infancia
Una de las claves para revertir la situación está en la educación. Así lo cree Mercedes Pardo, presidenta de Educación Azul, una organización pionera que trabaja para "reconectar a la sociedad —especialmente a las nuevas generaciones— con el mar, desde la educación". Su enfoque es claro: "Que el mar entre en las aulas y que las aulas salgan al mar".
Uno de sus proyectos más significativos, Barcos de Cartón, ha reunido este año a más de 1.000 escolares en cinco comunidades autónomas. Todos ellos han construido embarcaciones recicladas que luego han navegado en rías y puertos. A través de jornadas de descubrimiento en instalaciones portuarias, talleres STEM, acciones con mujeres del sector o colaboraciones con empresas y autoridades marítimas, Educación Azul promueve una nueva forma de acercarse al mar: vivencial, emocional, con vocación.
"Durante siglos, el mar ha sido narrado y vivido en masculino, aunque sea femenina 'la mar'. Eso ha dejado un legado de ausencia que hoy todavía pesa", explica Pardo. Por eso, su organización trabaja con niñas desde edades tempranas para construir un imaginario más inclusivo: "Que el mar no se asocie solo al riesgo o la fuerza, sino también a la innovación, el cuidado, la creatividad y la exploración".
Una parte fundamental del enfoque consiste en mostrar referentes: capitanas de navío, ingenieras navales, directoras de puertos, científicas marinas, deportistas de élite, armadoras, mariscadoras. "Sabemos que una niña que ve, es una niña que se cree capaz. Y la vocación nace muchas veces de una simple identificación".
Mujeres al mando
Una de esas mujeres que está cambiando las reglas desde dentro es Ione Astondoa, directora de Operaciones en Astilleros Astondoa. Su labor es transversal: interviene desde el diseño conceptual de un yate hasta su entrega final. Coordina equipos técnicos y garantiza que cada embarcación incorpore innovación, precisión y la esencia mediterránea que define a la marca.
Astondoa reconoce que la industria náutica todavía se mueve con inercias muy tradicionales. "Estamos avanzando, pero aún queda camino. Cada vez hay más mujeres, no solo en diseño o administración, sino también en logística, ingeniería y operaciones técnicas", señala. Su experiencia le ha enseñado que en un entorno históricamente masculino a veces cuesta ser escuchada: "Pero lo importante es mantenerse firme, aportar valor y demostrar que el conocimiento no tiene género".
El relevo generacional y la nueva sensibilidad en torno al talento están acelerando los cambios. "Hoy ser una mujer joven en un entorno industrial no es una rareza, es una oportunidad. Las nuevas generaciones valoran la diversidad y el equilibrio personal-profesional", afirma. Para ella, lo importante es que cualquier joven que visite un astillero no se sienta visitante, sino protagonista: "El mar necesita muchas más voces.".
En el plano jurídico, otra voz femenina destacada es la de Maider Arrieta, socia del despacho Albors Galiano Portales. Su trabajo se centra en el asesoramiento a empresas del ámbito marítimo y portuario, desde aseguradoras hasta operadores logísticos, en materias que van desde la revisión de contratos hasta disputas complejas por accidentes, daños o retrasos en el transporte.
Arrieta lleva en el sector desde el año 2000. "Entonces, todos los puestos de responsabilidad estaban ocupados por hombres. Tuvimos que aprender a ocupar espacio sin pedir permiso", recuerda. Aunque reconoce que ha habido avances, subraya que la brecha de género sigue siendo profunda, especialmente en áreas como el Derecho Marítimo, de fuerte tradición masculina.
Uno de los principales desafíos sigue siendo la conciliación: "Es el motivo principal por el que el techo de cristal sigue siendo muy real en los despachos de abogados". Además, la legislación del sector apenas incorpora perspectiva de género: "Ni en las condiciones laborales a bordo, ni en el acceso a la carrera marítima, ni en la normativa general". Aun así, Arrieta anima a las jóvenes juristas a sumarse: "Este es un campo apasionante, dinámico, con oportunidades internacionales. Pero hay que entrar con confianza, sin esperar invitaciones".
Formación, becas y redes de apoyo
Uno de los agentes más activos en la promoción del talento femenino es el Instituto Marítimo Español (IME). Ana Nieto-Márquez, su directora comercial, subraya que uno de sus objetivos es facilitar el acceso de mujeres al sector a través de formación, becas y prácticas.
Durante 2024, la media general de alumnas en sus programas ha sido del 47%. Pero los contrastes son llamativos: mientras que en algunos cursos hay paridad o incluso mayoría femenina, en programas técnicos como el Máster en Reparación Naval las mujeres apenas representan el 8%. Es una muestra clara de que siguen existiendo barreras de entrada en ciertos espacios formativos.
Para revertir esta situación, el IME concede becas específicas. Solo en los últimos meses, ha otorgado tres ayudas dirigidas a mujeres con trayectorias destacadas en Derecho Marítimo, Náutica y Economía. A través de convenios con Fundamar (Perú), la Fundación Mujeres por África o la red MAMLa (Red de Mujeres de Autoridades Marítimas de Latinoamérica), el IME promueve la internacionalización del talento femenino. MAMLa, de hecho, forma parte de las ocho asociaciones regionales WIMA creadas por la OMI dentro de su Programa de Género.
Una de las alumnas más recientes del IME fue una joven nigeriana becada para cursar el Máster en Reparación Naval, mientras que otra estudiante, procedente de la Universidad de Chittagong (Bangladesh), realizó unas prácticas en España tras pasar por la World Maritime University en Suecia. Además, el IME será anfitrión de la Conferencia Internacional de WISTA que se celebrará en Barcelona en octubre de 2025.
Los casos de éxito empiezan a multiplicarse. Lucía Díaz Cameselle, por ejemplo, recibió el Primer Premio del London Shipping Law Centre tras cursar el programa de Derecho Marítimo Internacional del IME. Josefa Díaz, otra alumna, es actualmente Head of Marine en Zurich Insurance Spain después de haber completado el Máster en Negocio y Derecho Marítimo.
"Estos casos demuestran que el talento femenino no solo existe, sino que empieza a ocupar el lugar que le corresponde", afirma Nieto.
El cambio está en marcha, pero todavía no es sistémico. Pese a los avances, muchas mujeres siguen topándose con barreras invisibles: falta de conciliación, falta de referentes, cultura laboral masculina, estereotipos. "Más que obstáculos evidentes, lo que viví fueron formas sutiles de resistencia", resume Arrieta.
Por eso, las estrategias deben ser integrales.. Como concluye Mercedes Pardo: "El futuro del mar será inclusivo… o no será azul".