
Netflix ha estrenado este mes la tercera temporada de Heartstopper, la ficción británica basada en la novela gráfica de Alice Oseman. No se puede dudar su gran popularidad en España, ya que es una de las series más vistas de la plataforma. Sin embargo, hay un detalle que no ha pasado desapercibido: uno de sus lugares de grabación está en un pequeño pueblo de España.
Concretamente es en el segundo capítulo de esta temporada en la que se aprecia este detalle cuando uno de los protagonistas, Nick Nelson (interpretado por Kit Connor), viaja con su familia a Mallorca. Una estampa idílica de un rincón del paraíso de las Islas Baleares, pero con una pequeña trampa. En realidad se trata de Menorca. La serie, que ya se ha convertido en un fenómeno adolescente, ha transformado de esta manera los escenarios menorquines en mallorquines.
El primero que se puede ver es el que emula ser el aeropuerto de Menorca, que es realmente el polideportivo Guillem Timoner en Felanitx. También se puede ver al joven Nick paseando por las calles de un pintoresco pueblo al suroeste de la isla. Se trata de Santanyí, cuyo núcleo urbano está lleno de calles estrechas y edificios construidos con la característica piedra arenisca dorada de la zona, que le da al pueblo una apariencia cálida y acogedora.
En el centro se encuentra la Iglesia de Sant Andreu, un edificio imponente de origen gótico con una fachada barroca, y este también se puede ver en una escena cuando sube las escaleras de la iglesia y se sienta en ellas. La ficción la bautiza como si fuera la catedral de Ciutadella en Menorca.
Durante el rodaje, del que ya hace casi un año desde que empezó, muchos fans fueron los que vieron al actor protagonista e, incluso, llegaron a hacerse fotos con él para compartirlas en redes sociales.
Cómo es realmente Santanyí
Santanyí es también famosa por su proximidad a algunas de las playas y calas más hermosas de Mallorca. Destacan Cala Santanyí, una playa de aguas cristalinas y arena fina, y Cala Llombards, una cala de ensueño rodeada de acantilados. A poca distancia se encuentra el Parque Natural de Mondragó, un espacio protegido que alberga una gran variedad de fauna y flora, además de playas vírgenes y senderos para caminar.
La costa de Santanyí incluye algunos de los paisajes más dramáticos y fotogénicos de la isla. El Arco de Es Pontàs, una formación rocosa en forma de arco que se alza sobre el mar, es uno de los símbolos naturales más icónicos de la región y un lugar muy popular entre los escaladores y fotógrafos.
En cuanto a la cultura, Santanyí ha sido tradicionalmente un lugar de inspiración para artistas, y aún hoy, es el hogar de numerosos estudios de arte y galerías. A lo largo del año, el municipio acoge diversas exposiciones de arte y eventos culturales que reflejan la vida artística y creativa de la zona.
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