Tecnología

Avelino Corma: "A los robots aún les falta sentido común"

Dos amigos se encuentran y le anuncia uno al otro que se ha comprado un coche autónomo. "¿Ah, sí? Qué bien, ¿no? ¿Y dónde está?". A lo que el primero le responde: "Pues no lo sé, es autónomo". Esta situación de chiste pronto podría convertirse en realidad. Eso, si no conseguimos afinar al máximo el nivel de inteligencia artificial que necesitarán estos vehículos para garantizar la seguridad de sus pasajeros.

Aún quedan muchos aspectos por limar. Entre otros muchos, aparte de los meramente tecnológicos, otros no menos peliagudos que afectan a la regulación, por ejemplo, depurar las responsabilidades en materia de seguros en caso de que se produzca un accidente. Según informaba recientemente The Financial Times, en 2019 este sector podría alcanzar los 125.000 millones de euros de facturación. Para 2020, la consultora Gartner prevé que la automatización y la inteligencia artificial reducirán en un 65 por ciento las necesidades de personal en los Centros de Servicio.

Días atrás, el científico Avelino Corma, Premio Príncipe de Asturias de Investigación, ponía el siguiente ejemplo en un foro en Madrid: "Pensemos en un sistema de inteligencia artificial controlando nuestro coche. Si pedimos a nuestro vehículo autónomo que nos lleve al aeropuerto lo más rápido posible, como es lógico no querremos llegar perseguidos por coches de policía a 180 kilómetros por hora".

Promesas y riesgos

Bajo el lema Robótica e inteligencia artificial. Promesas, realidades y riesgos, distintos expertos analizaron el futuro que se nos viene encima, todo lo que puede conllevar ir cediendo decisiones del día a día en favor de las máquinas. Corma, que actuó de coordinador de este seminario organizado por la Fundación Ramón Areces, ponía otro ejemplo, en este caso sobre un robot doméstico: "Si salimos de casa después de haber pedido a nuestro robot que nos prepare una comida rica en proteínas, pero hemos olvidado comprar carne, al volver a casa no querremos descubrir que nuestro gato ha desaparecido".

Estos ejemplos hipotéticos muestran que los sistemas de inteligencia artificial que han sido programados para hacer algo beneficioso podrían volverse en nuestra contra, llevar a cabo acciones de manera equivocada por carecer de sentido común y de unos razonamientos basados en determinados valores. "Las futuras inteligencias artificiales podrán ser muy buenas cumpliendo sus objetivos, pero si estos objetivos no están alineados con nuestros interesdes, nos encontraremos con muchos problemas", señalaba Corma.

"En el ejemplo de la comida, el robot no entiende que el valor sentimental de un gato es mucho más importante que su valor nutricional. Dotar de conocimientos de sentido común y de valores a los sistemas de inteligencia artificial es extremadamente difícil. A pesar de los recientes progresos espectaculares en inteligencia artificial, nadie tiene ni idea de cómo solucionar dichos problemas", adelantaba Corma durante su intervención en este foro.

En este sentido, otro experto, Ramón López de Mantaras, director del Artificial Intelligence Research Institute (IIIA-CSIC), añadía: "Si no dotamos a futuras inteligencias artificiales y robots de sentido común, no lograremos que las máquinas lleguen a tener una inteligencia parecida a la humana". A su juicio, aún queda mucho por investigar para que veamos a robots desempeñando determinadas funciones, como ese nivel cinco de conducción autónoma, por ejemplo. "Por muy inteligentes que lleguen a ser las máquinas, su inteligencia será distinta de la humana y ajena a los valores humanos. Por este motivo, es necesario reflexionar si realmente queremos dotar de autonomía completa a futuros sistemas de inteligencia artificial", advertía.

De las fábricas a las casas

"Si tradicionalmente los robots estaban confinados en las fábricas, en un futuro cercano encontraremos este tipo de tecnologías desempeñando diferentes roles en el ámbito social: asistiendo a discapacitados y personas mayores, haciendo de recepcionistas o de dependientes en centros comerciales, actuando como compañeros de juego de jóvenes y adultos, e incluso ejerciendo de niñeras y maestros", explicaba Carme Torras, del Institut de Robòtica i Informàtica Industrial (CSIC-UPC). "Estos robots asistenciales plantean atractivos retos de investigación tecnocientífica: deben ser fáciles de manejar por personas no expertas, intrínsecamente seguros, capaces de manipular no sólo objetos rígidos sino también deformables, tolerantes a percepciones y acciones imprecisas y, sobre todo, altamente adaptables a entornos no predefinidos y dinámicos", añadía.

A juicio de Torras, los robots asistenciales plantean también cuestiones éticas, "especialmente cuando la creciente autonomía en la toma de decisiones de los robots entra en conflicto con la libertad y dignidad humanas". También preocupa su influencia sobre nuestras capacidades cognitivas y afectivas a largo plazo. En este punto, Torras se pregunta: "¿Cuáles mejorarán, cuáles se extinguirán y qué nuevas aparecerán?" Algunas de estas cuestiones ya han sido tratadas en obras de ciencia-ficción. "Es necesario fomentar el debate sobre el rol que el ser humano y el robot deben jugar en este pas à deux al que estamos irremisiblemente abocados", concluye esta experta.

Por su parte, Daniel Villatoro, data enablers lead en Vodafone Group, ha titulado su intervención Cómo hacer el mal con datos. En ella, ha explicado que "el análisis de datos personales comportamentales se ha transformado en una prioridad de aplicación comercial para cualquier corporación, con la nueva peculiaridad de la precisión y la velocidad con la que se genera nuevo conocimiento sobre sus clientes a nivel individual". Villatoro ha advertido de cómo "su mal uso puede tener consecuencias drásticas". Durante su charla, ha repasado el alcance que han tenido algunos de estos errores por parte de corporaciones como Facebook o NY Taxi, "con el fin de concienciar sobre la responsabilidad y buenas prácticas de esta nueva disciplina científica, tal y como es la protección de la identidad de los individuos o el buen uso de la visualización de datos".

"Será crucial que los sistemas de inteligencia artificial hagan lo que queremos que hagan pero de forma adecuada", señala el coordinador de la jornada, Avelino Corma.

Mercado al alza

En paralelo a ese debate sobre las consideraciones éticas que las nuevas tecnologías nos plantean, de lo que no cabe duda es del potencial del mercado de los robots. "Las nuevas tendencias apuntan a un entorno laboral donde convivan hombres y máquinas", explica Lucio Martínez de Salazar, experto en Gobierno TI de Business IntegrationPartner (BIP). Y concluye: "El proceso de automatización de la sociedad es lento y los trabajadores se adaptarán al cambio, aprovechando que se necesitará más creatividad y talento".

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