
Correos y los representantes de sus trabajadores escenifican, a través de una huelga de tres días, sus profundas discrepancias en torno a la reinvención de un modelo de negocio. Por un lado, la compañía pública aboga por reorientar su futuro hacia el comercio electrónico, la digitalización y la mensajería, mientras que los sindicatos se aferran a un negocio postal, con visos de agotamiento ante la pujanza de las nuevas tecnologías de comunicación. "Ya ni los bancos envían cartas al domicilio de sus clientes", explican fuentes de un sector que afronta su reconversión tecnológica.
El nuevo ideario de la empresa consiste en acelerar la digitalización de la compañía ante los nuevos retos y demandas de los clientes. En esa línea, el grupo lanzó hace unas semanas el servicio de recogida dirigido a particulares, con la posibilidad de recogida en el domicilio sin necesidad de desplazamientos de los clientes a las oficinas postales para depositar el envío.
Sobre el seguimiento de la huelga, la entidad que preside Juan Manuel Serrano estima que la movilización alcanzó el 11,8% de la plantilla del turno de noche, mientras que CCOO y UGT cifran en el 80% de la plantilla en el turno de noche y del 90 % en el matinal.
La tensión laboral se produce apenas unos días después de que Correos informara a las organizaciones sindicales sobre la ampliación a 7.757 puestos de personal laboral indefinido en su "mayor convocatoria de empleo en décadas". Fuentes de la empresa apuntaron que inicialmente se convocaron 5.377 plazas que ahora se han ampliado en 2.380 puestos, correspondientes al Plan de Estabilización. Las pruebas de acceso se celebrarán en marzo de 2023.