Pese a un largo listado de trabas burocráticas que se han traducido en una escalada de tensión institucional, Renfe está cada vez más cerca de operar en Francia. La compañía pública ya tiene definida su estrategia para circular en el país, tras haberse asignado capacidad para las líneas Madrid-Barcelona-Marsella y Barcelona-Lyon y haber acordado el calendario de operaciones previas a su estreno oficial.
El principal avance está en que SNCF Réseau, el gestor de infraestructuras ferroviarias del país vecino, ya ha establecido los surcos para las operaciones de Renfe, capacitándole a ofrecer 28 circulaciones semanales, es decir, dos trenes diarios en cada una de las líneas, aunque en varias fases y con un crecimiento progresivo.
Sobre el cronograma, la empresa presidida por Isaías Táboas va a comenzar las "marchas en blanco" -la fase de pruebas consistente en reproducir las características del servicio comercial- el próximo 16 de enero.
La previsión es que durante el mismo mes la compañía inicie los trámites para abrir una sucursal en Francia -algo que ya intentó hace un año-, para lo que necesitará la autorización previa del Ministerio de Hacienda, e instale en Barcelona su Centro de Gestión de Operaciones.
El plan de arranque que maneja la compañía finalizará antes del verano, previsiblemente, cuando haya concluido la formación de los maquinistas -ya finalizada- y la del personal de intervención.
Los planes a desarrollar se han activado tras haber obtenido el pasado 22 de diciembre el certificado de seguridad por parte de la Agencia Ferroviaria de la Unión Europea (ERA) para poder operar en las rutas que unen Perpignan con Lyon y Marsella.
Para conseguirlo, la compañía ha tenido que superar multitud de exigencias impuestas por la Agencia de Seguridad Francesa (EPSF), cuya autorización solo se circunscribe a líneas concretas (Perpignan-Lyon y Perpignan-Marsella, en este caso) y no en toda la red, a diferencia de España, donde el Certificado de Seguridad se extiende para operar en toda la Red Ferroviaria de Interés General (RFIG).
Más planes
Esta particularidad obliga a Renfe a seguir trabajando para conseguir el Certificado de Seguridad para operar en toda Francia -al igual que Ouigo, de SNCF, en España- y aprovechar así la liberalización en el país vecino.
La compañía se ha interesado por la alta velocidad y por la prestación de servicios públicos en las regiones de Grand-Est y de Haûts de France, donde el operador incumbente también perderá el monopolio. En estas regiones, la compañía dependiente del Ministerio de Transportes exploró el terreno apoyándose en la big four EY y en la firma especializada Mcrit.
Adiós a Elipsos
Al margen de los obstáculos administrativos para llegar a Francia, Renfe también ha tenido que recomponer sus servicios comerciales en la línea transfronteriza que explotaba hasta este mes de diciembre con SNCF a través de la sociedad conjunta Renfe-SNCF en Coopeeración.
Este servicio, bautizado como Elipsos, se disolverá y pasará a cubrirse de manera independiente por cada compañía. SNCF ya ha definido su oferta y Renfe no ha visto de momento que el mercado doméstico que quedaba afectado los servicios Avant en Girona y Figueres) se haya resentido. La compañía mantiene el número de frecuencias y ha incrementado el número de plazas en un 15%.
La compañía gala rompió de manera unilateral esta alianza amparándose en los 100 millones de euros de pérdidas acumuladas que desde 2013 arrastraba el proyecto. Renfe, no obstante, cree que la decisión de SNCF se basó únicamente en motivos comerciales, ya que la mejora de la compañía era paulatina y la previsión era cerrar 2022 con beneficio de explotación positivo, para acercarse así al equilibrio financiero.