
El rifle inteligente TrackingPoint es una obra de ingeniería que incorpora la última tecnología de sensores, cámaras, miras láser y software basado en Linux para no fallar nunca, a no ser que se hackee, justo lo que han conseguido Runa Sandvik y Michael Auger.
Sandvik y Auger han prometido que mostrarán los resultados de su investigación en la próxima conferencia Black Hat, aunque ya han comentado en Wired algunos detalles de cómo han conseguido corromper uno de los rifles más desarrollados del mundo.
Explican que han aprovechado la conexión WiFi del rifle para corromperlo, una conexión que TrackingPoint utiliza para que la cámara transmita vídeo al software que permite al tirador la posibilidad de ajustar el enfoque del campo real y determinar así los factores ambientales para dar en el blanco.
Gracias a esta toma de información, el rifle es capaz de ajustar los parámetros para ser tremendamente preciso, tanto que permite a un tirador un novato empuñar un arma precisa capaz de atinar a sus objetivos a más de kilómetro y medio de distancia.
Sin embargo, esto no sólo no lo consigue cuando Sandvik y Auger entran en el sistema, sino que la bala se desvía a conciencia varios metros, pudiendo ir a dónde indiquen los expertos informáticos, quienes explican que han conseguido que el rifle hackeado nunca de en el blanco.
Lo más peligroso de esta vulnerabilidad es que los hackers son capaces de alterar los procesos sin que el tirador sea consciente y sólo verá el resultado de la alteración de su disparo cuando apriete el gatillo.
"Usted puede engañarlo constantemente, por lo que el usuario siempre fallará su disparo", reconoce Sandvik -ex desarrollador del software anónimo Tor- a la publicación. Sin embargo, la desarrolladora explica que se puede ir más allá y que se puede llegar a corromper el rifle para borrar por completo el sistema del arma para que "usted tenga un ordenador de 7.000 dólares inutilizable en la parte superior de un rifle en el que tendrá que apuntar usted por completo".
Y es que el TrackingPoint llegó al mercado en 2011 y cuesta 13.000 dólares, aunque de momento se han parado los envíos por el proceso de reestructuración que está sufriendo la empresa por no conseguir los resultados financieros esperados, algo que viendo la revelación de Sandvik y Auger no parece que vaya a mejorar.