
Los fabricantes de dispositivos han declarado la muerte a las contraseñas alfanuméricas. Son una especie en extinción y no hay vuelta atrás. Olvidarse las passwords o claves de acceso dejará de ser un problema gracias al vigor de los nuevos accesos biométricos. La tendencia ha ganado fuerza en los últimos años, pero es ahora cuando el fenómeno comienza a avasallar. Los accesos a través de la huella dactilar, el iris o el reconocimiento facial ganan predicamento entre los grandes del sector. A los anteriores sistemas se añade la verificación por medio de la impresión de voz. El objetivo de la industria tecnológica consiste en facilitar la vida a los usuarios, para que estos no se vean obligados a memorizar contraseñas, al mismo tiempo que se refuerza la seguridad en las rutinas de autenticación. Importa mucho la fiabilidad del sistema, pero también la velocidad, naturalidad y precisión.
Desde el momento en el que el smartphone acapara las funciones de la tarjeta de crédito, cualquier agujero de seguridad podría derrumbar ese escenario idílico de bolsillos sin carteras ni dinero. Por si fuera poco, los numerosos casos de robos de contraseñas y claves de afamados servicios online insuflan energía a los sistemas alternativos y animan a los usuarios a aceptar nuevos procedimientos para acceder a la cuenta bancaria desde el móvil o desde los cajeros, así como comprar aplicaciones, contenidos online o desbloquear el móvil sin patrones ni claves. La tradicional rumorología que rodea los lanzamientos de Apple anticipa que el reconocimiento facial será una de las novedades de las próximas generaciones de iPhone o iPad. En el caso del Touch ID de Apple, pionero en el negocio, existe una posibilidad de entre 50.000 de que el sensor de huella pueda sufrir el engaño de un intruso. La tasa de error del iris es similar a la dactilar, si bien algunos algoritmos aplicados al sistema lo elevan hasta 1 entre 100.000 millones.
Qualcomm añade a todo lo anterior un chip que identifica el ultrasonido, para así sofisticar el control de acceso a los dispositivos. El mismo gigante canadiense ha desarrollado unos procesadores de señal de imagen (Spectra ISP) que en apenas 40 milisegundos permite identificar el iris, incluso detrás de unas gafas de sol.
Samsung enriquece su sistema con otras variables complementarias a la propia huella como la temperatura corporal o el riego sanguíneo. El fabricante surcoreano puede presumir de haber estrenado el sistema de reconocimiento facial en sus móviles, primero en el malogrado Note 7 y ahora en el Note 8. El sistema de desbloqueo se activa al colocar el móvil frente al rostro. En el caso de compras de cierto importe, el dispositivo pone en juego otros sistemas como la huella dactilar o el iris. El vicepresidente corporativo de Samsung, Celestino García, aseguró esta semana en el Encuentro de la Economía Digital de Ametic, celebrado en la UIMP de Santander, que su compañía está trabajando con entidades financieras para poner en servicio soluciones de acceso biométrico basadas en el iris. Según explicó, en breve podría producirse un anuncio en este sentido. "Esperamos que haya muchísimos bancos, incluidos los españoles, que adopten esta medida de seguridad que es Samsung Pass", dijo García.
Por su parte, las entidades financieras -entre ellas el BBVA- han acogido el selfie como recurso para identificar a los clientes en el proceso de activar las altas. Citigroup utiliza con éxito en Asia y Pacífico la impresión de voz para identificar a los clientes, sistema para el que se requieren apenas 15 segundos frente a los 45 segundos utilizados en preguntar la fecha de nacimiento, por ejemplo.
Asimismo, la industria de la automoción trabaja con las firmas de medios de pago para que el usuario pueda pagar en la gasolinera o el peaje con solo tocar un sensor en el salpicadero. El siguiente paso consistirá en que el dispositivo reconozca el tono de voz de los usuarios registrados para obedecer sus instrucciones. Algunos de los trabajos de los departamentos de I+D de los gigantes de la electrónica de consumo se centran en procesar la infinidad de características diferenciales de cada tono de voz y complementar todo lo anterior con una palabra concreta susurrada al micrófono. Por lo pronto, la BBC se ha aliado con Microsoft para desarrollar el control de voz del iPlayer, para que los usuarios puedan navegar por sus televisiones sin necesidad del mando a distancia, algo que ya hacen Samsung y LG en sus Smart TV con sus Voice Interaction y Magic Control, respectivamente.