Ion-litio. Un rótulo que aparece en las baterías de los teléfonos móviles, de las pilas recargables, de las baterías de vehículos eléctricos. Este tipo de alimentadores se empezó a desarrollar en 1985 y su comercialización llegó en 1991. Y aunque la capacidad y la velocidad de carga mejoran año tras año y aún queda margen de evolución en esta tecnología, la gran revolución llegará en pocos años con la minimización del litio en las baterías.
El silicio parece ser la sustancia que dará la vuelta al mercado, y que llevará a que la potencia y la velocidad de carga de las baterías crezcan a un ritmo anual de doble dígito. O así lo asegura The Wall Street Journal, que asegura que la nueva ola de baterías permitirá mejorar las prestaciones de las mismas así como de los productos tecnológicos que alimentan.
Una batería de silicio podría almacenar 25 veces más que su homóloga de ion-litio, que está compuesta por grafito en su interior. Sólo tiene un problema: su potencia es tan alta que explotaría en su primera carga. Por ello, aunque las baterías actuales llevan un pequeño porcentaje de silicio para aumentar su capacidad, no se ha podido profundizar en su uso. Por ejemplo, la batería del Model S de Tesla contenía un 6% de silicio.
Sin embargo, las grandes inversiones en investigación de acumulación de energía están dando sus frutos. Algunas compañías empiezan a producir baterías que están compuestas en su mayor parte por silicio, como Angstron Materials, Enovix y Enevate. Las estimaciones hablan de que en dos años llegarán estas baterías de litio-silicio de alta capacidad.
En esta línea, la compañía Sila desarrolla tecnología que aumenta entre un 20 y un 40% la capacidad de las baterías actuales, y ya trabaja con Amperex Technology - que fabrica baterías para los iPhone entre otros dispositivos - para implementarlo en el mercado. Otro de sus clientes, la automovilística BMW, ha afirmado que llevará esta tecnología a sus vehículos enchufables en 2023.
Vehículos eléctricos con mayor autonomía de recorrido, smartphones con más horas de uso sin recargar o baterías más pequeñas para dispositivos como los smartwatches son sólo algunas de las posibilidades que se plantean para este futuro cercano en el que el litio-silicio acapare el mercado.