
En los últimos años, el sector de los festivales en España ha experimentado un crecimiento notable, tanto en número de eventos como en la cantidad de asistentes. Esta expansión ha puesto de manifiesto un reto fundamental: la necesidad de garantizar los desplazamientos. A medida que la demanda de eventos masivos aumenta, los organizadores buscan nuevas fórmulas para facilitar el traslado de sus visitantes. Ante esta situación, muchos festivales han optado por soluciones como lanzaderas de autobús o acuerdos con empresas ferroviarias, entre otros recursos, para asegurar la llegada de los asistentes, al tiempo que implementan medidas orientadas a reducir su huella ecológica.
Con el incremento de la oferta de eventos y la creciente popularidad de este tipo de experiencias, los festivales se han convertido en una cita indispensable para miles de personas cada temporada. Este crecimiento no solo se refleja en la cantidad de festivales celebrados, sino también en la asistencia de público, que ha alcanzado cifras récord: más de 28 millones de personas asistieron a algún concierto en España en 2023, una cifra que el sector considera ampliamente superada en 2024 a falta de nuevos datos de la SGAE. Sin embargo, este aumento masivo de asistentes ha traído consigo nuevos retos en términos de movilidad, un aspecto que cada organización debe abordar.
La opción mayoritaria elegida por los festivales para facilitar el acceso al evento son los autobuses, dada su flexibilidad y adaptación. Estos suelen centrarse en dos tipos de servicios: rutas de larga distancia, para llegar hasta la localidad del evento; y lanzaderas, que conectan los recintos de los festivales con puntos estratégicos de la ciudad.
Los primeros están pensados para cubrir las distancias más largas. Mediante la fórmula de los autobuses oficiales, conectan el evento con grandes localidades, con un precio medio alrededor de los 30 euros. Por su parte, las lanzaderas, gratuitas o a precios reducidos, facilitan el acceso al recinto mediante rutas fijas cuando este se encuentra alejado de la ciudad o de las zonas de alojamiento.
Estos sistemas de transporte son especialmente útiles en grandes eventos, donde la demanda de movilidad se multiplica de forma considerable. Al centralizar el acceso en medios de transporte colectivo, se minimiza la congestión en las vías principales y se optimiza el flujo de personas. El impacto ambiental también es considerable. Según el Observatorio de la Sostenibilidad, los festivales de música en España generan cada año más de 100.000 toneladas de CO2 debido a los desplazamientos de los asistentes.
Así actúan los festivales
Ante estos desafíos, la mayor parte de los festivales en España han comenzado a implementar medidas para reducir su impacto y fomentar la sostenibilidad. El Primavera Sound en Barcelona, por ejemplo, organiza un servicio de lanzaderas gratuitas que conectan el recinto del festival con puntos clave de la ciudad, como la estación de Sants y el Aeroport de Barcelona-El Prat, facilitando el acceso sin la necesidad de recurrir al coche privado.
El Mad Cool Festival en Madrid sigue una estrategia similar, ampliando los horarios del Metro y disponiendo autobuses que trasladan a los asistentes desde diversos puntos de la ciudad hasta el recinto. En los últimos años, más de 40.000 personas utilizaron este servicio de lanzaderas, lo que refleja la eficacia de la medida.
Si se analizan algunos de los festivales con relevancia en el panorama nacional, se observa que todos ellos disponen de servicios de transporte que conectan diversas ciudades nacionales con el recinto del festival.
El Boombastic Festival, celebrado en Llanera (Asturias), además de autobuses oficiales, dispone de dos tipos de lanzaderas: las que conectan el recinto con el camping —alejado de los escenarios— bajo el nombre de "Summer City", y las "Festival", que conectan localidades como Oviedo, Gijón y Avilés con el recinto, así como otras más pequeñas.
