
Una vez más al borde del precipicio hace cuatro años, Nokia abrirá, si consigue adquirir Alcatel, un nuevo capítulo de su historia. Una larga historia, agitada, plagada de reveses y transformaciones desde su creación en 1865. Esta inusual longevidad, Nokia la debe a numerosos cambios de timón y a su capacidad para amputar sus miembros gangrenosos. Pagando este precio, la sociedad situada en Espoo, pequeño pueblo de Finlandia a varios kilómetros de Helsinki, celebrará este año su ciento cincuenta aniversario.
Nokia debe sus primeros éxitos a la revolución industrial. Nokia, es en primer lugar el nombre de un pueblo, en el seno del cual Fredrik Idestam, un ingeniero, levantó su primera fábrica de papel. Papel y energía forjaron la primera fortuna del grupo.
Posteriormente, a principios del siglo XX le seguirán la fabricación de ruedas y botas y, sobre todo, la incursión en los cables de conducción eléctrica. Nokia aprovecha entonces el formidable desarrollo de la electricidad y el despliegue de la telefonía fija.
¡Llegan las redes!
El primer cambio se produce en los años 1960, época dorada del consumo masivo. Nokia vuelve la espalda a la vieja industria y cambia el rumbo hacia la electrónica de consumo. Tras las huellas de Sony, se lanza a los teléfonos, los PCs y los televisores. Cansado, en estas dos últimas actividades Nokia sobrevive. Después de luchar durante dos décadas, se deshace de ellas. A principios de 1990, pone asimismo punto final a su aventura en la industria, deshaciéndose poco a poco de las ruedas, las botas de goma, los bosques, la fabricación de papel y los cables.
Comienza el ascenso hacia la telefonía móvil, cuyo pistoletazo de salida se produjo en 1987, de la mano de Mikhaïl Gorbatchev. El presidente de la URSS llama a su ministro de Comunicaciones gracias a un Cityman, uno de los primeros móviles de Nokia, un bebé de 800 gramos con un coste equivalente a 4.500 euros. Una publicidad mundial para el finlandés. En pocos años, Nokia se convierte en el rey de la fabricación de teléfonos móviles en el mundo. Sus móviles sólidos y prácticos triunfan. En su época álgida, su cuota de mercado alcanza el 40%.
Errores de estimación y una arrogancia del líder acabarán resquebrajando este éxito. Nokia pierde la carrera hacia el Internet móvil. Su serie de teléfonos N, que parecían marcar la diferencia, son un fracaso. Caros y poco intuitivos.
Nokia no confía en la pantalla táctil, que será el gran acierto de Apple. Un falta de discernimiento que pagará cara. Sus ventas empiezan a tambalearse en beneficio de la firma de la manzana. Arrinconada y en un situacion crítica, Nokia firma un acuerdo con Microsoft en 2011.
Dos años después, cede su rama móvil al gigante del software y se centra en las redes. Esta actividad supondrá la reestructuración de 25.000 puestos. A este precio, Nokia logrará una vez más renacer de sus cenizas.
Sandrine Cassini © Les Échos