Tecnología

Shazam afina su oído para salir a bolsa a finales de 2014 o principios de 2015

  • Fisher lleva la aplicación de móvil de diversión telefónica a potencia publicitaria
Imagen: Archivo

Andrew Fisher se ríe antes de contar una anécdota sobre la guitarra eléctrica negro azabache que cuelga de la pared. Lleva escrito "¡Adelante, Shazam!" y fue un regalo de Al Gore, el vicepresidente de Bill Clinton.

Gore le obsequió con el instrumento en 2011 tras convertirse en inversor de Shazam, la empresa de aplicaciones de reconocimiento musical que Fisher dirige desde hace nueve años. También pronunció un discurso motivacional a la plantilla, con una rueda de preguntas moderada por el presidente Fisher.

Al modesto directivo, la expectativa le ponía nervioso. "Nunca había entrevistado a nadie. Me leí todos los libros que había escrito y Al ha escrito muchos", recuerda Fisher.

Al final, no tenía que haberse preocupado porque aquella tarde Gore estaba parlanchín. Fisher, que aparenta diez años menos de los 44 que tiene, afirma que su "mayor reto fue conseguir que terminase a tiempo".

Hasta a la impecable tecnología de Shazam le podría haber costado arreglárselas con la verborrea de Gore. La aplicación identifica fragmentos musicales o de sonido con una precisión sorprendente para los usuarios de teléfonos móviles.

Como negocio, ha pasado por tantos modelos como Mick Jagger. O casi. Comenzó en 2002 con la idea de usar el móvil para identificar una canción pegadiza que ponían en la discoteca, el supermercado o la televisión. Después, ofrecía la posibilidad de comprarla.

El lanzamiento del iPhone en 2007 propulsó a la empresa al estrellato. Actualmente, nada menos que una de cada diez descargas musicales se realizan con la aplicación, que cuenta con más de 400 millones de usuarios.

En 2010, Shazam se reinventó otra vez, adaptándose a la tendencia de segunda pantalla, según la cual los espectadores navegan por internet mientras ven la televisión, y se ha convertido en una fuerza creciente en el lucrativo mercado de la publicidad televisiva.

"Trabajamos con casi toda la industria de radiodifusión en Estados Unidos, toda la industria musical y un amplio grupo de anunciantes internacionales también", explica Fisher en la espaciosa sede de Shazam en Hammersmith, al oeste de Londres.

Como tantos otros directivos tecnológicos británicos, su entonación procede de algún lugar en medio del Atlántico. Su acento es inglés pero a veces termina las frases con un tono más alto, de forma que parecen preguntas cuando no lo son.

Sus aires transatlánticos casan a la perfección con las raíces mestizas de su negocio, fundado por cuatro estadounidenses que llegaron a Gran Bretaña en busca de financiación.

A finales de año o en 2015

Laureado como uno de los grandes éxitos tecnológicos de su país, se sospecha que Shazam saldrá a flotación en el mercado bursátil a finales de año o el que viene por 1.000 millones de dólares (739,06 millones de euros). Nueva York es el lugar más probable, aunque Londres no se descarta.

La base inversora también tiene un sabor cosmopolita. Puede que Gore sea el defensor más conocido de Shazam pero su sostén más fuerte es Carlos Slim, el hombre más rico del mundo según Forbes. El año pasado, el magnate mexicano de las telecomunicaciones compró una participación del 10 por ciento por 40 millones de dólares (29,55 millones de euros).

Otros inversores incluyen la venerada empresa de capital riesgo de Silicon Valley, Kleiner Perkins Caufield & Byers, de la que Gore es socio, e Institutional Venture Partners, que respaldó a Twitter.

La inversión de Slim supone una "validación importante" para Shazam, en palabras de Fisher. El dinero ayudará a financiar su asalto al mercado europeo de la publicidad televisiva. Y no hay que olvidar el acuerdo firmado con América Móvil de Slim, el principal operador de móviles en Latinoamérica. "Van a ofrecer nuestro servicio en sus teléfonos y es muy emocionante con la Copa del Mundo en Brasil", explica el presidente ejecutivo.

Que Shazam consiga orquestar una salida arrasadora dependerá de cuánto avance en su impulso hacia la televisión y la publicidad.

Su éxito, hasta ahora, ha dependido de una tecnología inteligente, que realiza huellas digitales de audio. Cuando un usuario etiqueta una canción en el móvil, Shazam busca una correspondencia en su base de datos de 35 millones de temas. El usuario recibe unos enlaces para comprar las canciones de tiendas de almacén digital como iTunes.

Fisher afirma que la tecnología es tan precisa que una canción interpretada por el mismo cantante, con arreglos idénticos pero en estudios distintos producirá dos huellas diferenciadas.

