El sector tecnológico tiene motivos para maldecir el Brexit. Al menos existe una decena de argumentos que quitan el sueño a las empresas británicas especializadas en el negocio digital. No ha hecho falta esperar mucho tiempo para que la industria descubra las funestas consecuencias de la victoria del sí a la salida del Reino Unido de la Unión Europea en el referéndum del pasado 23 de junio. La incertidumbre acompañará al té de las cinco de la tarde y muchas multinacionales miran la puerta de salida para realizar su particular Brexit. Consulte más información en la revista elEconomista Tecnología.
Conocedores de los verdaderos efectos de esa hipotética salida de la UE, gigantes como Microsoft o IBM se habían decantado claramente a favor de la permanencia. Más allá de eso, una encuesta entre líderes de este siempre pujante sector concluyó que el 87% de las empresas británicas de tecnología quería quedarse en la UE. En ese sondeo, un 70% añadió que la reputación de Londres quedaría bien dañada como centro tecnológico. Veamos algunas de sus consecuencias:
· Proyectos en stand-by. Una cosa está clara: muchos proyectos comunitarios en los que el Reino Unido tenía un papel importante se han quedado en modo pausa. Al menos, hasta que se aclare en qué queda todo esto, no antes de 2017. Basta recordar que los equipos de investigación del Reino Unido reciben cada año alrededor de 1.200 millones de euros de la UE para participar en proyectos como Horizonte 2020. Todo ese montante, que afecta a trabajos de ciencia y tecnología, será renegociado en el nuevo escenario.
· Desaceleración de la inversión. Si tiramos de las estimaciones de la consultora especializada Gartner, el gasto global en Tecnologías de la Información (TI) se redujo en un 5,8% a finales de 2015, lo que fue la mayor caída desde la crisis financiera de los años 2007-2008. Según John-David Lovelock, vicepresidente de investigación de Gartner, "la previsión de crecimiento actual de Reino Unido en gasto en TI pasará de aumentar un 1,7% a caer entre un 2 y un 5%".
· Se encarece el roaming. Las nuevas tarifas para hablar y navegar a través del móvil por toda la UE podrían quedar sin efecto en el Reino Unido. Obviamente, si este país ya no es parte de la UE, no hay garantía de que cualquier avance en este sentido se pueda aplicar allí.· Riesgo para la protección de datos y la privacidad. Ha costado mucho que todos los países de la UE se pusieran de acuerdo en una nueva ley de protección de datos, que entrará en vigor en 2018. Ahora, la salida de Reino Unido plantea numerosos interrogantes en este sentido: ¿Seguirá asumiendo esos principios para defender los derechos de privacidad de sus ciudadanos al mismo nivel que los del resto de Europa? ¿Se desmarcará y negociará por su cuenta?
· Tiembla el derecho al olvido. Algo similar podría suceder con el tan traído y llevado asunto del derecho al olvido en Internet. La guerra que tanto ha costado ganar a los tribunales e instituciones del Viejo Continente para obtener ese nuevo derecho frente a los colosos estadounidenses Google y Facebook podría quedar sin efecto para los ciudadanos británicos.
· Frenazo a las subvenciones. El crecimiento que ha experimentado el sector tecnológico británico en los últimos años ha estado marcado en buena medida por el impulso que ha recibido del Fondo Europeo de Inversiones, que respalda en torno al 41% de las inversiones de capital riesgo en Europa. En el momento en que el país deje de pertenecer a la UE, ese grifo se cerrará.
Cambio de sedes. Solo una semana antes de que se celebrara el referéndum en Reino Unido, Brent Hoberman, cofundador de LastMinute.com, dejó caer, dentro de una campaña a favor de la permanencia, que de prosperar el no a la UE, no estaba seguro de si "la sede del futuro estará en el Reino Unido o si en París, Múnich o Madrid".· Movilidad indeseada de trabajadores. Siguiendo con el caso anterior, solo en Reino Unido, Vodafone cuenta con 13.000 trabajadores. ¿En qué situación quedarían todos esos empleados cualificados? Los expertos apuntan a que las compañías de ambas regiones perderán el acceso a algunos de los trabajadores y que les costará más contratar a determinados perfiles. También todos los trabajadores expatriados que hay dentro y fuera del archipiélago se llenan de dudas acerca de cómo la salida de la UE afectará a sus vidas.
· Peligro para cientos de start-ups. Apenas en los últimos cinco años, las start-ups de tecnología en el Reino Unido han experimentado un importante crecimiento, gracias a la inyección de capital que han sabido atraer de los fondos de capital riesgo. Parte de esos fondos podían quedar ahora en el aire -así lo pronostica Bloomberg- por estar supeditados de alguna manera al respaldo que esos proyectos también reciben de fondos de la UE.
· Los investigadores se lo piensan. Las 24 universidades del Grupo Russell -con Oxford, Cambridge, Edimburgo y el Imperial College, entre ellos- pueden asistir a una fuga de cerebros. Algunos investigadores ya han mostrado sus reticencias a seguir participando en proyectos que, por su envergadura, necesitan de la colaboración inter- nacional.