
En la tarjeta de visita de Omar Gawair Clavier aparece su móvil, pero que nafie le intente llamar fuera del horario de oficina. Entonces le atenderá un amable contestador. Una vez este terapeuta especializado en adicciones haya oído el mensaje, verá si era tan urgente y devolverá -o no- la llamada. Es uno de los sencillos trucos que utiliza Omar Gawair para hacer un uso correcto de esta "fantástica herramienta".
Por su consulta han pasado todo tipo de casos de adicción a las nuevas tecnologías. Para nuestra sorpresa, el tratamiento para desintoxicarse es muy similar al que se sigue en otros casos de adicción a las drogas, al sexo... "Todo está más relacionado de lo que imaginamos", adelanta.
¿Qué casos pasan por su consulta?
Hay todo tipo de perfiles: personas que necesitan estar siempre contactadas, que tienen que ver el e-mail casi al minuto; luego hay pacientes adolescentes cuya obsesión por la tecnología lleva a situaciones de alto riesgo; también hay casos de adicción al sexo virtual y al juego patológico, ambas en ebullición con la crisis; también quienes tienen que adquirir el último terminal sí o sí, como si ellos tuvieran que actualizarse de forma compulsiva.
¿Cómo abordan este tipo de problemas?
Por la consulta pasan pacientes que incluso han desarrollado una fobia social y viven totalmente conectados a través del ordenador. En el centro 12 pasos no distinguimos si se trata de una adicción a sustancias químicas o a otro tipo de dependencias como las nuevas tecnologías. Tratamos a la personalidad adictiva.
¿Cuál es la prueba de fuego para darnos cuenta de que podemos tener un problema de dependencia?
Esto es como todo. Si lo comparamos con el alcohol, no pasa nada si nos tomamos una cerveza de vez en cuando. Aquí ocurre lo mismo. Si la tecnología se usa como la herramienta utilísima que es, incluso como modo de desconexión o para buscar información, pues está genial. Ahora bien, si la persona antepone eso a otras áreas de su vida, entonces puede ser un síntoma grave de que está teniendo dependencia. Otra señal de alarma salta cuando se intenta reducir el uso pero uno se da cuenta de que no puede, de que se le hace un mundo. Descubre que no es él el que controla, sino que es controlado. Entonces igual ha llegado el momento de ponerse en manos de un especialista.
¿Por qué nos atrapan tanto por ejemplo las redes sociales?
Estas tecnologías nos permiten tener el control sobre las relaciones, porque decidimos en todo momento cuándo nos conectamos y cuándo nos desconectamos, decidimos quiénes queremos ser delante de esas otras personas, terminamos creando un avatar de nosotros mismos. Nos sentimos cómodos así. En ese sentido, es muy tentador. Si nos fijamos, ocurre como con la adicción a sustancias químicas, que en realidad estamos escapando de la realidad. El propio fundador de Facebook tenía diagnosticada fobia social. Inventó la red social para evitar contacto directo con los demás, para crear esa barrera de protección.
¿Quien tiene un problema de este tipo ¿suele reconocerlo?
Puede ser consciente del problema porque haya habido un momento en el que él mismo ha decidido limitar su uso. Eso ya es indicativo de que algo anda mal. Aún es peor cuando intenta dar ese paso y ve que es incapaz. Igual no sabes qué nombre ponerle, pero sí sabes que tienes un problema. En la mayoría de los casos, tanto en dependencia de nuevas tecnologías como en cualquier otra adicción, quien se pone en contacto con nosotros es la familia. Porque, además, es la primera afectada.
¿Hablamos del mismo tratamiento que si fuera adicto a la cocaína?
Tiene matices. En cuestión de drogas y alcohol, bajo la filosofía de 12 pasos, defendemos al abstinencia completa a todo tipo de sustancias. En el caso de conductas en las que no se puede promover la abstinencia total (comida, sexo o nuevas tecnologías) habrá que enseñarles a hacer un uso razonable y lógico, como una herramienta y no como un fin de escape o de evasión.
¿Cuál sería el primer paso a dar?
Tanto en la terapia individual como en grupo lo que analizamos es su dificultad de afrontar la realidad. En algunos casos, hay un déficit importante de habilidades sociales... Hay que reestructurar todo para que puedan desarrollar de nuevo todas esas capacidades.
¿Cómo es el tratamiento en sí?
La duración depende de cada paciente. Hay personas que llegan con un nivel de dependencia altísimo, otras que están más equilibradas... Al principio sí se les propone que restrinjan el acceso al móvil (incluso que solo puedan hacer llamadas, que eliminen la tarifa de datos) o al ordenador. Que los usen solo como herramienta de trabajo.
¿De qué señales de alarma disponemos?
Algo que se puede observar claramente son las horas que la persona está conectada. Chicos que están con los videojuegos cuatro o cinco horas diarias. Son casos en los que la familia debe limitar el uso. Hay críos de 10 años que algunos tienen móvil. Me parece lógico que lo tengan con 14 años para estar comunicados con los padres, aunque también hay móviles sin acceso a Internet. Hay que estar atento a todo. Cuando ves que el niño come con la tableta en la mano o que después de un tiempo se la retiras y se pone nervioso o deja de hacer sus deberes o se obsesiona entonces hay un problema.
¿Y en un adulto?
Si vemos que un amigo, familiar, pareja... está perdiendo interacción social, que va aislándose, que dedica demasiadas horas -más de las que su trabajo le obliga- al móvil o al ordenador, que puede estar en su despacho todo el día encerrado, significa que hay algo extraño. Yo he tenido aquí en la consulta a gente cuya autoestima dependía del número de amigos que tenía en Facebook o de los mensajes que recibía. Eso revierte en una falta de estar en contacto con uno mismo.
¿Qué consejos daría para que alguien que pueda sentirse en la barrera pueda ir desintoxicándose?
Apagar el teléfono de la empresa cuando se llega a casa porque no hay nada tan importante que no pueda esperar unas horas. Salvo casos excepcionales, esto se puede hacer siempre. El móvil se ha convertido en una necesidad adquirida por todos. Si pasamos esa frontera y no podemos pasar sin el móvil en el bolsillo o estar una noche sin conectarte o actualizar el correo, entonces hay un problema.
¿Se le puede llegar a prohibir el móvil a un paciente?
A una persona adicta a la cocaína se le quita la cocaína, pero a una persona adicta al móvil no se le puede quitar porque lo necesita para comunicarse, para el trabajo... Sin embargo, también se le puede quitar. ¿Por qué no? Salvo profesionales que tienen una cierta movilidad, casi cualquier persona puede estar sin el móvil. Y si no se puede apagar el móvil de empresa, sí puedo bloquear al salir del trabajo los números que son profesionales. Hay muy buenas herramientas y aplicaciones que están ahí para usarlas.