En los últimos años, la empresa ha ido más allá de identificar y vender música. En Estados Unidos, los usuarios ya pueden usar sus teléfonos inteligentes o tabletas para acceder a contenido extra cada vez que aparece el logotipo de Shazam en la pantalla del televisor. Se dice que las empresas llegan a pagar 100.000 dólares (73.816 euros) por este tipo de publicidad.

Fisher pone el ejemplo de una campaña televisiva reciente del Jaguar F-Type. Cuando los usuarios abrían la aplicación Shazam durante el anuncio, podían ver el coche inclinando el dispositivo y reservar una prueba de conducción.

Todas estas cosas aumentan los niveles de la implicación del consumidor de los treinta segundos que suele durar un anuncio por televisión a tres minutos o más, asegura.

Tal vez piense que los espectadores quieren menos anuncios, no más, pero Fisher recita una serie de estadísticas a su favor. Durante la Super Bowl de 2012, cuando una cuña cuesta un millón de dólares (737.812 euros), un tercio de los anuncios llevaban el logo de Shazam. Según él, más de un millón de estadounidenses "shazamearon" por lo menos un anuncio durante la final de fútbol americano.

"Lo fundamental es que no hace falta levantarse del sillón y abrir un navegador de internet para conseguir el presupuesto de seguro que acabamos de ver en la tele", explica.

"Mediremos nuestro éxito según la cantidad de usuarios de Shazam que vienen derechos a nuestro servicio en lugar de acudir a un navegador".

Recientemente Shazam lanzó una prestación de auto etiquetado en dispositivos Apple que crea un historial de todos los programas y anuncios que hemos visto. Lo importante, dice Fisher, es trasladar esos datos virtuales al mundo real. "Siempre y cuando los usuarios se apunten", recalca, podrán recibir ofertas especiales basadas en su historial de televisión mientras recorren los pasillos del supermercado.

"Hoy en día, ninguna empresa es capaz de juntar campañas publicitarias en televisión y radio con promociones en tienda. Quien lo consiga tendrá mucho valor", añade.

Todo esto suena a Blade runner y Fisher reconoce que "la conducta de los consumidores se suele mover más despacio de lo que a las empresas tecnológicas les gustaría". Aun así, afirma que el 35 por ciento de los usuarios de iPhone ya han activado la prestación de auto etiquetado mientras ven televisión.

Su madre fue profesora y su padre un oficial de las fuerzas áreas británicas que después trabajó en la OTAN. "Me han influido mucho", asegura. El trabajo de su padre le obligó a ir al colegio en el extranjero, en Bélgica por ejemplo, antes de conseguir una plaza en la escuela de Millfield con una beca de rugby y tenis.

Su primer empleo fue en Electrocomponents, un distribuidor de artilugios. Fisher trabajó en la adquisición de Thomson Directories antes de fundar TDLI.com, una empresa de contenidos de internet que se vendió a InfoSpace de EE.UU. en lo más álgido de la burbuja puntocom, en 2000. Se unió a Shazam como consejero delegado en 2005 desde InfoSpace.

Desde entonces, el Fisher cerebral, que estudió economía en la universidad, no ha reunido a un "equipo de primera", según Brent Hoberman, cofundador de lastminute.com y consejero de Shazam.

"Lo que empezó siendo un servicio de nicho se ha convertido en gran producto de consumo y plataforma de publicidad. Andrew ha transformado Shazam en una de las mayores exportaciones tecnológicas de Gran Bretaña".

El año pasado, la empresa contrató a Rich Riley, un veterano de Yahoo de catorce años, como su consejero delegado. Trabaja desde Nueva York y deja que Fisher supervise el empuje de la publicidad televisiva en Europa y "ofrezca resultados a los accionistas y futuros planes de financiación".

De enero a junio de 2012, los ingresos subieron un 40%, hasta 21,8 millones de dólares (16,12 millones de euros), aunque se publicaron pérdidas de 3,3 millones de dólares (2,44 millones de euros), de acuerdo con las últimas cuentas. La facturación crece "a más del 100 por ciento" anual y Shazam ha sido rentable en una base subyacente el año pasado, según Fisher.

La inversión europea podría empujarle "intencionadamente" de vuelta a los números rojos este año, explica. Shazam va a contratar a 50 empleados para unirse a su plantilla de 150 a este lado del Atlántico. Una oficina nueva en Nueva York ha llevado el recuento del personal americano a sesenta.

Todo parece apuntar a una flotación magnífica en el mercado bursátil. "Nuestra ambición es pasar por una oferta pública inicial pero hay mucho que hacer", reconoce Fisher.

Sostiene que Londres tiene mucho que ofrecer a las empresas tecnológicas nuevas frente a Silicon Valley, donde "es increíblemente complejo conseguir que los empleados se queden mucho tiempo".

Habrá que ver si al final Shazam elige Londres o Nueva York para salir a bolsa.

Tal vez Shazam pueda romper el molde.

WhatsAppFacebookFacebookTwitterTwitterLinkedinLinkedinBeloudBeloudBluesky