Tecnología

La conexión 5G está a la vuelta de la esquina pero, ¿para qué la queremos?

En sólo cinco años, habremos vivido y asimilado casi sin enterarnos una nueva revolución tecnológica. El panorama habrá cambiado de una forma vertiginosa. Si en estos momentos un usuario intensivo de smartphone consume 2GB de datos al mes, se calcula que para el año 2020 multiplicará esa cifra por 1.000.

También crecerá de forma exponencial -al menos se multiplicará por 10- el número de dispositivos conectados. Y las baterías de los equipos de menor potencia mejorarán su rendimiento 10 veces con respecto a las actuales. "Viviremos un cambio revolucionario en la forma en que nos comunicamos. Esa comunicación no será sólo entre personas, sino que tendrá lugar entre entes de todo tipo (se comunicarán los vehículos entre ellos, los vehículos con las infraestructuras de tráfico, el hogar con elementos de seguridad...)", señala el director de banda ancha móvil de Ericsson Iberia. Para Guillermo Quintana, "todo aquello que pueda estar conectado lo estará".

Ante este horizonte, el sector de las redes, con la firma sueca a la cabeza, se estruja las neuronas para que el 5G esté disponible en menos de un lustro. El nuevo estándar -porque la industria espera que se convierta realmente en un estándar- permitiría las comunicaciones a ese nivel. Ya durante la pasada edición del Mobile World Congress de Barcelona tuvimos ocasión de ver una especie de carrito de helados, con sus ruedas y todo, que ofrecía 5G.

Sin embargo, nos hemos preguntado qué permitirá en realidad esa nueva velocidad, si es tan importante llegar a ella, cómo cambiara nuestras vidas. A modo de ejemplo anecdótico, con esa potencia podríamos descargarnos una película comercial de hora y media de duración en apenas 4-5 segundos, lo que tardamos hoy en bajarnos un documento de word o excel. Es lo que sucedió recientemente en una prueba realizada en Portugal.

"Todo el mundo va a demandar esas conexiones de banda ancha a esas velocidades de una forma permanente e intensiva", señala Quintana. "Ya en estos momentos supone un reto para los operadores de telecomunicaciones hacer frente a las concentraciones de personas, como puede ser un partido de fútbol o un concierto, momentos en los que se producen altos picos de consumo". Con el 5G eso quedaría resuelto.

Clave para el Internet de las cosas

Más allá del ocio, la nueva velocidad supersónica de banda ancha permitirá el desarrollo real del llamado Internet de las cosas. Basta pensar que en muy poco tiempo se multiplicarán los sensores por todas partes, en objetos que se comunicarán entre ellos, en las carreteras -para informar de atascos o de la presencia de animales en la vía, del deterioro del pavimento, etc.-, en infraestructuras -para predecir terremotos, detectar alteraciones en su construcción, medir la temperatura, etc.- Además, estos sensores se mantendrán activos durante años sin necesidad de cambiarle la batería, sin apenas asistencia técnica.

Entre los casos reales que se están poniendo en marcha, podemos citar el proyecto piloto que ha desarrollado Ericsson con varias empresas suecas para mejorar la productividad y la seguridad en la industria minera de ese país a través de las operaciones de comunicación y control remoto. Otro hecho que demandará una velocidad mayor es la forma como consumimos vídeo.

"El modo de ver la televisión hoy en día no tiene nada que ver con cómo era hace cinco años ni con cómo será en otros cinco", explica el director de banda ancha móvil de Ericsson. Como ya viene sucediendo, estaremos tres horas viendo episodios de nuestra serie favorita en streaming o descarga directa que interrumpiremos para ver un evento en directo y después retomaremos la serie en otro dispositivo móvil distinto al anterior, en otro lugar...

Esto se conoce ya con el concepto de TV everywhere. Y no sólo eso, sino que la definición pasará del HD al 4K e incluso el 8K. Y el usuario no sentirá ninguna fluctuación de tráfico o interferencia por cambiar de la tableta al móvil o del smartphone al PC.

El 5G también nos permitirá controlar a distancia por control remoto maquinaria pesada en condiciones adversas y sin peligro. Para ello necesitaremos reducir la latencia, que es el tiempo que tarda en llegar la información de un lugar a otro. De esta forma, si estamos controlando una excavadora en Estocolmo desde Barcelona (otra prueba real) necesitaremos que nuestras órdenes lleguen en un milisegundo.

Sociedad hiperconectada

Otro caso de lo que dará de sí el 5G es poder trabajar equipos en red en distintos países y desarrollando complicadas operaciones quirúrgicas. En la actualidad, ya hay equipos que están llevando a cabo intervenciones de este tipo y que en una sesión de trabajo de cinco u ocho horas pueden llegar a compartir información e imágenes de hasta 176 GB.

En el camino hacia esta sociedad hiperconectada, la industria espera que los diferentes organismos que ya están trabajando e impulsando ese desarrollo se pongan de acuerdo, que vayan de la mano hacia un estándar global. En Europa trabaja el METIS, en el que están presentes los operadores, los fabricantes de redes, la propia Unión Europea y también empresas de otros sectores implicados como el de la automoción a través de BMW... Hay otro grupo mundial, el Next Generation Monbile Network; en América, que trabaja el 4G Américas; hay otros en Asia... ¿Qué nos invita a pensar que esta vez sí se acercarán posiciones? Los expertos entienden que hay en juego muchas cosas y que si de verdad queremos que los objetos y sensores de una parte del mundo se entiendan y puedan comunicarse con los de otra región o continente es fundamental alcanzar un mismo protocolo. Incluso en el caso del mercado chino, que suele tener sus propios desarrollos, que es bastante endogámico hasta el punto de tener sus propias redes sociales... tendría que pasar por el aro si quiere comercializar en el resto del mundo -que seguro querrán- los dispositivos que fabriquen.

"La flexibilidad y programabilidad que se espera del 5G también permitiría asumir este estándar y después adaptarlo a cada necesidad o país o mercado", nos explica Quintana. "Todo tiene que ser robusto y a la vez ágil, abierto a las nuevas posibilidades que vayan llegando".

Y, aunque el sector se ha marcado el 2020 como el año en el que todo esto será ya una realidad, todo apunta a que los acontecimientos podrían adelantarse. La celebración de los Juegos Olímpicos de invierno de 2018 en Corea del Sur y de los Juegos de verano en 2020 en Japón son el acicate perfecto para que dos de los países con mayores intereses en este desarrollo del 5G aceleren el paso. También sería, de hecho, un gran éxito con el que presentarse ante el resto del mundo.

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