
La multinacional abre hoy al público un establecimiento de 6.000 metros cuadrados en el centro de Madrid. En cinco siglos, el espacio acogió una iglesia, un hospital, un hotel y el luminoso del 'Tío Pepe'.
El oso, el madroño... y la manzana. La nueva tienda de Apple promete convertirse en un nuevo reclamo turístico y comercial del centro de Madrid. La compañía ha convertido su embajada de la Puerta del Sol en un enclave digno de visitar, incluso para los que no tengan intención de gastarse un euro ni chupar WiFi gratis de gran velocidad.
El establecimiento destaca por su generoso espacio, con grandes cristales con vistas al corazón de la capital y con decenas de detalles que favorecen la integración con el entorno. Por lo pronto, el local comparte el mismo suelo de granito que la plaza. También las columnas están hermanadas con las farolas de la zona, con idénticos materiales y motivos decorativos.
Los expertos en decoración consultados aseguran que la tienda es sobria, elegante y minimalista. No hay nada casual en el inmueble. Todo está cuidadosamente dispuesto, fruto de la experiencia de las 101 tiendas que la compañía de Cupertino tiene distribuidas por todo el mundo (11 de ellas en España). La distancia que existe entre las mesas y la pared tiene su razón de ser. También la iluminación, la combinación de maderas, metales y piedras. Nada de plástico y nada de cromados. Todo está pulcro, pero sin brillos. Cuentan que hay cientos de horas de reflexión detrás de cada elemento, tanto en los que reposa la vista como el lo que está oculto.
Cinco siglos de historia
El aire acondicionado, por ejemplo, sale del suelo. La música está en sintonía con la de otros AppStores del mundo, igual que la decoración y el ambiente. Todo encaja en un mismo lenguaje, aunque en el caso de la Puerta del Sol se ha tenido que restaurar un edificio emblemático de la capital. Se trata del antiguo Hotel Gran París, edificio con 150 años de historia, por no remontarse a la Iglesia-Hospital del Buen Suceso, también inquilino del número 1 de la Puerta del Sol, que se edificó en 1506.
Basta con visitar la planta del sótano para viajar fugazmente por el tiempo y disfrutar de una pequeña bodega (o quizá capilla), con arcos formeros de ladrillos envejecidos, sobre vestigios que tuvieron que conservarse. El hallazgo de restos arqueológicos en la parcela no sólo desbarató los permisos sino que obligó a realizar una nueva cimentación, con decenas de pilares y refuerzos con los que sostener el conjunto de la obra.
La fachada es la misma que debieron ver los madrileños de hace más de un siglo. Así lo exigieron las ordenanzas urbanísticas municipales. La compañía sólo se permite dos pequeñas licencias: una discreta placa con el logotipo de la marca y una bandera negra, también con la enseña en blanco, en la parte central exterior del primer piso.
El oso y la manzana
El nuevo reclamo turístico y comercial se encuentra a escasos metros de la estatua del Oso y el Madroño, símbolo de la capital y protagonista de su escudo. Como también es conocido, el luminoso del Tío Pepe hace meses que cambió de azotea, dentro de la misma plaza.
El interior de la tienda parece un templo moderno, cuyo altar es el denominado Genius Bar, gran mesa en la que los técnicos de Apple resolverán todas las dudas de los clientes. "Nuestra relación con los clientes empieza con la venta", indican los directivos de una de las empresas más valoradas y reconocidas del mundo.
Dos grandes pantallas luminosas con productos de la compañía refuerzan la identidad corporativa, junto con decenas de tabletas, móvil, portátiles y ordenadores. Una escalera de madera y acero desemboca en un primer piso reservado para el ecosistema de accesorios del que Apple siempre se acompaña, tanto con productos propios como de terceros. Como es habitual en las Apple Store, existe WiFi abierto para todos y las cajas registradoras brillan por ausencia, con sistemas de pagos portátiles e inalámbricos.
Las plantas superiores se destinarán a las oficinas de la filial española de Apple, traslado del que todavía no hay fechas previstas. En la actualidad, la sede de la subsidiaria española se encuentra en un inmueble de la vecina Plaza de la Lealtad, junto al Hotel Ritz, espacio que no tardará en oler a mudanza.