Tenis

María Sharapova, la reina depuesta del 'sport-business'

  • Su suspensión de dos años por su dopaje con meldonium, anunciada este miércoles, ha derribado a Sharapova de su pedestal
La rusa vive el peor momento de su carrera/Getty Images

Con cinco títulos del Grand Slam en su palmarés, Maria Sharapova no puede aspirar a una plaza entre las grandes campeonas de la historia, pero gracias a su físico hollywoodiense y a su gusto por los negocios, se convirtió en 'LA' reina del 'sport-business'.

Su suspensión de dos años por su dopaje con meldonium, anunciada este miércoles, ha derribado a Sharapova de su pedestal. Desde el anuncio de su positivo, en marzo pasado, buena parte de sus patrocinadores (Tag Heuer, Nike, Porsche), que la habían convertido en la deportista mejor pagada del mundo, la han abandonado.

Con 29 millones de dólares de ganancias, Sharapova fue la deportista con más ingresos en 2015, según la revista estadounidense Forbes, aunque de esa cantidad, sólo menos de siete millones procedía de premios en las pistas, mientras que el resto procedía de sus contratos publicitarios y de sus diferentes negocios, entre ellos los caramelos Sugarpova.

Un poco a la manera del exfutbolista inglés David Beckham, mejor pagado que Lionel Messi en sus últimos años de carrera, Sharapova había ganado más dinero en 2015 que Serena Williams, sin haber ganado ningún título 'grande', por tres de la estadounidense.

En el último número de la revista norteamericana, Sharapova había sido superada por su gran rival Serena, pero mantenía una fortuna de más de 200 millones de dólares. "La belleza vende. Sé que es en parte por esto que la gente me quiere y eso me conviene. No me voy a poner fea expresamente", admitió un día.

Por supuesto que el palmarés de Sharapova, de 29 años, no es despreciable, aunque sólo ocupe el puesto 22 en la lista de tenistas con más Grand Slams: Wimbledon-2004, US Open-2006, Abierto de Australia-2008 y dos títulos en Roland Garros en 2012 y 2014, curiosamente en la superficie que menos le beneficiaba, la tierra batida. La rusa también sumó otros 30 títulos, entre ellos tres Masters.

A la sombra de Serena

Con su gran servicio, ayudada por su estatura (1,88 m), sus golpes desde el fondo de la pista, su temido revés a dos manos y su inacabable deseo de ganar, Sharapova se convirtió en el modelo de un gran grupo de tenistas procedentes de los antiguos países del Este.

Pero sus fans, enamorados tras su sorprendente victoria en Wimbledon-2004 contra Serena Williams, esperaban más. Por algo fue la tercera tenista más joven de la historia en ganar en el pasto inglés, con solo 17 años. El año siguiente se convirtió en la primera rusa en alcanzar el número 1.

Este ascenso fulgurante se vio afectado por numerosas lesiones, especialmente en el hombro, pero sobre todo por Serena Williams, la misma a la que derrotó en Londres para alcanzar el celebridad.

Sin embargo, desde ese 2004 (en la final del Masters), Sharapova nunca volvió a ganar a Serena y encadenó 18 derrotas consecutivas, la última de ellas en los cuartos del Abierto de Australia en enero pasado.

Nunca supo modificar de táctica ante la norteamericana, cambiar el ritmo, abandonar su estilo de apisonadora para sorprender a una rival que hacía lo mismo que ella, pero mejor. Así, no es de sorprender que haya sido Serena la que con 21 títulos de Grand Slam, esté a uno solo de la alemana Steffi Graf (22) o a tres de la australiana Margaret Court-Smith (24).

Dos años sin su madre

Su deseo por triunfar, tanto deportiva como financieramente, se explica echando una ojeada a su vida. Sharapova, al igual que Serena, no nació en el seno de una familia adinerada. Nacida en Nyagan, en Siberia, en 1987, un año después del traslado forzoso de sus padres, expulsados de Bielorrusia tras la catástrofe nuclear de Chernobil, Maria pasó su infancia en Sochi, en el Mar Negro, donde comenzó a golpear sus primeras pelotas de tenis, primero con la izquierda. Ambidextra, solo fue más tarde cuando cambió de mano la raqueta.

Fue la gran campeona checa Martina Navratilova quien, después de golpear unas bolas con el pequeño prodigio, convenció a su padre Yuri para que la enviase a Estados Unidos. Con solo siete años, Maria dejó Rusia con compañía de su padre con destino a Florida. Y no vio a su madre Elena durante dos años.

Antes de que una agencia, impresionada por su potencial, no se hiciese cargo del coste de su formación en la célebre academia de Nick Bollettieri, su padre, que dejó Rusia con 700 dólares en el bolsillo, tuvo que multiplicar los pequeños trabajos.

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