Tecnología

Las cuatro claves para entender la impresión en cuatro dimensiones

  • Una nueva generación de materiales revolucionará el mundo que conocemos
Una de las ideas: tuberías que cambian de forma según el líquido que transportan

Cuando todavía no nos hemos acostumbrado a la idea de poder imprimir casi cualquier diseño en tres dimensiones, los científicos de todo el planeta ya trabajan en una nueva generación de técnicas de fabricación que revolucionarán nuestra vida cotidiana, y que se se ha apodado como impresión en cuatro dimensiones. Conozcamos un poco más sobre ella.

Clave 1: Primero en tres dimensiones

Lo primero es entender qué es eso de las impresoras en 3D. Para ello, imagine cómo funciona su propia impresora, la que tiene ahora mismo junto a su ordenador.

Como seguramente sepa, las letras y los dibujos que salen de ella se forman a partir de la agrupación arbitraria de puntos de color negro sobre el papel blanco, y esos puntos son el resultado de usar tinta o de transferir tóner al soporte.

Eso sería la impresión en dos dimensiones: la anchura y la altura del folio sobre el que se trazan los caracteres.

Añadamos ahora la tercera dimensión. Imagine que su impresora en vez de usar tinta utilizase algún tipo de plástico, y amontonase una finísima capa de puntos sobre de otra, cientos de veces.

El resultado sería un folio sobre el que surge una figura en tres dimensiones: a la altura y la anchura del folio se suma ahora el relieve.

Clave 2: Olvídese del tiempo

En física, en la definición clásica de la relatividad general, la cuarta dimensión es el tiempo.

En la definición de la impresión en cuatro dimensiones, sin embargo, el tiempo no juega ningún papel.

Lo que aquí se denomina "cuarta dimensión" escapa de hecho a las propiedades geométricas, y es en realidad una cualidad del producto obtenido a partir de la impresión en tres dimensiones.

Imagine a modo de ejemplo una llave fabricada con una impresora en 3 dimensiones. Y suponga ahora que esa llave es capaz de abrir una puerta u otra como respuesta a un estímulo, del tipo que sea (eléctrico, de temperatura...).

Esa propiedad de cambiar su forma sobre la marcha, de transformarse, es aquí la cuarta dimensión.

Clave 3: Hasta dónde hemos
llegado

Como ocurre con los materiales basados en grafeno, apenas hemos comenzado a imaginar las aplicaciones que tendrá la impresión en 4D en todo tipo de ámbitos.

Ya hay, sin embargo, algunos ejemplos brillantes de hacia dónde se dirige la tecnología. Es el caso de unos implantes quirúrgicos diseñados para ser implantados en bebés con un problema específico en el desarrollo de su sistema respiratorio.

Esos implantes no sólo replican la forma exacta de una parte clave del árbol traqueobronquial humano (impresión en 3D), sino que además han sido fabricados con un material que adapta sus dimensiones al ritmo al que crecen los pequeños, y termina siendo absorbido por el cuerpo cuando éstos se desarrollan por completo.

Clave 4: El futuro que viene

Los científicos del MIT ya han dado más ideas acerca de posibles aplicaciones de la tecnología mostrando un robot que, en realidad, no es tal, sino que se forma a partir de componentes de menor tamaño que han sido 'programados'.

Es la versión, todavía en pañales, del robot T-1000 que protagonizaba la película Terminator 2: una amalgama metálica cuyos componentes parecen tener vida propia y son capaces de coordinarse para crear un arma de destrucción masiva.

Está claro que entre ambos diseños hay todavía unos cuantos saltos tecnológicos pendientes, pero lo cierto es que el ejército de Estados Unidos ya ha comenzado a experimentar con un proyecto más modesto: uniformes que cambian de color con el entorno, o que son más o menos transpirables en función de la temperatura ambiente o del pulso del soldado.

También hay, sin embargo, aplicaciones que se imaginan más pacíficas, como la de muebles (como los de Ikea) que sean capaces de ensamblarse ellos sólos.

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