Desde la organización, Jaime López-Dóriga, responsable de prensa de Boombastic Festival, señala que el perfil mayoritario de asistentes es joven y que mayormente utilizan autobús y tren para llegar al evento. "En la edición 2024 tuvimos un acuerdo con ALSA, que conectó el festival con los núcleos urbanos de Avilés, Gijón y Oviedo, facilitando el desplazamiento de aproximadamente 2.500 personas y promoviendo el uso del transporte público", explica López-Dóriga. Para este año, la empresa de autobuses y el festival han renovado su colaboración, ofreciendo lanzaderas y servicios de transporte a precios accesibles para el público.
Respecto al plan de movilidad, López-Dóriga comenta que este se diseña conjuntamente entre el ayuntamiento, autoridades locales y la organización del festival, con el objetivo de garantizar un flujo ordenado y minimizar el impacto en la localidad. Sin embargo, identifica el uso del vehículo particular como un problema recurrente, ya que provoca atascos que afectan a los horarios de las lanzaderas. "Desde aquí animamos al uso de transportes colectivos", concluye. En cuanto al impacto en la localidad, el festival trata de causar el menor trastorno posible, estableciendo zonas específicas para el aparcamiento que no interfieran con la vida cotidiana de Llanera y sus alrededores.
Al otro lado del Principado, en Arriondas, se celebra el Riverland Fest. Su modelo de movilidad se basa principalmente en autobuses oficiales que conectan medio centenar de ciudades de toda España con el recinto, combinados con rutas locales, coches particulares y el tren de Cercanías. Desde la dirección reconocen que, aunque Renfe refuerza puntualmente el servicio ferroviario, el único acuerdo fijo es con la empresa de autobuses que opera las rutas nacionales y las lanzaderas diarias.
Respecto al plan de movilidad, está diseñado de forma por todo tipo de instituciones y cuerpos de seguridad del Estado en coordinación con la organización del festival. Esto ha permitido resolver algunos de los problemas históricos de movilidad, como los atascos en la carretera de acceso, gracias a la ampliación de los espacios de aparcamiento gratuito, que funcionan con personal que agiliza la entrada de vehículos para evitar retenciones. En cifras, la gestión de movilidad de Riverland cuenta con un presupuesto que supera los 150.000 euros.
Festivales medianos
Otro caso donde la movilidad es especialmente sensible es en aquellos festivales que cambian de ubicación. Es el ejemplo del Río Babel, un festival que mezcla géneros como rock, pop y ritmos latinos y que pasó de celebrarse en la Caja Mágica de Madrid a hacerlo en el auditorio de Rivas Vaciamadrid.
Aunque el festival no cuenta con un estudio formal sobre movilidad, la organización observa que el coche particular sigue siendo el medio de transporte más común entre sus asistentes. No obstante, ha aumentado el uso del transporte público, gracias a la próxima conexión del recinto con Madrid. En 2025, el Ayuntamiento reforzó la línea 9B de metro durante los horarios clave, duplicando la frecuencia para atender la demanda. Además, el festival ofrece lanzaderas de regreso a Madrid por menos de 10 euros.
El equipo organizador trabaja en coordinación con el ayuntamiento y las fuerzas de seguridad para adaptar la movilidad en función de la afluencia, y reconocen la necesidad de ampliar horarios y mejorar la última conexión hasta las estaciones. No cuentan con un plan integral de movilidad, pero mantienen el diálogo abierto con operadores y autoridades para ir mejorando.
El transporte no es sólo una cuestión a resolver por los grandes festivales, también por los más pequeños. Es el caso del Prestoso Fest, un evento de menor tamaño celebrado en Cangas del Narcea (Asturias). La localidad está alejada de los medios de transporte masivo, por lo que el acceso principal es en vehículo particular, viajes compartidos o autobús. La organización colabora con BlaBlaCar para fomentar los viajes compartidos entre asistentes, aunque no tiene acuerdos formales con grandes operadores de transporte.
Al ser un evento de escala reducida, no asigna presupuesto exclusivo para movilidad. Además, el festival neutraliza su huella de carbono desde 2022, aunque admite que ha de resolver el cálculo exacto del impacto del transporte de asistentes.