
Los fanáticos del sistema operativo libre por excelencia llevan años reivindicando que sirve para todo, incluso para jugar. Sin embargo, las empresas que desarrollan videojuegos han venido dándole la espalda a Linux y se han centrado en Windows. Ahora, y gracias sobre todo a Steam, el panorama puede cambiar radicalmente.
Entre las razones por las que la industria de los videojuegos venía ignorando a Linux estaba su escasa penetración en el mercado doméstico y la falta de apoyo de los fabricantes del hardware para hacer compatibles sus productos (especialmente las cruciales tarjetas gráficas) con la plataforma de sofware libre.
La popularización creciente del sistema operativo de código abierto con distribuciones (versiones) como Ubuntu y, especialmente, el lanzamiento en febrero de 2013 por parte de Steam de una versión para Linux de su aplicación para comprar y descargar juegos, han permitido superar progresivamente esta situación de estancamiento.
La popularidad de Steam, que cuenta con más de 75 millones de usuarios registrados -más de cuatro millones de ellos estaban conectados en el momento de elaborar esta información-, ha sido crucial en el surgimiento de decenas de títulos para Linux.
Más de medio millar llenan ya las estanterías virtuales de Steam, y cada vez es más habitual que las secuelas de títulos que nacieron para Windows salgan al mercado también para Linux. Es el caso de Football Manager 2014 o Europa Universalis IV, entre otros.
Linux para jugar
Pero Steam está preparando otro gran salto adelante para hacer del sistema de código abierto el pilar de una nueva generación de videoconsola. Se trata de equipar el PC de toda la vida con una versión de Linux desarrollada específicamente para jugones y completamente independiente de Microsoft y Apple.
Combinando lo mejor de su 'marketplace' actual y las posibilidades de desarrollo de Linux, Steam OS está llamado a revolucionar la forma en la que las grandes casas de ocio digital miran al sistema de código abierto.
Ofrecerá a los usuarios un sistema hecho por y para jugar, atrayendo a su vez a numerosos desarrolladores de software, y previsiblemente obligará a los fabricantes a perder la pereza a la hora de hacer que hardware que producen sea cada vez más compatible con Linux.