
Los trayectos en avión en muchas ocasiones se convierten en un dolor de cabeza, sobre todo, cuando se trata de vuelos de larga duración. Estos suelen implicar cambios horarios, que provocan una serie de síntomas que popularmente se conoce como jet lag. Entre ellos se encuentran el insomnio, la fatiga, la dificultad para concentrarse o un malestar generalizado.
De esta forma, muchos planifican de antemano el desplazamiento, marcándose muy bien los horarios para tratar de evitar los efectos. Los horarios de sueño son clave, es decir, marcarse unas horas para dormir y readaptar el cuerpo a los tiempos de destino es fundamental, sin que suponga un gran cambio en la rutina. Un estudio de Qantas y la Universidad de Sydney señala ahora otros factores que podrían afectar a este síndrome.
En concreto, han hecho la investigación sobre el vuelo de Nueva York hasta Sydney, que comenzará a ofrecerse en 2025 y supone un reto ya que ir de un punto al otro suponen 20 horas de avión. Los factores que han observado van desde la iluminación hasta las comidas que proporciona la compañía aérea. Así, una configuración de la luz que se vaya adaptando según los puntos de despegue y aterrizaje influye de forma positiva.
Por ejemplo, en el trayecto llevado a cabo el avión, que despegó a las 21.00 y aterrizó a las 7.00 de la mañana (horas locales respectivas), se mantuvieron las luces encendidas durante las seis primeras horas, las siguientes 11 horas se apagaron y, finalmente, las últimas dos horas permanecieron prendidas. El objetivo: "Empujar los relojes corporales hacia la zona horaria de destino", según recoge el comunicado emitido por Qantas.
En esta línea, el servicio de comida fue acompasado a la iluminación. En total, se sirvieron tres comidas: tras despegar, antes de apagar las luces y antes de llegar al destino. Mientras en los vuelos nocturnos se suele comenzar con la cena y luego se apagan las luces, en este, se sirvió primero el almuerzo y otro tras seis horas con las luces encendidas, para coincidir con la hora del día del lugar de destino. "Significa que comienzas a reducir el desfase horario de inmediato", señalan
En los próximos meses se analizará el impacto que tiene el tono y el brillo de la luz. Así como, si existen unas horas de salida y llegada más óptimas, e incluso estudiar el impacto de las diferencias estacionales. Svetlana Postnova, investigadora de este proyecto, aconseja a los viajeros que planifiquen el vuelo teniendo en cuenta el jet lag, y no esperar a aterrizar y comenzar con los síntomas.
El vuelo más largo
La aerolínea Qantas se prepara de esta forma para el nuevo servicio que dará en dos años. Además, está a la espera de recibir 12 aviones Airbus 350. Esta nueva conexión se hará desde Nueva York y desde Londres hasta la capital australiana, reduciendo el tiempo de viaje como mínimo tres horas, ya que los pasajeros se ahorrarán el tiempo de las escalas.
La compañía quiere ofrecer la mayor comodidad a sus clientes, por ello, instalará una Zona de Bienestar en todas las aeronaves que hagan estos vuelos. Al ser el trayecto más largo del mundo, Qantas quiere que los pasajeros puedan elegir "cómo pasan su tiempo", pero harán recomendaciones "basadas en la ciencia", señala el CEO de Qantas Group, Alan Joyce.