
Las estaciones de esquí del Pirineo de Girona siguen atentas al termómetro para arrancar la temporada. En una rueda de prensa celebrada esta semana, las cinco instalaciones de la Cerdanya y el Ripollès (La Molina, Vall de Núria, Vallter 2000 y Guils Fontanera, gestionadas por Ferrocarrils de la Generalitat, y la Masella, de gestión privada) aplazaron su apertura tras el puente de la Purísima siempre que las precipitaciones cubran las pistas.
Las estaciones renunciaron a operar durante el puente, pese a tratarse de unas jornadas golosas, para activarse al 100% a mediados o finales de la próxima semana. No se dio ninguna fecha oficial, pero la nevada de este domingo supone una buena noticia. Aunque la nieve haya sido más intensa en la zona occidental del Pirineo, La Molina ha acumulado 20 centímetros de grosor.
Los gestores sostienen que el público aguarda impaciente. A las puertas del puente, las reservas en los alojamientos de la Cerdanya para los días 6 y 7 rozaban el 90%, mientras que en el Ripollès la ocupación superaba el 80%. En conversación con elEconomista.es, se barajaron cifras de usuarios en pistas similares a las de la temporada 2022-2023.
En la última temporada, cerrada el pasado mayo, se contabilizaron 627.000 usuarios, frente a los cerca de 850.000 de 2022-2023. Eso teniendo en cuenta que en aquel bienio ya se registró un 4,6% menos de afluencia en comparación con 2021-2022. Recuperar las cifras de hace dos años sería satisfactorio para un sector que ha encadenado dos malas temporadas.

Más allá del esquí
"Las dos últimas temporadas no han sido demasiado buenas en condiciones de nieve. Durante la pandemia la gente buscaba una escapatoria al virus. Pero una vez finalizado el Covid, este turista de proximidad ha buscado otras destinaciones más lejanas. Esto ha incidido en los datos que tenemos a nivel turístico", señaló Norbert Bes, gerente del Patronato de Turismo de la Costa Brava.
Hasta la fecha, las pernoctaciones en la demarcación gerundense son un 10% inferiores a las registradas hace un año. "Estamos haciendo un esfuerzo importante para desestacionalizar la actividad. Pero no estamos en situación de saturación y la capacidad de carga no está agotada. El Pirineo de Girona tiene muchos atributos como el paisaje y los parques naturales, la cultura, la sostenibilidad y la enogastronomía", enumeró Bes.
Prueba de ello son nuevas iniciativas como la ruta de los miradores de la Cerdanya, la guia de BTT sin fronteras y los mercados navideños en Llívia y Camprodon.
Enric Serra, director de negocio y estrategia de FGC Turisme, insistió en que están diversificando la oferta de sus estaciones (cuatro en Girona y tres en Lleida) con más actividades deportivas y lúdicas. Su campaña promocional de este año la han bautizado Más que esquí. "Queremos fijar la población al territorio y crear puestos de trabajo estables a lo largo del año. Hay que tener en cuenta que en enero y febrero llegamos a ser casi el 20% del PIB gracias a las estaciones de esquí", explicó.
Inversiones millonarias
Para preparar esta temporada, las cinco estaciones del Pirineo de Girona han invertido 6,4 millones de euros en proyectos como la instalación de cañones para producir nieve, la mejora de su oferta gastronómica y la renovación de elementos de juego para los más pequeños. En este curso, se celebran dos efemérides: el 25 aniversario del dominio Alp2500, formado por La Molina y Masella, y el medio siglo de vida de Vallter 2000.