Tecnología

La guerra del futuro: cibersoldados armados 'hasta las teclas'

  • 'The Jester' ha atacado a la Comisión Atómica de Siria...
  • ... y a un portal yihadista tras la masacre de 'Charlie Hebdo'
Foto: Getty

Leon Panetta, director de la CIA hasta 2011, aseguró durante una audiencia en la Cámara de Representantes de EEUU que "el próximo Pearl Harbor podría ser un ciberataque". El ahora secretario de Defensa llamaba la atención sobre la posibilidad de que su país sufriese un ataque cibernético por el aumento de la vulnerabilidad de sus infraestructuras. Los ataques que se realizan a golpe de clic traspasan el ámbito del espionaje o del robo de la propiedad intelectual. Por eso hay que estar preparado: ahora los países también defienden sus capacidades y potencial de guerra cibernética.

"Comisión Atómica de Siria: considerad esto como un preaviso de cuatro minutos". Este fue un tuit que escribió el hacktivista The Jester (@th3j35t3r) ante el rechazo sirio a aceptar las peticiones de EEUU para que el país entregara sus armas químicas. Jester es un ciberpatriota estadounidense que hackea sitios, países y grupos de hacktivistas que son adversarios de su país. Estuvo cuatro años sirviendo en el ejército en Oriente Medio y, a su regreso a casa, cambió las balas por las teclas, pero el objetivo era el mismo: acabar con el terrorismo y sus amenazas.

El primer ataque de este soldado se produjo en 2010, al portal yihadista 'alemarah.info', considerado como el primer portal web talibán. Y desde entonces no ha parado, y casi nunca falla. "Tango Down: Comisión Atómica de Siria. Quizá lo haya dicho antes. Cosas malas para los Asad malos". Dicho y hecho. El portal estuvo colgado durante unas cuantas horas.

También se atribuyó a The Jester un apagón de luz que ocurrió en Siria en septiembre de 2013, cuando desafió al Ejército Electrónico Sirio (EES), un grupo de hackers que operan desde territorio sirio y leales al presidente Basher al Asad. El conflicto en el polvorín sirio bajó de intensidad pero el apagón, después de muchos tuits amenazadores, tanto de una parte como de la otra, se produjo. The Jester aseguró en Twitter que no había sido él.

El 19 de junio de 2014 el hacker, vía Twitter, mandó una advertencia a Globotech Communications, una empresa en el este de Canadá que aloja sitios web. "Ustedes alojan el sitio fajer.info... que proporciona apoyo material (incluidas las apps móviles) a terroristas del #ISIS". Unas horas más tarde volvió a insistir y pidió a la compañía que tomasen medidas "o, si lo prefieren, lo haré yo". Una vez más, dicho y hecho. Media hora más tarde, el sitio web yihadista ya no estaba operativo y The Jester profirió su lema: "Tango Down".

Uno de los grandes ataques que han sacudido la moral occidental, la matanza en la revista satírica francesa, Charlie Hebdo, hizo que el hacktivista, que se tomó un periodo de relax, volviese a su trinchera. The Jester hackeó la web de 'The Global Islamic Media Front', un sitio yihadista que proporciona herramientas digitales y enseña a los terroristas cómo comunicarse de manera privada. El cibersoldado modificó la página colocando dos imágenes de portadas de Charlie Hebdo: en una aparecía una caricatura de Mahoma y en otra un musulmán besando a un caricaturista. Pura provocación.

Aunque aún no se le ha puesto cara a este ciberpatriota estadounidense, The Jester tiene miles de fans a lo largo y ancho de la red. Tiene casi 70.000 seguidores en Twitter e incluso su ordenador portátil se exhibe en el Museo Internacional del Espionaje, en Washington. Pero sabe que su fama puede ser efímera. En una entrevista -mediante chat encriptados, claro- con los estudiantes de seguridad informática en la Universidad del Sur de Maine, el hacker aseguró que sabe que lo que hace no es legal: "Sé que lo que estoy haciendo es ilegal. Cuando llegue el momento, pagaré por mis transgresiones y cumpliré mi pena en prisión".

Dos bandos

Los cibersoldados no atienden órdenes, no esperan el visto bueno burocrático ni de ninguna institución y hacen lo que los gobiernos no pueden (o no quieren) hacer. Además, son sigilosos, actúan dese la oscuridad, deprisa, con eficacia y sin dejar huella, según explica Tiffany Strauchs Rad, analista de seguridad informática y abogada, en un reportaje realizado para la revista La vanguardia Dossier.

Muchos de estos informáticos, con amplios conocimientos en anonimizadores de navegación, programación, códigos o programas que explotan una vulnerabilidad desconocida, tienen en sus manos un arsenal potencial comparable al acumulado por muchos países. "Es muy posible que un pequeño grupos de hackers muy cualificados tenga la capacidad de inutilizar la infraestructura de un país. Hace solo una década habría hecho falta ser un Estado para lograr lo mismo", escribe Rad.

¿Enemigos o aliados? Depende, obviamente, desde la perspectiva de cada uno y el bando en el que se encuentre. Un país puede elegir entre aprovechar a estos excepcionales individuos (como podría ser el caso de The Jester) o perseguirlos cuando usan sus artes para airear los trapos sucios del gobierno de turno (lo que está pasando con el exagente de la NSA, Edward Snowden). Cuando llegue ese 'Pearl Harbor cibernético' anunciado por Panetta será el momento de diseñar una ciberestrategia militar.

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